Revista mensual de publicación en Internet
Número 40º - Mayo 2.003


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

THE VERY BEST OF...

Por Rubén Flórez Bande

          

EMI publica una serie de dobles CD´s dedicada a cantantes de ópera de los que nos ha remitido tres, y los tres de cantantes españoles: Montserrat Caballé, José Carreras y Plácido Domingo. Allá vamos:


Montserrat Caballé

Los discos dedicados a esta soprano catalana, que recientemente ha cumplido ya los 70 años, muestran un amplio espectro de todo lo que ha hecho esta singular artista, a lo largo de su amplia y aún continuada carrera.

El primer disco se abre con una selección verdiana. "Ritorna vincitor" y "Qui Radamés verrà... O patria mia" de Aida, son las dos primeras piezas, de una "joven" (1971) Caballé, que no llega a los logros de ella misma tres años después en la grabación de la ópera completa junto a Domingo. Aquí aparece ya su musicalidad, y lirismo, pero le falta esa expresividad tan alabada en la grabación completa, le falta quizás cierta matización expresiva en alguna frase, pero son unas grandes lecciones de canto. Guadagno cumple como "maestro concertatore", que ya es decir.

Sigue el recorrido verdiano, con "Pace, pace mio Dio" de La Forza del destino y "Una macchia è qui tutt´ora" de Macbeth, con las mismas características que las anteriores, muy bien cantadas, pero que aún les falta madurar, mucho lirismo, pero no tienen por ejemplo, el dramatismo de una Callas. Guadagno sigue acompañando correctamente.

El recorrido verdiano termina, con una de las joyas de esta mujer, y de la discografía verdiana en general, su Isabel de Valois, del Don Carlo: la Caballé interpreta un "Tu che la vanitá" que curiosamente, siendo compañera en fechas de las anteriores arias, tiene aparte de musicalidad un gran contenido dramático y expresivo; puede que ayudara la batuta, Giulini, siempre atento a todo detalle, y con la que la soprano se encuentra a gusto, consiguiendo así un aria con grandes dosis de angustia.

El disco prosigue con el aria "L´altra notte in fondo al mare" del Mefistofele de Boito, con cierto aroma verdiano; la soprano da una interpretación muy cuidada y bien cantada. Y a continuación "Voi lo sapete, o mamma" de la Cavalleria Rusticana de Mascagni, donde sí se muestra plenamente dramática la soprano, ya no quizás tan atenta a lo "bonito" sino al valor de la expresión, pero sin perder el lirismo que le caracteriza, quizás la batuta de Muti sea demasiado "hiriente", pero a esta partitura no le viene mal.

En el aria de Guillermo Tell "Ils s´éloignent enfin... Sombre forêt" la Caballé canta muy concienzudamente este Rossini serio, en el que ella siempre se sintió a gusto, como en Tancredi y Semiramide por ejemplo, canta con mucha dignidad, sin caer en una versión encorsetada.

Y el primer disco termina con una selección del recital que grabó con el pianista Alexis Weissenberg en 1979. La primera piececita es el Canto a Sevilla de Joaquín Turina, donde la Caballé se muestra graciosa, pero con una dicción, curiosamente en castellano poco clara, preocupada más en hacerla bonita. Y termina el disco con las Cinco canciones negras de Montsalvatge muy bien acompañadas al piano por Weissenberg, pero en las que la soprano patina de morros, intenta darle la gracia, pero no lo consigue, intenta mostrar nostalgia, pero no lo consigue... todo se queda en buenas intenciones.

El segundo disco, dedicado a esta soprano, esta compuesto únicamente por arias de Puccini y Bellini. Se abre el disco con "In quelle trine morbide" de la grabación completa de su Manon Lescaut, con Bartoletti a la batuta y que nos da uno de los mejores Puccini de la soprano catalana.

Las arias de Mimí de La Boheme ( "Sì. Mi chiamamo Mimí" y "Donde lieta uscì"), si bien están perfectamente cantadas, les falta la inocencia, y la "niñería" si se puede llamar así, que exige esta partitura, se quedan en una versión cartón-piedra, lo que igualmente se podría decir de su Madama Butterfly ("Un bel dì vedremo" y "Tu, tu, piccolo iddio!"). La Tosca en cambio tiene auténticos logros, óigase si no la grabación con Carreras y Colin Davis dirigiendo, soberbia, desligándose de la actriz descarnada de una Callas, y sumiéndose en una mujer más lírica, con sentimientos, más a flor de piel, y sin tanto juego psicológico; aquí se nos da un "Vissi d´arte" de auténtica maestría. Su Turandot para mí es confusa, mucho adornar, mucho edulcorar el sonido, y en vez de mostrarnos una princesa en toda su grandeza, se nos muestra una princesa que duda... no me acaba de convencer: se incluye "In questa Reggia" (acompañada dignamente por Lombard y secundada por un forzado Carreras), aparte de "Signore ascolta" y "Tu che di gel sei cinta" del papel de Liu, procedentes del recital de 1975 con Mackerras.

