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Número 40º - Mayo 2.003


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ENTREVISTA A ANNE MARIE NORTH
“Cuando ella entró,  todo se iluminó para siempre, y todo se hizo para siempre música”
(Carta de Mozart a su padre Leopoldo, en referencia a su futura esposa Constanza Weber)

Entrevista realizada por Daniel López Fidalgo (Madrid, Grupo Scialoja-Branca).

INTRODUCCIÓN

     Tras los aplausos iniciales, comienzan los rápidos y metódicos preparativos de Anne Marie. Su rito, tal vez inconsciente, es casi litúrgico. Se coloca en su silla y toca levemente las partituras del atril. Se pone sus imperceptibles gafas. Rasga suavemente las amaestradas cuerdas de su violín. La afinación parece satisfacerla. Se coloca el violín como una extensión de su propio cuerpo. Mirada de complicidad a sus compañeros...Y todo se hace música.

       El violín de Anne Marie North está domado. Es sumiso, está sometido. Es un violín sin voluntad. Pero ella quiere compensar a su instrumento, y lo consigue. Jamás pudo tener más suerte un violín. Y es que, hasta para ser instrumento conviene tener suerte.

      Anne Marie, regala a su violín el aplauso generoso de un público sobrecogido ante tanta belleza. Regala a su violín la música, y se la regala para siempre.

      Esta violinista de digitación diabólica y concentración escalofriante, llegó de su Francia natal a nuestro país hace algunos años , y aquí se afincó. En la actualidad es concertino de la Orquesta de la Comunidad de Madrid (ORCAM), y miembro del Cuarteto Leonor.

        Forma parte Anne Marie de las premisas de un fácil silogismo. Tiene la fuerza expresiva de los grandes. Su vida es un ejemplo de disciplina y dedicación, pues desde los seis años su vocación ha sido la conciencia de sus días y de sus noches. Tiene la obstinada mirada del depredador,  al que nada ni nadie apartará de la consecución de sus objetivos. Sus metas,  parecen ser sólo planes de indefectible cumplimiento, y es que, cuando el talento se lleva en el alma, lo demás, es sólo cuestión de tiempo:  una mujer que comenzó a estudiar violín a los seis años se ríe del dios Cronos en la misma puerta del Olimpo.

       Podría estar, de aquí a la eternidad haciendo ejercicios de realismo literario, pero a mí el tiempo sí me apremia, y aunque me agrade hablarles de ella, lo que más nos convendría,  es poder escucharla tocar el violín.

ENTREVISTA

       Daniel López: Bueno Anne Marie, por fin hemos podido conciliar nuestras agendas y hacer esta entrevista que teníamos pendiente desde hacía bastante tiempo.

        Anne Marie North: Sí, la verdad es que he estado muy ocupada las últimas semanas. Entre los ensayos con la orquesta, el cuarteto y demás, no he tenido mucho tiempo.

        DL: Te agradezco que nos hayas hecho un hueco. Vamos a aprovecharlo con la primera pregunta de la tarde, que indefectiblemente se refiera a tus comienzos. He leído impresionado que empezaste a tocar el violín a los seis años.

        AMN: Realmente no había cumplido los seis cuando empecé, pero mis primeros recuerdos del violín los tengo con dos años más o menos. Fue al ver a una gran amiga de mi madre que tocaba el violín. A mi me impactó tanto que quería ser como ella e instintivamente empecé imitarla con cucharas de palo de la cocina. La verdad es que mis padres no tuvieron que convencerme con el violín.

        DL: ¿Tus padres son músicos?

        AMN: Mi padre es profesor de Historia de la Música, y toca el piano. Mi hermano tocaba el fagot, así que  me he educado rodeada de ambiente musical. Empecé a estudiar violín antes que los estudios del colegio.

        DL: Al empezar el colegio continuaste con el violín. ¿Cuánto tiempo le dedicabas entonces?

        AMN: Al principio poco, la verdad, unos veinte minutos . Eso sí era muy estricta, practicaba todos los días. Como me gustaba mucho, a veces cogía el violín y me iba a practicar yo sola.

        DL: Entonces, nunca fue necesario ir detrás de la pequeña Anne Marie para que cogiera su violín.

        AMN: No, no, qué va, era lo que más me gustaba. Yo hice lo que en Francia se llama el bachiller científico, para irme a estudiar ingeniería. Al principio, aunque la música me gustaba, no tenía nada claro qué haría. Había semanas que no podía estudiar violín, era muy irregular.

        DL: ¿Cuándo tuviste claro que perderíamos a una ingeniera para ganar a una gran violinista?

        AMN: Después del bachillerato lo vi mas claro. Inicialmente pensé matricularme en la escuela de ingeniería , pero Kantorow- ( Jean Jacques Kantorow su gran maestro)- me escuchó y me dijo que tenía que seguir con el violín. Es cierto que yo tenía más o menos claro que me gustaba la música, pero sabía de las dificultades de dedicarme por entero a ella.

