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       Un
      amable ogro Por
      Víctor Pliego de Andrés.
      Lee su curriculum.  
 Recital
      del pianista Grigori Sokolov. Sonata núm. 9, en mi mayor (Op. 14 núm.
      1), Sonata núm. 10, en sol mayor (Op. 14 núm. 2) y Sonata núm. 15, en
      re mayor (Op. 28) de Ludwig van Beethoven; Seis danzas de
      Komitas; y Sonata núm. 7, en si bemol mayor (Op. 83) de Sergei
      Prokofiev. Ciclo de Grandes Intérpretes. Auditorio Nacional de Madrid, 3
      de diciembre de 2002. Sokolov
      estuvo tocando las tres sonatas de Beethoven los sesenta minutos de la
      primera parte de su recital sin detenerse ni para recibir los aplausos,
      sin pausas ni respiros, concentrado en esculpir cada nota dentro de una
      guirnalda infinita. Da la impresión de que este coloso del teclado
      pudiera tocar las 32 sonatas seguidas sin interrupción y que solo
      renuncie a ello por deferencia al público. Las sonatas opus 14 son un
      antojo de Beethoven, deudor de una cierta galantería transgredida con una
      pícara rebeldía y algunos sustos, mientras que la sonata “pastoral”
      responde más a las peculiaridades propias de su autor. Sokolov demostró
      su maestría en todas ellas, poderoso y fino a la vez, meticuloso con los
      detalles de cada nota (articulación y ritmo exacto) y atento al conjunto
      general (dinámica y fraseos soberbios): perfecto en la igualdad de
      registros, preciosista en el timbre, austero con el pedal, dulce
      –incluso meloso– en cualquier matiz, cantante en todas las frases.
      Sorprendió en estas piezas la delicadeza del pianista, tan vigoroso y
      corpulento. Las seis danzas armenias de Komitas (1869-1935) son piezas de
      un insólito vanguardismo, de un folklorismo enigmático y fascinante, que
      Sokolov sirve en versión de lujo explorando más allá del repertorio
      habitual unas resonancias que mezclan oriente y occidente. El recital
      culminó la monumental Sonata núm. 7 de Prokofiev, pieza pirotécnica,
      de bravura y enorme virtuosismo, de la que Sokolov ofreció una versión
      rotunda, salvaje y precisa. Podría decir que fue soberbia, pero en
      realidad no hay palabras justas para describirla. (Fotografía de Rafa Martín) 
 
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