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Número 69º - Octubre 2.005


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La evolución de la flauta a lo largo de la historia (II)

Por Pablo Ransanz Martínez. Estudiante de la Univ. Autónoma de Madrid. 

 

El esplendor del barroco

El periodo comprendido entre 1.650 y 1.750 ha sido definido como el más fructífero para la flauta dulce, puesto que es en el barroco donde ésta alcanza su mayor popularidad, siendo preferida por los compositores europeos frente a la flauta travesera. La flauta dulce de la época barroca (Flauto dolce, en italiano) se construye a menudo de tres partes, con especial predilección por la tesitura de contralto. No es más recta y simple que la flauta renacentista, pero en el estilo típicamente barroco, se le añaden anillos y filigranas cuya función es meramente decorativa. La cabeza y el pabellón están aquí netamente marcados, y sus paredes son estrechas y cónicas. El sonido es rico en agudos, más brillante, y el instrumento se presta mejor al virtuosismo y al esplendor. De ahí que se le haya dado el nombre de “flauta dulce”. Igualmente se la conoce como “flauta de pico” o “flauta de bloque” en la terminología alemana (“Blockflöte”). Weigel describió la dulzura de su timbre en su “Musikalisches Theatrum”: “el nombre de flauta evoca ya la dulzura, que sirve al amor cortés bajo un cielo estrellado”.

Todos los grandes compositores de este período nos han legado obras para flauta dulce y flauta travesera. Georg Philipp Telemann (Magdeburgo, Alemania, 14/03/1.681 – Hamburgo, Alemania, 25/06/1.767), celebrado en vida como uno de los grandes compositores alemanes e impulsor, junto con Mattheson y Keiser, de la brillante escuela musical formada en Hamburgo durante el siglo XVIII, contribuyó notablemente al desarrollo de la flauta dulce mediante la composición de sonatas para este instrumento. La mayor parte de ellas, con el soporte armónico proporcionado por el bajo continuo (clavecín, clavicémbalo); otras, a solo. También compuso seis sonatas para dos flautas dulces contralto (1.727), al menos siete “duettos” y otro cuaderno de “seis sonatas en canon” de gran belleza fechado en 1.738.

Telemann dedicó esfuerzos notables en la composición de conciertos: cinco conciertos dobles para flauta dulce y diferentes combinaciones (fagot, viola de gamba, flauta travesera), de los que sobresalen dos para dos flautas dulces tenor y el concierto para flauta dulce, flauta travesera, cuerdas y bajo continuo en Mi menor, cuyo movimiento rápido final (presto) refleja las influencias y los resultados de los viajes de Telemann a Polonia. La estructura de estos conciertos sigue el esquema de la época, en cuatro movimientos alternos (lento – rápido – lento – rápido). Así mismo, numerosas sonatas en trío para flauta dulce y travesera (son muy notables las correspondientes a la serie “Essercizii Musici”), así como varios cuartetos y las doce Fantasías para flauta travesera a solo integran la producción telemanniana para flauta.

Su amigo y admirador Georg Friedrich Händel (Halle, Alemania, 1.685 – Londres, Inglaterra, 1.759), del que su compatriota Ludwig van Beethoven (Bonn, Alemania, diciembre de 1.770 – Viena, Austria, 26/03/1.827) dijo ser “el más clásico y el más profundo de todos los poetas musicales”, también compuso obras notables para flauta. El genio de Bonn consideraba a Händel como “el más grande compositor que haya existido nunca”. En particular, sus sonatas para flauta dulce y continuo, así como las sonatas para flauta travesera, merecen ser recomendadas a nuestros lectores. Estas sonatas están escritas en estilo italiano, como la gran mayoría de la producción instrumental y vocal händeliana. De hecho, puede comprobarse que el “italianismo” de este compositor alemán es casi total. El flautista español Álvaro Marías, fundador de la agrupación musical “Zarabanda”, define el estilo de estas sonatas como “muy corelliano”, apuntando que “en general, Händel cultiva más el modelo eclesiástico, la sonata di chiesa (sonata de iglesia), que el da camera (de cámara)”. La belleza e inspiración de estas sonatas es otro elemento importante a resaltar. En la producción operística del “famoso sajón”, puede encontrarse la presencia de la flauta dulce en obras como “Acis y Galatea”, donde ésta, en tesitura de sopranino, imita el canto de pájaros.

