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Número 71º - Diciembre 2.005


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SEVILLA ENTRE CULTURAS (I)

Por Fernando López Vargas-Machuca. 

Sevilla, Teatro de la Maestranza. Festival "Sevilla entre culturas". 29 de Diciembre de 2005. Chabrier: España. Ravel: Alborada del gracioso. Rimsky-Korsakov: Capricho español. Dvorák: Novena Sinfonía "del Nuevo Mundo". The Philarmonia Orchestra. Yoël Levi, director. 30 de Diciembre de 2005. Saint-Saëns: Concierto para violonchelo nº 1. Shostakovich: Sinfonía nº 11 "El año 1905". Asier Polo, violonchelo. The Philarmonia Orchestra. Pedro Halffter, director. 4 de enero de 2006. Ginastera: suite de Estancia. Arriaga: Sinfonía en Re Mayor. Falla: Noches en los jardines de España. Ravel: Rapsodia española. Javier Perianes, piano. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Carlos Kalmar, director.

El presuntamente más vistoso proyecto del nuevo Delegado de Cultura del ayuntamiento hispalense, Juan Carlos Marset, el antes profesor universitario y ahora político responsable de la polémica decisión de colocar a Pedro Halffter al frente de la ROSS y el Teatro de la Maestranza, es un festival navideño que, bajo el nombre de "Sevilla entre culturas", se ha de encargar de dinamizar la mustia y provinciana vida cultural de la ciudad en estas fechas con un conjunto heterogéneo de actuaciones de música clásica, pop folclorizante, flamenco, música étnica, danza y otros diversos tipos de espectáculos en diferentes espacios escénicos. Excelentes intenciones que no han sido muy bien puestas en práctica, y no tanto por la dispersión de la propuesta, a la que le faltan solidez y coherencia interna, sino fundamentalmente por la mala publicidad que se ha hecho de los eventos y el escaso calado que algunos de ellos han tenido entre el público. Es el caso de los cinco conciertos sinfónicos programados: resulta inconcebible que las entradas se pudieran adquirir en Internet desde varios días antes de que se presentara oficialmente la programación, cosa que se hizo a ultimísima hora, y que sólo se pudiera conocer las obras que integraban cada uno de los programas en la página web Generaltickets.com o en la de la propia Philarmonia Orchestra.

Precisamente la mítica formación londinense es la que ofrecía -29 y 30 de diciembre- los dos primeros conciertos. Claro está que la Philarmonia de ahora no es ni muchísimo menos la de tiempos de Klemperer y Muti, circunstancia que ya pudimos comprobar en Sevilla cuando vino hace años con Giuseppe Sinopoli (descafeinada Quinta de Schubert e histérica Primera de Mahler), pero aun así sigue siendo una muy buena orquesta, con metales brillantes aunque no siempre infalibles, una cuerda homogénea y unas maderas de todo punto excelente. Con un programa de lo más popular que conectaba viejo y nuevo mundo a través de la más tópica visión de la Península Ibérica, Yoel Levi ofreció lecturas tan solventes como asépticas de España de Chabrier, la Alborada del gracioso de Ravel y el inevitable Capricho español de Rimsky-Korsakov, que se beneficiaron de una manifiesta renuncia a subrayar los aspectos más ruidosos y externos de las partituras, así como de un encomiable equilibrio y claridad orquestal, pero que necesitaban de un sentido del color más desarrollado y de un fraseo más cálido y emotivo. La Sinfonía del Nuevo Mundo se vio lastrada por un pulso irregular y por algún que otro detalle muy discutible (como la manera de tratar el celebérrimo tema lírico del primer movimiento, adornado además con un portamento de pésimo gusto), si bien el maestro israelí acertó en el tono desangelado del largo y en el dramatismo nada triunfalista de la coda final. Las tres Danzas Eslavas del propio Dvorák ofrecidas como propina siguieron en la misma línea de mera corrección.