La selección pucciniana se completa con dos delicias el "O mio babbino caro" de Gianni Schicchi, caballo de batalla de la Caballé, y el "Chi il bel sogno di Doretta" de La Rondine, con una coquetería de mucho gusto. La batuta de Sir Charles Mackerras, es perfecta como acompañante, plegándose a las exigencias de la soprano, pero rescatando ciertos detalles tímbricos de las partituras a los que era tan propenso Puccini, y que siempre son gratos de escuchar. Y el recorrido por el saber cantar de la Caballé, se termina, con otro de sus caballos de batalla, el bel canto, y con una sorprendente, dramática y colorista versión de la Escena final, de Il Pirata de Bellini, una joya que hay que tener... después de la de Callas.



José Carreras

José Carreras grabó bien poco para la EMI y quizás por ello se nos dé un programa tan raquítico en cuanto a obras y compositores, pero vamos con los resultados:

El primer disco, al igual que el de la soprano catalana, se abre también con Verdi, y también en este caso con Aida, en la versión que grabara junto a Mirella Freni, y a las órdenes de Karajan. El resultado es bien decepcionante, Carreras no es una voz para Radamés, demasiado fuera de sitio, demasiado forzada, me viene a la cabeza una frase de un amigo que lo define a la perfección, "Nemorino en la corte del faraón", y tiene toda la razón, tampoco es que el acompañamiento sea de lujo, un Karajan aplastante, sin compasión, haciendo sonar Verdi, como si fuera música de marchas prusianas. La Freni hace lo que puede, pero tampoco es una voz idónea para Aida, los dos se muestran fuera de sitio en la escena final de la ópera. Convincente sin más la Amneris de la Baltsa. La selección de arias es "Se quel guerrier io fossi!... Celeste Aida", un sin sentido final del III acto "Pur ti riveggo, mia dolce Aida" y la escena final de la ópera "La fatal pietra sovra me si chiuse".

El disco sigue con el aria de Macduff, del Macbeth verdiano "O figli, o figli miei!... Ah, la paterna mano". Carreras no tiene la voz de un Bergonzi, pero convence también. En cambio su Turiddu, de Cavalleria Rusticana al igual que su Canio de Pagliacci son forzados hasta la exageración, en ocasiones chillados y con muy mal gusto. Lo único que se salva es la dirección de Muti, hiriente, salvaje, punzante, dejando muy atrás al tenor español. De Cavalleria se seleccionan "Tu qui, Santuzza?" (con la Caballé) "Intanto amici... Viva il vino spumeggiante" (quizás lo mejor de la selección) y una despedida de la madre, que más bien parece un berrinche de un niño consentido, "Mamma, quel vino è generoso". De Pagliacci, "Un grande spettacolo... Un tal gioco, credetemi", un chillón "Recitar!... Vesti la giubba" y un final de la ópera "No, Pagliaccio non son" de psiquiátrico, porque son todo gritos. En cambio, su Calaf (en el Turandot de Puccini) tiene más peso, intenta rebuscar el toque dramático no sin ello seguir forzando, es mucho papel, para tan poca voz, pero lo intenta dignificar, sobre todo en el "Nessun Dorma" aunque en ocasiones dé la sensación de que se esté ahogando.

El segundo disco dedicado a Carreras se vuelve abrir con otra selección de una grabación de Don Carlo, otra vez con Mirella Freni, como Isabel de Valois, y el contundente y otra vez aplastante acompañamiento de Karajan. No está aquí tan perdido Carreras como en su Radamés, pero la voz sigue sin estar en su sitio, se echan de menos un Bergonzi o un Domingo, la Freni es lo mejor del reparto, con una Isabel muy lírica, y no tan ominosa, está bárbara en el duo "Perduto ben, mio sol tesor". Capuccilli como Posa está algo oscuro, pero muy noble en el dúo "Dio, che nell´alma infondere"; en este dúo Karajan se pasa de rosca, y el tema de la amistad parece la Obertura 1812 de Tchaikovsky, pura marcialidad.