Mientras que Telemann y Händel gozaban de un enorme prestigio y eran aclamados como celebridades mundiales, Johann Sebastian Bach (Eisenach, Alemania, 1.685 – Leipzig, id., 1.750) fue un compositor poco conocido en su época que tuvo un gran renombre como Kantor en Leipzig,  aunque muy minoritario. Los maestros italianos, alemanes y franceses son estudiados por Bach, que lleva a cabo una labor musical gigantesca dentro de su modesta vida familiar. El gran organista de Eisenach utilizó la flauta dulce en obras orquestales de diferentes características, aunque no compuso ninguna pieza para este instrumento a solo. Se pueden encontrar partes escritas para flauta en sus “Conciertos de Brandenburgo” (Nros. 2 & 4), así como en un total de 21 Cantatas, 19 de ellas para flauta dulce contralto (con la posible excepción de la Cantata Nr. 18), y dos para flautas dulces más agudas (Cantatas Nros. 96 y 103). Tampoco falta la intervención de este instrumento en la “Pasión según San Mateo” (1.729), concretamente en el “Recitativo y Coro 25”.   

Además de estos tres grandes autores, en la Italia de la época barroca se deben destacar nombres como los de Francesco Barsanti (1.690-1.772), Giovanni Battista Bononcini (1.670-1.747), Giuseppe Sammartini (1.695-1.750), Benedetto Marcello (1.686-1.739), Francesco Maria Veracini (1.690-1.768), Alessandro Scarlatti (1.659-1.725) y Antonio Vivaldi (Venecia, 1.678 – Viena, Austria, 1.741). Este último escribió un famoso trío para flauta dulce, oboe y bajo continuo, además de dos conciertos para flauta travesera (RV 108 y RV 434), un concierto para dos flautas traveseras (RV 533), y tres conciertos para flautino, también denominado flauto piccolo (RV 443, RV 444 Y RV 445).

En Alemania, los principales compositores para flauta junto con Telemann fueron Johann David Heinichen (1.683-1.729), Johann Christoph Graupner (1.683-1.760), Johann Mattheson (1.684 -1.764), Johann Christoph Pez (1.664-1.716), Johann Joachim Quantz (1.697-1.773) y Johann Friedrich Fasch (1.688-1.758). Sirva como dato curioso para nuestros lectores la composición por parte del mencionado Heinichen de un concierto para cuatro flautas contralto, cuerdas y bajo continuo. Además, el virtuoso flautista Quantz escribió un libro didáctico para flauta travesera, titulado “Versuch einer Anweisung die Flûte Traversière zu spielen” (1.752). En dicha obra se tratan aspectos relacionados con la ornamentación, articulación y problemas relativos a la didáctica musical. Quantz compuso ciento noventa y seis conciertos para una o dos flautas traveseras y orquesta, cerca de doscientas sonatas con bajo continuo y muchos tríos y cuartetos. Aunque la estética de las obras de Quantz está fuertemente influenciada por Vivaldi, aportó cambios importantes a su instrumento, dándole la categoría de instrumento solista dentro de la orquesta por primera vez en la historia de la música.

Inglaterra fue uno de los países en los que la flauta dulce se convirtió en un instrumento de primer orden durante esta época de esplendor. El belga Jean Baptiste Loeillet (1.680-1.730), nacido en la ciudad de Ghent, se instala en Londres como instrumentista de flauta dulce y oboísta, introduciendo en Inglaterra la flauta germánica (transversal de tubo cónico con una llave). Comenzaron a surgir otras flautas dulces, como la flauta de voz (prácticamente una contralto en re), la flauta sexta (afinada una octava superior a la flauta de voz) y la flauta cuarta (soprano en si bemol). Todas ellas fueron utilizadas en diversas obras de cámara por compositores de todo el continente europeo.

Entre los compositores para flauta más importantes en este país, figuran  Robert Valentine (c.1.680 - c.1.735), Johann Christian Schickhardt (c.1.682 - c.1.762), Robert Woodcock (?, c.1.734), John Baston (1.711-1.733), el francés Charles Dieupart (c. 1.700 - 1.740) y William Babell (c.1.690 - 1.723). Merece destacarse la labor de Babell, quien era hijo de un fagotista y copista francés (¿hugonote?), Charles Babell. En 1.726, tres años después del fallecimiento de William Babell, los editores londinenses Walsh & Hare publicaron un cuaderno de seis conciertos suyos: cuatro para flauta sexta, uno para dos flautas sextas y otro para dos flautas contralto.