Al día siguiente Pedro Halffter tomaba las riendas de la Philarmonia. Tenía morbo la cosa, ver a este controvertido director con una orquesta de esas "que tocan solas", lo que no quita que el maestro, que se tomó las cosas muy en serio, estuviera ensayando en Londres varios días con ella. En general salió bien parado, aunque hay que matizar. Su dirección del hermoso Concierto para violonchelo nº 1 estuvo centrada pero resultó algo neutra, y si los resultados fueron notables fue ante todo por la calidez del fraseo del gran Asier Polo, a quien no obstante puede pedírsele un colorido más rico y una mayor variedad expresiva; la propina bachiana del chelista vasco volvió a evidenciar su innata musicalidad, aunque no parezca terminar de decidirse entre un enfoque "tradicional" o uno "renovador". Luego venía la Sinfonía nº 11 de Shostakovich, una de las más aburridas de su autor: ¿para qué interpretarla estando aún por estrenar en Sevilla partituras tan excelentes como su Cuarta, su Decimotercera o su Decimocuarta? Quizá es que a Halffter le interesara ante todo epatar al personal con una partitura de tan claro exhibicionismo orquestal.

Su dirección fue meridianamente opuesta a la que ofreciera en Salomé: si aquélla fue una lectura transparente pero flácida, ésta ha sido tosca pero muy intensa. Y por ello mucho mejor. Hay que pedirle, eso sí, un mayor cuidado a la hora de planificar los crescendi, un estudio más minucioso de la gama dinámica y un mayor interés por lograr la transparencia en los tremendos tutti escritos por Shostakovich, pero desde luego Halffter mantuvo el pulso firme a lo largo de la hora larga de música y supo hacer que los profesores de la orquesta, lejos de ofrecer un bolo navideño, tocaran la obra con ganas y entusiasmo. Habrá que verle, en todo caso, con una obra del mismo autor que tenga mayor enjundia. El Nimrod de Elgar ofrecido como propina fue cantado con calidez, aunque no nos hiciera olvidar la acongojante interpretación que ofreciera con su orquesta "de niños" un tal Daniel Barenboim en el mismo escenario hace pocos meses.

Ya entrados en 2006, el 4 de enero la Sinfónica de Sevilla ofrecía un interesantísimo programa que fue abordado, con desigual fortuna, por el maestro uruguayo Carlos Kalmar. La selección del ballet Estancia de Ginastera, música menor pero de irresistible atractivo, recibió una lectura muy cuidada en el equilibrio de planos sonoros y de un notable vuelo lírico, aunque se echaba de menos una tímbrica más incisiva y algo más de arrebato. En todo caso solvente interpretación, lo que no puede decirse de la muy mediocre que recibiera la Sinfonía del malogrado Juan Crisóstomo de Arriaga en el segundo centenario de su nacimiento: no sólo la orquesta sonó opaca y hasta sucia -lamentables los violines-, sino que además tocó con evidente desgana bajo la dirección de una batuta que enfocó la obra bajo el equivocado prisma de un clasicismo tópico, amable delicado y sin tensiones. Recordó en este sentido al mediocre López Cobos de nuestros días, aunque paradójicamente fue el maestro de Toro quien realizara en allá por 1974, cuando era un gran director, una soberbia grabación discográfica que sí logró poner de relieve que esta música tiene mucho que ver con el pathos del último Haydn y con el dramatismo del primer Schubert.

Mucho mejor la segunda parte, en la que Javier Perianes volvió a demostrar su talla de músico excelente que domina ya a la perfección todos los secretos del virtuosismo, que posee una musicalidad intachable y que además tiene cosas que decir. Fue la suya una versión sobria, dramática y un tanto "racial" de las Noches en los jardines de España, lo que estableció un enriquecedor diálogo con una batuta que subrayó los aspectos más delicados e impresionistas de la genial partitura falliana, aunque a ambas partes se les pudiera pedir un fraseo algo más reposado y una mayor creatividad. En todo caso irreprochable interpretación, lo que también se puede decir de la Rapsodia Española que cerrara el programa; en ella Kalmar extrajo de la orquesta texturas muy sedosas y timbres muy difuminados, pudiéndosele tan sólo reprochar el vulgar efectismo de los compases finales. Aplausos para la Sinfónica de Sevilla en esta segunda parte, singularmente para la recién llegada Cécile Cottin a la flauta y para la ya veterana y como siempre espléndida Sara Bishop al corno inglés. En el próximo número les comentaremos el resto de los conciertos del festival, esto es, los dos programas de la Sinfónica del Estado de México con Enrique Bátiz, que han de tener lugar los días 7 y 8 de enero.

 

ENLACES RECOMENDADOS

 

Web oficial de la Philarmonia: http://www.philharmonia.co.uk/