        Más tarde Regis Pasquier también me animó y cada vez lo veía más claro.

      DL: De modo que estos grandes maestros vieron de inmediato el gigantesco talento de la joven North.

       AMN: Oh, no, no digas eso ... ¡qué va!

       DL: ¡Insisto! Cuando alguien de enormes conocimientos te dice que lo dejes todo y le sigas, o eres un apóstol o es que eres muy buena.

       AMN: Ja, ja, qué va... Supongo que verían cierta aptitud, porque a esa edad técnicamente tenía que mejorar muchísimo. Cuando me cogió Kantorow apenas tenía repertorio, en estabilidad y técnica él me lo enseñó todo.

       DL: Vamos entonces con una pregunta para nota. Por si nos lee el señor Kantorow no andaré con rodeos. ¿qué significa en tu vida musical Kantorow?

       AMN: Me ha enseñado sin duda a disfrutar de la música. Es una persona fantástica. Es un gran músico, ha viajado mucho, ha realizado estudios de historia, entre otras cosas. Tiene una cabeza privilegiada. Es muy simple, muy amable , y sobre todo muy humilde.

        DL: La humildad de los grandes...

       AMN: Todo lo hace sencillo, todo parece un juego. En su clase del conservatorio de Rotterdam todo el mundo se ayudaba, en pocos sitios he visto eso. Era mérito suyo desde luego.

       DL: Pasamos a la etapa de Toulouse. ¿Cómo fue esa época?

        AMN: Mientras acababa la carrera en Rotterdam ya estaba en la orquesta en Toulouse. Fue duro porque tenía que compaginar las dos cosas y había que estudiar obras de gran dificultad: Bach, caprichos de Paganini, conciertos para violín...Todo cosas de gran complicación. No siempre era todo tan complejo, pero había que trabajar mucho.

        DL: Entrar en la orquesta de Toulouse debió suponer toda una experiencia.

        AMN: Sí porque es una orquesta que trabaja muchísimo. Es como una gran maquinaria, con nuevas partituras constantemente, cada noche algo distinto. Llegué además muy joven, sin excesivo repertorio propio y directamente a tocar en un concierto. El régimen de ensayos era duro y además, el músico más cercano observaba tu rendimiento y daba cuenta después. Se hacía agobiante.

        DL: ¡Un drama auténtico!   O sea que mirabas a tu derecha y debías pensar: “Este sujeto puede amargarme la vida, no es otro músico, es un confidente”. Ese ambiente parece más idóneo para valorar a agentes del KGB que para formar músicos...

        AMN: La verdad es que sí, siempre hay buena gente pero te encuentras a otros que... La competencia era muy grande, pero de todo se aprende. Aunque acabé bastante cansada del ambiente de aquella época. Todo esto no era una regla que se cumpliera siempre, pero el ambiente entre los músicos era mejorable. También encontré grandes personas, desde luego.

        DL: ¿Quiénes suelen ser los más rebeldes de la orquesta?

        AMN: Tradicionalmente los violines somos algo más rebeldes. He vivido muchas historias con los músicos de cuerda, pero es lo de siempre, cada uno mira por sus intereses.

        Lo que ocurre es que se suele salir del conservatorio con mentalidad de solista y eso es un fallo. No puede haber diez concertinos en una orquesta.

        DL: Hay que domar los egos de cada uno.

        AMN: Exactamente, no se enseña el arte del músico de orquesta propiamente dicho. Por ejemplo, en Inglaterra esto se cuida más.

        DL:¿ Dónde crees que hay más tradición solidaria, podríamos decir, entre los miembros de una orquesta?

        AMN: Desde luego en Francia, por lo que ha sido mi experiencia te diría que no, aunque me consta que se está avanzando en este sentido. Países como Holanda, Reino Unido trabajan mejor este aspecto.

         DL: Y Anne Marie North llega a España...

        AMN: Sí, decidí hacer las pruebas para la Orquesta de la Comunidad de Madrid y accedí al puesto de concertino, lo que para mí supuso el comienzo de una gran aventura.

         DL: Ahora que, según tus palabras, estás encantada, te habrás quitado esa imagen que soléis tener los que procedéis de allende los Pirineos, de España como país castigado por las tormentas de arena, donde puedes encontrarte un torero detrás de cada esquina.

         AMN: ¡ Ja, ja! La verdad es que fuera no se conoce bien la cultura española. A mí me encanta España. Supuso un cambio brusco. Lo primero que hice fue enfrentarme a una zarzuela. No entendía nada.

          DL: La verdad es que una joven de Lille y “la Verbena de la Paloma” poco tienen común ¿no?

          AMN: Sí la verdad ( ríe), pero creo que España es un país fascinante, con una cultura formidable. Creo que hay un interesante camino por recorrer.

         DL: ¿Cómo fueron tus comienzos con el idioma, porque cuando llegaste no sabías español?

