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       EL ARTE DE "LA GIOIOSA" 
      Por Pedro
      Coco. 
                
        
      Desde que firmara
      su primer contrato con DECCA, hace ya tres lustros, las aportaciones de la
      mezzosoprano de treinta y seis años Cecilia Bartoli al mundo discográfico
      han sido numerosas y siempre de muy elevada calidad, colocándose sus
      discos en los primeros puestos de las listas de venta. Su sello lanza
      ahora al mercado un segundo recopilatorio, que recoge muestras de las últimas
      grabaciones barrocas de la romana, sin olvidar los compositores que fueron
      -y siguen siendo, sobre todo en las tablas- la columna vertebral de su
      repertorio. Así, aunque en el disco podamos disfrutar de joyas
      vivaldianas, haendelianas y gluckianas, no podían faltar Mozart y
      Rossini, compositores de los que suele hacer siempre al menos un personaje
      operístico al año. 
       
      Como bien escribe Elvio Giudici en su libro sobre discografía y videografía,
      la revolución interpretativa de la Bartoli en este campo bien nos puede
      llevar a considerarla la María Callas del barroco, ya que aporta al
      repertorio un nuevo aire -sumamente mediterráneo-, que quizás es lo que
      andaba necesitando. Intención dramática y perfecta dicción se dan la
      mano como pocas veces, lo que es muy de agradecer. Seductora Almirena,
      vertiginosa Idaspe o desgarradora Farnace entre otros personajes. 
       
      Rossini va unido a la carrera de Bartoli desde sus inicios, y se incluyen
      aquí heroínas como Rosina, Angiolina -personaje del que ha vuelto a
      demostrar en Zurich estas navidades ser la más perfecta intérprete- o
      Fiorilla, que llevó primero al estudio y más tarde a los escenarios con
      igual éxito. Será precisamente Il Turco in Italia la opera con
      la que volverá al Covent Garden dentro de dos años. Como siempre, línea
      deliciosa, canto legato de primera y una sólida técnica al servicio del
      de Pesaro. 
       
      ...Y Mozart. Del compositor preferido y más mimado por la romana, se
      incluyen aquí la pizpireta aria alternativa de Susana "Un moto di
      gioia", las dos arias del Cherubino que grabó con Abbado, aceleradísimo
      el "Voi que sapete", y el dúo de Papagena y Papageno. 
       
      Compañeros de excepción son el contratenor David Daniels como Rinaldo,
      Bryn Terfel, mejor en Mozart que en Rossini, y Luciano Pavarotti, con el
      que grabó en Milán varios dúos dirigidos por Chailly y de los que sólo
      había visto la luz el de las cerezas del Amico Fritz
      mascagniano. Ahora se incluyen el primer dúo de Adina y Nemorino del Elisir
      d'amore, donde Bartoli demuestra que es carne de belcanto, y el
      archiconocido brindis de La Traviata, una especie de 'juego' del
      que sale muy bien parada. 
       
      Un excelente testimonio de los últimos diez años de carrera de la
      mezzosoprano. 
       
       
      REFERENCIAS: 
       
      The Art of Cecilia Bartoli. 
      Arias y dúos de Haendel, Gluck, Vivaldi, Mozart, Rossini, Donizetti y
      Verdi. 
      DECCA 473 380-2. 
       
        
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