|   | INTERESANTE VIAJE
 Por 
      Rubén Flórez 
      Bande           
       Matthias Goerne 
      vuelve a grabar uno de sus caballos de batalla, que lleva cantando 
      asiduamente durante los últimos años, una prueba de fuego para cualquier 
      liederista: el Winterreise de Franz Schubert. Ya lo tenía grabado 
      anteriormente para el ciclo completo de lieder del compositor austríaco, a 
      cargo de diferentes cantantes para el sello Hyperion, en aquella ocasión 
      con el pianista Graham Johnson.
 La voz de Goerne ha madurado desde que se dio a conocer en sus primeras 
      grabaciones: en aquellos años, Goerne nos parecía un imitador más de su 
      mentor Dietrich Fisher-Dieskau, tanto en el timbre, como en la matización, 
      en la retórica, etc. Estos defectos, o virtudes según se miren, los han 
      tenido otros alumnos del maestro alemán como Olaf Bär o Andreas Schmidt.
 
 Pues bien, Goerne, se ha soltado de la mano de Dieskau, y va creando y 
      afianzando su propia personalidad y capacidad expresiva, eso sí, sin 
      desmerecer ni dejar de lado sus principios. El timbre se ha oscurecido, es 
      menos brillante, pero dentro de esa "limitación" Goerne ha intentado 
      matizar todo un registro de recursos técnicos a tener en cuenta: la media 
      voz, los legatos, los portamentos... todos ellos de gran escuela. Un 
      defecto característico de su voz, quizás por esa oscuridad antes 
      mencionada, son los agudos, que en muchas ocasiones no los emite con 
      limpieza, y otras se le quiebran, aunque recurra al falsete, haciéndolos 
      algo estridentes. Donde mejor y más cómodo se encuentra, claro está, es en 
      el registro medio. La expresividad gana en humanidad, pero una humanidad 
      algo "anciana" (y eso que Goerne tiene 38 años) debida quizás, otra vez, a 
      su oscuridad característica. Pierde, eso sí, cierta retórica, y la 
      elegancia principesca está algo diluida, suena más "campechano".
 
 Muchas de estas características, y otras más, se dan en esta nueva 
      interpretación del "Winterreise", una realización muy "pensada", pero sin 
      perder cierta frescura. Desde el primer lied ya se nota algo "ominoso", 
      que algo malo va a suceder, Goerne con cada lied se va "encorvando" más, 
      como una persona mayor, hasta llegar a los cuatro últimos lieder -21) 
      El Albergue, 22) ¡Valor!, 23) Los tres soles y 24)
      El tocador de zanfoña- donde parece que ya está cantando un 
      muerto, con ese patetismo característico de este ciclo, recordando (claro 
      está, salvando las distancias) a Hans Hotter. La vitalidad que hay, por 
      ejemplo, en los lieder rápidos aquí no aparece, es un "vaivén" con 
      resignación. En los lieder "estático-intimistas" como por ejemplo el 8)
      Mirada retrospectiva o el 11) Fuego de primavera, nos 
      muestra un Schubert, muy pensativo, demasiado, recordando aquí en cierta 
      medida a Dieskau, pero sin nada de la "ensoñación" y cierto optimismo 
      esperanzador que conseguía este.
 
 Tanta oscuridad podría inducirnos a pesadez, pero seguramente en eso ya 
      había "caído" Goerne, cuando se permite alguna licencia dramática, como 
      retardandos en frases elegíacas, sobre todo las indicadas en modo menor, 
      respiraciones algo exageradas a modo de cansancio... Todo un recital de 
      recursos técnicos y expresivos de gran valor interpretativo.
 
 Brendel, que es el pianista que le acompaña en esta grabación -en lugar de 
      su colaborador habitual, Eric Schneider- también se conoce la obra al 
      dedillo, por ejemplo ya la había interpretado y grabado con Dieskau; 
      cuentan que en aquellas interpretaciones, cuando acabó el recital, Brendel 
      salió llorando del escenario, por la emoción que allí sintió.
 
 La labor que aquí realiza Brendel es de discreción, sin ningún alarde 
      virtuosístico, atento a todas las respiraciones, a los cambios de 
      tonalidad y de expresividad en cada lied, al fraseo delicioso, sin 
      brusquedades, a la elegancia del lenguaje, pero sin sobrepasar el forte, 
      todo sutilmente tocado, cantado al oído, como si fuese el camino por el 
      que caminara el viajero. Esta discreción se agradece.
 
 Dentro de los Winterreise modernos, este sería uno de los 
      recomendables, quizás junto a Quasthoff y algún otro pero, claro está, 
      para conocer la obra, para deleitarse y sufrir de verdad, hay que recurrir 
      a los "maestros" Prey, Dieskau (en especial, de sus siete grabaciones 
      oficiales la que tiene en EMI en 1961 con Gerald Moore) y Hans Hotter.
 
 
 
 REFERENCIAS:
 
 SCHUBERT: Winterreise (Viaje de Invierno) D 911
 Matthias Goerne, barítono. Alfred Brendel, piano.
 Grabación en vivo en los días 8 y 10 de Noviembre de 2003 en el Wigmore 
      Hall londinense.
 DECCA 467 092-2
 
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