Revista mensual de publicación en Internet
Número 84º - Julio, agosto y septiembre de 2.007


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SINFONÍA CRÍTICA

Por José Manuel Brea Feijóo. Licenciado en Medicina y colaborador de World Music, Etno-olk, Ir Indo, etc.   

SINOPSIS  

I.    La crítica musical es atacada y denostada, radical y airadamente, por un intérprete que sufre sus efectos deletéreos.

II. Una actitud más pausada deviene en la diferenciación de los críticos, que pone a cada uno en su lugar.

III.    El periodismo musical es presentado como medio de información, divulgación y erudición, pero también interesado y controvertido.

IV.     Exaltación unánime de la educación musical y reconocimiento de la labor formativa de los buenos periodistas y críticos musicales.

 

PRIMER MOVIMIENTO: ALLEGRO CON BRIO. ATAQUE A LOS CRÍTICOS 

Un debate sobre periodismo y crítica musical nos abre ventanas hacia una nueva luz. De entrada, un músico ponente establece una inequívoca declaración de principios al poner de manifiesto su preferencia por una actividad meramente informativa, difusora de acontecimientos y estimuladora de conciertos, frente a otra profanadora que osa adentrarse en el arte de juzgar. Junto a los demás miembros de la mesa (otro músico, un productor musical, un director de escena y un locutor de radio) da la bienvenida a una comunicación simple, afable y sonriente, denostando la opinión reveladora, desagradable y agria. 

Los rostros de las mujeres y los hombres del público se muestran rápidamente encendidos por el interés.  

Y como la contradicción es frecuente manifestación humana, el mismo músico impetuoso que descalifica a los críticos, porque cuestionan la capacidad del intérprete sin ponderar su trabajo y su esfuerzo, pasa de la burla a considerar, sin dilación, la correcta actitud de los que opinan o valoran. ¡La crítica musical debiera hacerse con rigor y con pasión! De modo que en su monólogo acaba admitiendo a un tiempo la imparcial objetividad y la subjetividad emotiva. Niega a la crítica con rotundidad pero, ya que existe a su pesar, insta a los críticos a que desenvuelvan su trabajo con seriedad y ecuanimidad, y a que no se olviden del necesario ardor expresivo. Su exaltación busca con ansia otra vehemencia.  

El músico relator deja entrever cierto resentimiento. Es de suponer que algún crítico en particular le haya perjudicado y, en irracional respuesta, lanza su animadversión contra la generalidad. Nadie tiene derecho –dice– a echar por tierra el esfuerzo continuado de un intérprete o de un colectivo por una actuación o una producción más o menos desafortunada.  

Pero ¿es justo este hombre, músico y profesor de conservatorio, en su apreciación enardecida?  

El público asistente se ha prendido, boquiabierto, al discurso del resentido. Éste expresa sus ideas sin ambages y los otros ponentes aguardan su turno, sin dar claras muestras de discrepancia ni de asentimiento. El aire se mantiene imperturbable alrededor de su aparente estoicidad. Oportunamente, van entrando todos en el debate: el otro músico y también profesor de conservatorio, el productor musical, el director de escena y el locutor de radio. Uno… dos… tres… y cuatro.

 

SEGUNDO MOVIMIENTO: ADAGIO ASSAI. DIFERENCIACIÓN DE LOS CRÍTICOS  

         El segundo músico va expresando serenamente sus ideas… Sabemos de malos críticos, que muy poco alcanzan; y de críticos malignos, que vierten en el papel sus frustraciones y su ira, que no tienen en cuenta las circunstancias, que no saben refrenarse, que manifiestan sus desacuerdos sin elegancia, que son meramente destructivos. Son quienes generan la repulsa de los músicos honestos; de esos mismos que, por el contrario, también enaltecen la labor de aquellos otros que, desde la ética y amor a la música, orientan, aconsejan y atraen aficionados.

 Todos reconocen el valor de los buenos críticos, si bien el primer músico mantiene su postura reticente.  

Tampoco es cuestión de aplaudirlo todo de modo pelotillero, en pos de una ganancia y en detrimento de la sana información que lectores y oyentes merecen. El engaño es malo en cualquier sentido, afirma el productor musical. Recelemos de los excesos de entusiasmo y de los ataques furibundos, añade el director de escena; pueden conllevar adulación o inquina. Desconfiemos igualmente de las valoraciones insulsas que hacen sospechar compromisos forzados, por no decir que quienes las suscriben hablan o escriben de oídas, sentencia el locutor de radio.  

Por otra parte, en ocasiones se malinterpreta la opinión del crítico, apunta acertadamente una mujer del público. Acontece, por ejemplo, con análisis operísticos en los que una desaprobación de la escenografía se recoge como declaración de un desacierto interpretativo. De manera que, alertados por hechos precedentes, debiéramos ser cautos y extraer nuestras propias conclusiones, constatando lo que se ha escrito y no dejándonos llevar como papanatas por juicios ajenos, presuntamente ilustrados.  