         AMN: No sabía nada, pero fui aprendiendo poco a poco, escuchando a la gente y poniendo mucha atención.

         DL: La verdad es que hablas español tan correctamente que a menudo se me olvida que no es tu idioma.

         AMN: Gracias, es cierto que he mejorado, porque vine a España sin ningún conocimiento.

       DL: Volviendo al violín, ¿qué es lo que más te costó aprender?

      AMN: Todo. No resaltaría nada especial: la postura, afinación, concentración. Lo que quizás me costó más esfuerzo fue la adaptación a lo largo del tiempo, es decir, al empezar joven el cuerpo cambia, el brazo de ayer ya no es el de hoy, el estado de ánimo en la adolescencia también es difícil mantenerlo a un nivel alto.

       DL: ¿Has tenido algún referente, algún espejo en el que mirarte?

      AMN: La verdad es que no, nunca he tenido a nadie como modelo claro. Aunque para ser justa, sí  te diré que mis profesores fueron mi modelo a seguir, de ellos lo he aprendido todo. Cuando estudiaba me gustaba escuchar de todo, si había un disco de Menuhin, pues Menuhin, si encontraba uno de Oistrakh pues Oistrakh,  escuchaba todo lo que caía en mis manos. Admiro muchísimo a Heifetz. Luego al dedicarme profesionalmente sí que empecé a ir a conciertos asiduamente. Escuchaba a Perlman, Mutter....

      DL: Cada día surgen nuevos talentos. Están obteniendo gran éxito la georgiana Batiashvili, Anne Marie North....

      AMN: Yo lo que espero es seguir trabajando, y si logro el reconocimiento del público, pues encantada.

      DL: Hace poco escribí un artículo sobre violinistas judíos; es increíble el talento de esa gente en muchos ámbitos y en concreto en el violín. Perlman, Stern o los clásicos Menuhin, Kreisler, Jascha Heifetz, David e Igor Oistrakh, o más cercano tu maestro Kantorow.

     AMN: Sí los judíos son en general gente muy dotada para la música, tienen gran disciplina y sensibilidad, un sentido muy pronunciado de la familia, no es de extrañar que muchos de los grandes violinistas hayan sido judíos.

     DL: Sobre el Cuarteto Leonor llegas tarde, lo sé todo sobre vosotros.

      AMN: Ya lo sé, la verdad es que poco te puedo contar que no sepas. El Cuarteto es algo precioso como materialización de una idea propia, es otra manera de interpretar de la que aprendo mucho. Además la música de cámara es maravillosa, muchos compositores tienen auténticas joyas en este tipo de música.

     DL: Me parece complicadísima la técnica de un Cuarteto.

     AMN: Es difícil sobre todo lograr una conjunción que permita alcanzar la calidad sonora. Según el Cuarteto Melos con el que, como sabes trabajamos, es nuestro gran logro.

     DL: Para acabar. ¿Hablamos de tus compositores favoritos?

     AMN: No tengo en esto tampoco ninguno en concreto. Ravel, Rachmaninov, Malher y  Beethoven por supuesto están entre mis favoritos.

     DL: Ha sido un lujo para recordar, el haber podido hablar contigo de música y de todo. Muchas gracias Anne Marie.

     AMN: Muchas gracias a ti, por todo.

No sé por qué con frecuencia excesiva, en este, mi querido país, nos mostramos temerosos a hablar bien de los demás, muestra sin duda de  nuestro carácter “cainita” y autodestructivo que ha forjado durante siglos una peculiar manera de ser, tratada por nuestros grandes pensadores. Este aspecto fue estudiado por Ortega y Gasset como : “la caída española a los infiernos”; porque como entendía Jean Paul Sartre en su única obra de teatro - “A puerta cerrada”- : “El infierno son los otros”.

    Parece como que el posible viento a favor fuera siempre prueba de una confabulación previa, de un contubernio, de una maquinación odiosa, de una retribución en especie, de un interés oculto, que tal vez se manifieste ahora en estado embrionario, pero que tal vez, sea germen de la excusa de los mezquinos, que podrán decir ese zafio: “Lo ves, ya decía yo que esto no podía ser...”.

     Por el contrario, forma parte también de nuestro carácter, como la otra cara de la moneda, como una división maniquea de nosotros mismos, el hablar bien de lo extranjero y ensalzarlo en detrimento de lo nuestro, cobrándose este razonamiento víctimas históricas.

-In medio virtus-. No escatimaré elogios a quien los merece, ni mucho menos pediré disculpas por ello.

    Anne Marie North posee el don del entusiasmo, divina obcecación de un halo mayestático y sublime, de un aura que deslumbra con sólo mirarla.

    En el alma de Anne Marie habita una clave de sol, de un Sol cegador que todo lo ilumina. En el alma de Anne Marie se pueden oír los latidos de un gigante.

Dedicamos este trabajo a quienes no la escucharán nunca tocar el violín.