| 
           
          Con acento gaditano 
          
          
          
          Víctor Pliego de Andrés. Lee 
          su
          
          curriculum.  
          
            
          
          La Boda de
          Luis Alonso y El Baile de
          Luis Alonso. 
          Música de Jerónimo
          Giménez. Libro de Javier de Burgos. 
          Reparto: Luis Álvarez, María
          Maciá, Tony
          River, Leticia Rodríguez,
          Tony Cruz, Trinidad Iglesias, Antonio 
          Torres, Sandro Cordero, Cristina Bernal, 
          Martina Bueno, Alfonso Vallejo, Eva Diago, Pedro García de las
          Heras, José Carlos Gómez, José
          Luis Gago, Silvia Martí. Cuadro flamenco: 
          Rosario “La Tremendita” y Johanna Jiménez. 
          Al toque: Paco Cruz. A las palmas: Pedro Jiménez. Bailarines solistas: 
          Primitivo Daza y Cristina de Vega. Dirección musical: Miguel Roa. 
          Dirección de escena: Santiago Sánchez. Escenografía:
          Dino Ibáñez. Figurines:
          Sue Plummer. 
          Dirección del coro: Antonio Fauró. 
          Iluminación: Rafael Mojas y Félix Garma. Coreografía: Miguel Ángel 
          Berna. Asesora de dicción: Concha Doñaque. 
          Coordinación del café cantante: Yayo Cáceres. Bailarines y actores.
          
          
          Orquesta de la Comunidad de Madrid. Titular del Teatro de la Zarzuela. 
          Coro del Teatro de la Zarzuela. Teatro de la Zarzuela de Madrid, del 
          23 de junio al 23 de julio de 2006. Nueva producción del Teatro de la 
          Zarzuela. 
          
          La Boda y el Baile de
          Luis Alonso 
           son dos sainetes llenos de gracia y 
          garbo, ambientados en un Cádiz de principios del 
          XIX y estrenados a finales del mismo siglo. El maestro  
          Jerónimo Giménez supo incorporar con gran 
          talento aires del folklore en una partitura que ha saltado del teatro 
          al repertorio de bandas y orquestas. La danza, como el propio título 
          sugiere, es también un elemento importante en este espectáculo 
          completo, pero ligero. El Teatro de la Zarzuela ha propuesto un nuevo 
          montaje concebido por Santiago Sánchez, un director aún joven y lleno 
          de talento, que ha sabido interpretar a la perfección el ambiente que 
          el libro sugiere. Para poner al público en situación, ha añadido un 
          café concierto que contextualiza la función y que se desarrolla 
          durante la entrada del público y en algún que otro enlace. La idea es 
          estupenda pero alarga la función rompiendo en algún punto el ritmo 
          perfecto de la partitura original. Yayo Cáceres, músico de teatro y 
          cabaret, coordina estas actuaciones complementarias, que van del 
          flamenco al cuplé, pasando por el tango. Las dos piezas del maestro
          Giménez se estrenaron en los años 1896 y 
          1897, en el orden inverso que la trama sugiere y que en esta función 
          se ha invertido, de modo que la boda ha precedido al baile, aunque 
          originalmente fuera estrenada después. El trabajo de Sánchez con los 
          intérpretes y actores es estupendo y arroja un resultado excelente en 
          la parte teatral que le atañe. Hay gracia andaluza, sin caer en 
          tópicos ni marrullerías. A la participación de Concha
          Doñaque como especialista en dicción se 
          debe que todos los miembros del elenco, que es muy amplio, parezcan 
          naturales de Cádiz sin que se pierda una palabra de lo que dicen. La 
          música fluye con toda su gracia bajo las órdenes del maestro Roa al 
          frente de la orquesta y coro del teatro y de un elenco uniforme en 
          calidad, encabezado por Luis Álvarez como
          Luis Alonso, y de María
          Maciá en el papel de su mujer, María 
          Jesús. La coreografía del maestro Berna es adecuada y estilosa, sin 
          caer en fantasías, y contribuye a la dotar de espectacularidad a la 
          función. La escenografía es funcional y poco estilosa. Está construida 
          sobre unas estructuras metálicas que permiten jugar con las alturas. 
          El vestuario tampoco alcanza la calidad que la producción y el 
          escenario merecería, aunque tampoco la estorba demasiado. Las 
          interpretaciones teatrales y musicales son estupendas y convierten la 
          función en un éxito. 
          
            
          
          
          (Fotografía: Jesús Alcántara) 
          
            
          
             |