El resto del segundo disco está dedicado a la ópera francesa, con mejores resultados que en las selecciones anteriores. Toda esta selección está sacada de un recital, con la Orquesta del Covent Garden, y dirigidos por Jacques Delacôte. Empieza con el "Aria de la flor" de Don José, de la Carmen de Bizet; no es Domingo, pero su dicción es mucho mejor, una lectura muy idiomática, mucho mejor que en la grabación que tiene de la ópera completa con Karajan. Sigue el disco con el "Quel trouble inconnu me pénètre... Salut! demeure chaste et pure" del Fausto de Gounod, cantada con una dicción francesa impecable, con un timbre muy juvenil, no pidiendo grandes excesos del tenor, y con una mezzavoce, casi susurrada, muy cuidada. Le sigue "L´amour, l´amour... Ah! lêve-toi, soleil" del Romeo y Julieta, de un intimismo muy conseguido, como si estuviera cantando en secreto. "Source délicieuse" de la poco conocida Polyeucte de Gounod, está también cantada con esa melosidad de la ópera francesa, y gran fuerza.

Acabando con Gounod, pasamos a otro grande la ópera francesa, Jules Massenet. Una de las mejores arias que hayan salido de su pluma "Ah! tout est bien fini... Ô Souverain, ô juge, ô pere" de El Cid, está cantada con total grandeza, quizás le falte empaque a la voz, algo más de robustez, pero de todas maneras convence. "Ce monde que je vois... Ah! qu´il est loin mon pays" de Sapho, muy sufrida y "exótica" en cuanto a orquestación. El "Ne pouvant réprier les élans... Adieu donc, vains objets" de la Herodiade, con un inicio muy nostálgico, acaba en "rabia" contenida, toda una gran progresión psicológica. De Halèvy, su aria más famosa para tenor "Rachel! Quand du Seigneur" de La Judía, con cierto toque verista, hace un aria que conmueve, a flor de piel. De Meyerbeer, otro grande de la ópera francesa, también otra aria archiconocida "Pays merveilleux... Ô paradis" de La Africana. Carreras no es Kraus, y se nota, le falta cierto vuelo a esta aria, quedando algo plana. Y de Lalo, una curiosidad, "Puisqu´on ne peut fléchir... Vainement, ma bien-aimée" precioso el diálogo inicial del violoncello, y la melodía "infantil" en la que se sostiene el aria. Y para finalizar el disco, una selección de La Périchole ("Le conquérant dit à la jeune indienne", "Vous at´on dit souvent", "Et là maintenant que nous sommes seuls" y "On me proposait d´être infâme") de Offenbach junto con Teresa Berganza, cantando los dos con mucha gracia y salero, aunque la Berganza esté ya algo gastada, pero con mucha chispa. Plasson acompaña muy bien.


Plácido Domingo

Al contrario que José Carreras, Domingo, grabó (y graba) mucho más, y más variado. Este doble CD nos permite recorrer casi todo su repertorio aunque repita algun aria del anterior. Empezamos:

El primer disco, sorprendentemente, se abre con arias de Mozart para tenor, papeles que bien poco ha trabajado el cantante madrileño. "Il mio tesoro" de Don Ottavio, en Don Giovanni, "Un aura amorosa" del Così fan tutte y el "Dies Bildnis ist bezaubernd schön" que canta Tamino, en La Flauta mágica, todas están correctamente cantadas, pero sin el menor estilo mozartiano, y con un exceso de voz; más matización no le vendría mal, pero sirve más o menos, para ver por donde irían los tiros, si se hubiera arriesgado a ello, nada que ver con un Wunderlich, un Gedda, un Dermota... Para acabar con Mozart, una extravagancia del divo, cantar "La cì darem la mano" haciendo de Don Giovanni (sí, ya sé que Domingo empezó de barítono, pero su actual voz, no está para estas cosas), muy mal gusto, y farragosa, mucho mejor la Zerlina de Susan Graham que sí parece estar en su sitio.

Continuamos con otra rareza, un Haendel, el aria "Vani sono i lamenti... Svegliatevi nel core" del Julio César, en ella no se ve nada de barroco por ningún lado, todo cantado de forma muy elegíaca, otra vez con demasiado volumen, pero fuera de texto, tampoco ayuda mucho la dirección de Eugene Kohn. De Haendel pasamos a Meyerbeer (¿qué tendrá que ver el uno con el otro?) a oír otra vez "Pays merveilleux... Ô paradis" que ya había cantado Carreras. Mucha más voz Domingo, pésima dicción en francés, pero que tiene un "no-sé-qué" que engancha. Seguimos con ópera francesa, y repetimos otra vez "Quel trouble inconnu me pénètre... Salut! demeure chaste et pure" no es tan incisivo como un Alagna o un Carreras y da una sensación de pesadez, en cambio en "Ah! tout est bien fini... Ô Souverain, ô juge, ô pere" de El Cid, convence mucho más que Carreras, pese a la dicción de Domingo: mucho más empaque, mucho más chorro de voz, mucho más solemne.

Del francés nos pasamos a los rusos, uno de los últimos éxitos de Domingo, aquí nos encontramos con dos muy buenas versiones del Aria de Lensky del Eugene Onegin, muy sentida, y dolorosa y una vistosa Net, tol´ka tot, kto znal (más conocida por su título inglés "None but the lonely heart"), posiblemente la canción más conocida de Tchaikovsky; lo que sí que no ayuda mucho es la dirección de Randall Behr, algo despistada, y poco entregada.