Habremos de fiarnos de nuestras propias lecturas.  

 

TERCER MOVIMIENTO: SCHERZO. EL PERIODISMO MUSICAL  

Periodistas y críticos musicales plasman sus informaciones y pareceres en periódicos y revistas, especializadas o no, de ámbito local, nacional o internacional. Prensa diaria y publicaciones periódicas recogen entrevistas, biografías, reflexiones, acontecimientos, crónicas, estrenos, grabaciones…; tratan de instrumentistas, cantantes, orquestas, directores, grupos de cámara, corales…; contienen artículos divulgativos y eruditos, dirigidos a profanos y a expertos en la materia.  

Intervenciones de espontáneos, algunas ciertamente intensas, van enriqueciendo el crítico debate. Se mixtura lo admirativo y lo burlón.  

Son escasos los medios, audiovisuales o escritos, especializados en la buena música, apunta un enterado y corrobora el locutor de radio. Nada descubrimos si decimos que en los medios de comunicación de masas priman los intereses mercantiles y económicos; la música ligera acapara más del noventa por ciento del mercado, ya que la música con mayúsculas es poco rentable, se vende poco, es sólo para una minoría sensible. Para una loca minoría.  

Respecto a la crítica local de una periférica ciudad marítima, los ponentes escogidos manifiestan unanimidad: su inexistencia lamentable. Y el resquemor que se entrevé hace patente otra vez la paradoja: la información de prensa se limita a someras reseñas de conciertos (la de radio y televisión es todavía más escueta o ignora tales acontecimientos culturales). Se echan de menos, ¡ay!, los dilatados comentarios críticos, habituales en otras latitudes.  

Crítica sí y crítica no. Crítica moderada y crítica profunda. Crítica elemental y crítica trascendente… En fin, somos así de poliédricos.  

 

CUARTO MOVIMIENTO: ALLEGRO MOLTO. LA EDUCACIÓN MUSICAL Y EL BUEN JUICIO  

Finalmente, los dos músicos presentes coinciden en que lo fundamental estriba en la educación musical. Creen conveniente iniciarla en la enseñanza primaria, a fin de despertar la sensibilidad sonora desde la tierna infancia. Posteriormente, si fuese el caso, habría de reforzarse mediante estudios en escuelas de música y conservatorios. Todo ello desde el impulso gubernamental, con las pertinentes inversiones establecidas por una adecuada política educativa, y esperanzados en recoger en un futuro excelentes frutos sonoros. El productor musical y el director de escena asienten. Nada que objetar.  

Desde luego, lo más difícil es educar, dice el segundo músico. Y la enseñanza musical se hace primeramente dando a conocer la gran música, haciéndola asequible mediante la oferta de conciertos y difundiéndola a través de los medios audiovisuales; imposible que algo despierte sensibilidad si no se conoce. A fin de cuentas, ningún nuevo descubrimiento.  

Entonces, añade el locutor de radio: ¿por qué no reconocer la labor periodística y crítica, por lo que supone de pedagógica? ¿Acaso el acercamiento de la musicología no contribuye a la formación musical? ¿No son los buenos críticos asimismo educadores que van más allá de la simple labor informativa? ¿Alguien pone en duda su dimensión educativa?  

Silencio… y murmullo.  

Se esparce una reflexión crítica. Es posible que haya que priorizar la información, la crónica y la reflexión artística sobre la sanción crítica. Pero ésta también debe tener cabida, siempre que no entrañe ensañamiento o mala fe. Hecha con tino, supone una guía conveniente para los desorientados y un sabroso alimento para los melómanos versados. A juicio de los profesionales, preferiblemente realizada por no profesionales; opinan ellos que no son los más idóneos para hacer crítica, quizás porque piensan que las cosas se ven mejor desde afuera, tal vez por no estar mediatizados por prejuicios u otras lacras de índole psicológica. Aunque tampoco en esto debiera haber normas estrictas ni asunción de verdades absolutas.  

Cuando el intérprete musical de la apertura –u obertura– criticaba a los críticos, ¿no estaba haciendo a su vez extrema crítica de la crítica, metacrítica destructiva? Eso parece. Y parece conveniente que en las opiniones artísticas, como en general en otros ámbitos, prime siempre la moderación (¡reparemos en la humana imperfección y en la relatividad de las cosas!). Entre un allegro vivo y un adagio lamentoso suele haber un moderador scherzo burlesco; es saludable distenderse de exacerbadas penas y extremas alegrías, mostrando entremedias irónicas sonrisas.  

De igual modo, es plausible el razonable equilibrio crítico, sin demonizar ni endiosar a la crítica, viéndola en su justa medida: como analizadora del arte supremo, con aciertos y desaciertos en su afán constructivo. ¿No os parece acaso la postura más inteligente?  

Siempre que entrañe honesta voluntad, la crítica musical debiera ser merecedora de un mínimo reconocimiento.