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Número 47º - Diciembre 2.003


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CARMEN

Por Asier Vallejo Ugarte. Estudiante de piano.

Bilbao, Palacio Euskalduna. 21 de octubre de 2.003. Carmen, ópera en cuatro actos. Libreto: Henri Meilhac & Ludovic Halevy, basado en la novela de P. Mérimée. Música: Georges Bizet. Estreno: Opera Comique de París, 3 de marzo de 1.875.

Carmen: Carolyn Sebron. Don José: César Hernández. Micaela: Inva Mula. Escamillo: Genaro Sulvarán. Frasquita: Sabina Puertolas. Mercedes: María José Suárez. Remendado: José Ruiz. Dancaire: Rodrigo Esteves. Zuñiga: Christophe Fel. Morales: Fernando Latorre. Lillas Pastia: Francisco Maestre. 

Dirección Musical: Alain Guingal. Dirección de Escena: Emilio Sagi. Coro de la Ópera de Bilbao (dir: Boris Dujin). Escolanía de Ntra. Señora de Begoña (dir: Iosu Soldevilla). Orquesta Sinfónica de Szeged (Hungría). Producción: Teatro Real de Madrid. 

 

Apenas días después del estreno de la última versión cinematográfica de Carmen, dirigida por Vicente Aranda y protagonizada por Paz Vega, la ABAO presentaba en Bilbao la Producción del Teatro Real de Madrid para representar la más célebre creación de G. Bizet y, sin duda, una de las obras cumbres de la historia de la ópera.

La producción no era desconocida, ya que pocos años antes había sido retransmitida por TVE, cuando para el ente público la cultura musical era algo más que un grupo de chavales bien parecidos aprendiendo en una academia a castigar su voz para subordinarla al gusto de las masas.

La mezzo Carolyn Sebron fue la encargada de dar vida a la racial protagonista. Sin duda, su esbelta figura conllevó que determinados movimientos sobre el escenario carecieran de naturalidad: fue mayor la intención que el resultado. Tampoco su voz es excesivamente bella ni agraciada, pero supo dotarla de un tono sensual y exótico, con el que consiguió crear una Carmen elaborada y convincente.

César Hernández había protagonizado Norma la temporada anterior, con un éxito muy discreto. Parecía, en principio, que su voz podría adecuarse más al rol de Don José, por su riqueza y el dominio del registro medio. Sin embargo, si bien su timbre es interesante, dio la impresión de que tras tanta audición empalagaba. Además, no reflejó bien la compleja evolución del personaje a lo largo de la obra, proponiendo el mismo Don José en el dúo con Micaela del primer acto y en el dúo final con Carmen. Por ello, tampoco en esta ocasión consiguió el fuerte aplauso del público vasco.   

Inva Mula, por su parte, sí lo hizo. Con una voz acaso demasiado ligera, dio a Micaela la jovialidad adecuada. Cantó extraordinariamente bien, con hermosísimos filatos y agudos; en el acto tercero su canto conmovió por su línea e intensidad. ¡Soberbia!

Ausente Genaro Sulvaran, de voz grande y oscura, pero no debidamente exhibida. No es Escamillo un papel de gran relevancia, pero su intervención solista merece mayor fortuna. Sabina Puertolas y María José Suárez, Frasquita y Mercedes, respectivamente, elevaron la calidad media de la representación, tanto en el plano vocal como el escénico. El resto del reparto cumplió correctamente con su cometido.

El francés Alain Guingal hizo de la orquesta un instrumento compacto y eficaz, siendo capaz de integrar el acompañamiento orquestal en lo que sucedía sobre el escenario. El Coro de la ópera de Bilbao, mientras, sigue demostrando que el trabajo bien hecho tiene resultados satisfactorios. Algo menos afortunada fue la intervención del Coro de la Escolanía de Nuestra Señora de Begoña, sobre todo por que los chavales no acabaron de encontrar su sitio en la escena.

La producción resultó genial. Emilio Sagi, un verdadero maestro de la escena, hizo gala de una imaginación y un control del escenario muy elogiables. Tanto lo exótico de los ambientes como el movimiento de actores resultaron, en general, creíbles. Exacerbó el contenido taurino del cuarto acto, e incluyó un zapateado a cargo de la Compañía Antonio Márquez, muy ovacionado por el público. El vestuario fue vistoso y rico en color, y la escenografía adecuada. 

En suma, la de aquella Carmen fue una representación que, aun con intervenciones mejorables, contó con momentos muy brillantes, los cuales valieron para que los asistentes pudiéramos salir del auditorio satisfechos. Fue, a nuestro parecer, una buena noche.