El Puccini de Domingo siempre ha tenido su fama, y estos registros algo lo demuestran. Empiza con dos arias del Des Grieux de Manon Lescaut ("Donna, non vidi mai" y "Ah, Manon, mi tradisci", está última tambien en compañía de Caballé, procedente de su grabación de la ópera completa), unas versiones muy ensoñadoras, y con una voz que está aquí jovencísima, convence como el joven protagonista. El Cavaradossi de Domingo puede que sea el mejor de la última mitad del siglo XX pero en la versión de Tosca que tiene con la Scotto, su voz ya estaba algo resentida, le falta la frescura de antaño, pero sigue sentando cátedra ("Dammi i colori... Recondita armonia" y "E lucevan le stelle"). La dirección de Levine es algo alocada. Finaliza la selección pucciniana con un aria poco frecuente, "Ch´ella mi creda" de La fanciulla del West, una lectura muy efusiva.

Del Mefistofele de Boito, "Dai campi, dai prati" no me acaba de convencer, le falta chispa, y parece como si estuviera cantanda sin la entrega que requiere, aunque Rudel como director pone de su parte. Otra rareza es el aria "Virgini Muse... Quando al soave anelito" del Nerone de Mascagni, cantada con mucha fuerza, como si fuera un himno, muy conseguida, aunque se oiga algo distante, cosas del productor.

Y ahora llegamos a un tema controvertido, el "caso Wagner" de Domingo, para unos una maravilla, para otros prescindible; bien, yo hasta ahora sólo le conocía un primer acto de La Walkiria, con Barenboim, y no me decepcionó, no es un wagneriano de pro, pero le transmite cierto lirismo mediterráneo a estas interpretaciones; quizas le falte matización, pero chorro de voz, y empaque tiene, quizás no sea la ortodoxia pura, pero no me decepciona ("O sink hernieder, Nacht der Liebe" del Tristán e Isolda, con una muy buena Deborah Voight y la "Canción de la Fragua" de Sigfrido con un Pappano que parece que está dirigiendo un musical... raro en él).

El segundo disco empieza con un caballo de batalla de Domingo, Verdi. Su "Se quel guerrier io fossi!... Celeste Aida" es una referencia, nada que ver con la ñoñería de Carreras, aquí está todo en su sitio, cantado con mucha nobleza, también la batuta de Muti está a la altura. Sigue otra especialidad de la casa, el Riccardo (o Gustavo) de Un ballo in maschera ("Su, profetessa... Di´tu se fedele" y "Forse la soglia attinse... Ma se m´è forza perderti") de su primera grabación de la ópera con Muti, muy juvenil y convincente, recuerda al buen Bergonzi. No está convincente en "O tu che in seno agli angele" de La Forza del Destino, algo destemplado. Su Don Carlo ("Su, cacciator... Fontainebleau!..), de lo mejor de su discografía. Y una muestra no tan buena de otro de sus caballos de batalla, el Otello, aquí ya "mayor", un "Niun mi tema" con John Baker, que no tiene nada que ver, con otras versiones anteriores. El disco discurre, con algún que otro relleno de arias de operetas de Strauss, Lehar, Keller, muy mal cantadas y fuera de estilo, aunque él lo intente; eso sí, la lectura de Rudel es muy buena, todo un gran concertador. El disco también recoge romanzas de zarzuela, como "Mi aldea" de Los Gavilanes de Guerrero, "La canción del sembrador" de La Rosa del azafrán, "No puede ser" de La Tabernera del Puerto de Sorozábal, "Coplas de Ronda" de Francisco Alonso, todas muy bien cantadas, es un maestro en este repertorio. También hace dos dúos con Manuel Barrueco a la guitarra de canciones de Rodrigo como Copillas de Belén y Coplas de un pastor enamorado donde se prefiere el intimismo de la guitarra, al chorro de voz de Domingo, y termina el disco con una canción popular española, y el Jealousy Tango de Jacob Gade.


En definitiva unos discos que cumplen con su función, dan a conocer el saber hacer (bueno o malo, según el caso) de estos tres cantantes españoles.




REFERENCIAS:

THE VERY BEST OF MONTSERRAT CABALLÉ (varios autores, orquestas e intérpretes)
EMI 5 75891 2 (2 CD's)

THE VERY BEST OF JOSÉ CARRERAS (varios autores, orquestas e intérpretes)
EMI 5 75903 2 (2 CD's)

THE VERY BEST OF PLÁCIDO DOMINGO (varios autores, artistas e intérpretes)
EMI 5 75906 2 (2 CD's)