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Número 71º - Diciembre 2.005


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EL FIN DE UNA ERA

Por Fernando López Vargas-Machuca.

 

La noticia ya es oficial: después de diez años de venturosa asociación, en la que discográficamente hablando han dado frutos tan importantes -en su propio sello LSO Live- como un soberbio Falstaff o nuevos registros de las obras más emblemáticas de Berlioz, Sir Colin Davis abandona el podio de la Sinfónica de Londres para limitarse a ostentar el cargo honorífico de Presidente de la orquesta. Con su marcha puede decirse que termina toda una era, una segunda edad de oro tras aquellos ya lejanos años de Claudio Abbado, en la que el excepcional director británico ha sintonizado plenamente con la formación y le ha otorgado un sello particular. Significativa y vergonzosamente, su sustituto -que ocupará su cargo en enero de 2007- es uno de los mayores bluffs de la dirección musical de nuestros días, el muy mediocre Valery Gergiev. Peor aún, el nuevo Principal Director Invitado va a ser desde ya mismo el talentoso pero temible Daniel Harding, un tipejo astuto que ha sabido, haciendo gala de una pretenciosidad fuera de serie y sabiendo vender su imagen de enfant terrible, dar gato por liebre a quienes buscan la novedad por la novedad pensando que así renuevan presuntamente viejas y anquilosadas tradiciones interpretativas. Lo dicho: con Sir Colin Davis termina una era, en todos los sentidos. No olvidemos que él es, sin la menor duda, uno de los más grandes directores del momento (los otros serían Barenboim, Chailly y Boulez), y si no ahí están para demostrarlo, además de las recientes grabaciones arriba citadas, sus clásicos e inigualables registros para Philips de la Misa en Fa de Bruckner, de la Tosca de Puccini, del Peter Grimes de Britten, de las últimas Sinfonías de Haydn y de la mayor parte del catálogo de Berlioz, incluyendo aquella mítica Sinfonía Fantástica con el Concertgebouw, por no hablar de su bellísima integral sinfónica de Schubert en RCA.

A modo de homenaje al anciano director, LSO Live ha tenido la feliz ocurrencia de editar en una sola caja y a un precio estupendo los tres compactos que ya aparecieron en su momento con las sinfonías del compositor "más británico de todos los tiempos": Sir Edward Elgar. La música del autor de las Variaciones Enigma, que en sí misma es también el nostálgico pero antes afirmativo que pesimista fin de una era, viene como anillo al dedo del director que nos ocupa: amplitud melódica, fluidez en la arquitectura, refinado sentido del color, brillantez alejada de lo estentóreo aunque no precisamente timorata y, sobre todo, esa característica tan indefinible de "lo británico" que radicaría en un equilibrio muy natural, nada tenso ni forzado, entre continente y contenido, entre forma y fondo, entre "lo apolíneo" y  "lo dionisíaco" si se quiere. Vamos, eso mismo que muchas veces se confunde con la presunta frialdad británica, y que no es otra cosa que el resultado de un temperamento particular y de una muy concreta manera de ver el mundo. ¿Quiere esto decir que estas versiones son de referencia? No necesariamente. En primer lugar, porque hay sensibilidades que pueden preferir otras maneras más aristadas y dramáticas de abordar esta música, como la que exhibe un intensísimo -aunque más germánico que anglófilo- Daniel Barenboim, o la del director unánimemente considerado referencial en estas partituras, Sir John Barbirolli (grabaciones en CBS y EMI, respectivamente). Y en segundo lugar porque Sir Colin Davis no siempre da la talla: su interpretación de la Primera carece de la convicción e intensidad de sus dos otras lecturas, resultando su batuta demasiado otoñal y contemplativa en comparación consigo misma. Tampoco la Sinfónica de Londres, sin la menor duda la mejor orquesta británica y una de las dos o tres mejores de Europa en la actualidad, se muestra en estos registros en vivo siempre al mayor nivel que se le puede pedir.

En todo caso, además del estupendo precio y del -con las salvedades apuntadas- muy notable nivel interpretativo de estos registros, hay un factor más que debe animar al potencial comprador a hacerse con esta cajita: la inclusión de una de las poquísimas grabaciones existentes de la Tercera Sinfonía del autor. Mejor dicho, de la partitura elaborada por Anthony Payne a partir de los apuntes dejados por Elgar al final de su vida. Quizá el resultado no sea la demostración fehaciente de una frustrada recuperación creativa del artista tras unos años de postración e inactividad, como se nos quiere hacer creer en las notas -por otra parte excelentes- de la carpetilla. Sin embargo se escucha con placer gracias a su indiscutible belleza melódica, y además suena a Elgar por los cuatro costados. Sir Colin Davis se cree la obra desde el principio hasta el final y ofrece una versión de todo punto admirable, tan sincera e intensa como equilibrada y bien construida. La toma sonora, como suele ocurrir en este sello salvo excepciones tan maravillosas como el citado Falstaff, se queda en lo simplemente bueno, pero habida cuenta del precio de esta edición y de que sus intereses musicales superan con mucho sus relativas debilidades, la compra resulta recomendable. Terminemos avisando de que ya está en el mercado el nuevo registro de Sir Colin y la LSO para este mismo sello, concretamente el de Mi Patria de Smetana, obra que ofrecieron el pasado verano en Granada con desiguales resultados: muy bellos pero demasiado otoñales los tres primeros números y sencillamente soberbios los tres últimos, a la altura de quien es todavía hoy el admirable y entrañable director de una de las mejores orquestas del orbe. Ay, ya nos queda poco.

 

REFERENCIAS

ELGAR: Sinfonías nº 1 y 2. Sinfonía nº 3 (elaborada por Anthony Payne)
London Symphony Orchestra, Sir Colin Davis.
3 CDs. 54'47'' + 57'38'' + 57'33''
LSO Live, LSO0072

Distribuidor en España: HARMONIA MUNDI
Página web:
www.harmoniamundi.com