De los compositores franceses de este periodo, es preciso resaltar la figura de Joseph Bodin de Boismortier (Perpiñán, Francia, 1.689 – París, id., 1.755). Afincado en París, donde encontró futuro y fortuna, es poseedor de un catálogo muy extenso de obras para flauta travesera. De su centenar de obras, la gran mayoría están compuestas para este instrumento en diferentes agrupaciones. Son una rareza sus seis conciertos para cinco flautas traveseras Op.15, obras de indiscutible originalidad y de elaborada escritura, llevados al disco por el sello discográfico ACCENT*. Humor y amabilidad marcan sus obras encantadoras y brillantes.                                                               

La llegada del clasicismo y el declive de la flauta dulce

La flauta dulce había vivido su época dorada durante un siglo. En la segunda mitad del siglo XVIII, comenzaron a aparecer conjuntos instrumentales que tenían cada vez más expresividad con notas suaves y fuertes, por lo que la flauta travesera barroca (generalmente de madera), cuya potencia sonora no era mucho mayor que la de la flauta dulce, adquirió un poco más de ventaja al tener más facilidad para el fraseo. Debido a ello, durante el clasicismo se hizo una separación: la flauta dulce quedaba reducida para ser utilizada en música de cámara, mientras que flauta travesera cobraba cada vez mayor protagonismo en las orquestas como instrumento solista, integrada en la sección de viento-madera.

En esta época, inquieta cultural y políticamente, se hace perfecta una forma musical fundamental en la historia, la sonata, con su primer movimiento sujeto – en cuanto a temas y desarrollo – a reglas fijas, y sus otros tres o cuatro movimientos, que siguen también un orden. El contrapunto, ampliamente desarrollado en el barroco, tiende a simplificarse en el clasicismo, y la melodía acompañada armónicamente reclama su puesto.

Franz Joseph Haydn (Rohrau, Austria, 1.732 – Viena, id., 1.809) es uno de los iniciadores de esta nueva corriente musical. En 1.759, año del fallecimiento de Händel, Haydn escribe su primera sinfonía y Carlos III es proclamado rey de España. La flauta travesera está presente en toda su producción sinfónica (con un total de 104 sinfonías). Haydn establece la forma, el equilibrio y el significado de la sinfonía, del cuarteto y de la sonata para pianoforte, heredero técnico del clave y del clavicémbalo.

La época clásica supone un punto de inflexión en el quehacer de los compositores, puesto que éstos dejan de depender de un aristócrata, un alto cargo eclesiástico o  un municipio para ejercer su profesión libremente. Wolfgang Amadeus Mozart marca el inicio de esta nueva filosofía de vida. Es significativo para nuestros lectores conocer lo que manifestaba Haydn sobre su propia obra: “Retirado en el palacio de Esterhazy y dedicado sólo a mi trabajo, podía experimentar y descubrir lo que aumentaba y lo que disminuía los efectos; mejorar la técnica, alargar, acortar y atreverme a todo. Allí no había nadie cerca de mí para llevarme la contraria e influirme, así que, por fuerza, tenía que ser original”.

Dos de los hijos de Johann Sebastian Bach, Johann Christian Bach (Leipzig, Alemania, 05/09/1.735 – Londres, Inglaterra, 01/01/1.782) y Carl Philipp Emmanuel Bach (Weimar, Alemania, 08/03/1.714– Weimar, id., 14/12/1.788), integran el grupo de grandes compositores que impulsan el clasicismo. Ambos componen obras para flauta travesera. Por otro lado, Johann Stamitz (Deutsch-Bord, actual Chequia, 17/06/1.717 – Mannheim, Alemania, 1.757), hombre sin demasiado talento creador, pero de una extraña intuición en lo interpretativo, funda la llamada Escuela de Mannheim, en la que se fundamenta un cambio profundo en la expresión orquestal, en su riqueza tímbrica, en los efectos del volumen sonoro (mediante los crescendos y diminuendos) y en una nueva concepción de lo que es un conjunto instrumental. Interesará a nuestros lectores saber que Stamitz compuso cerca de cincuenta sinfonías.

Una excepcional muestra de las posibilidades expresivas y tímbricas de la emergente flauta travesera queda reflejada en las composiciones que realizase para este instrumento Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, Austria, 27/01/1.756 – Viena, id., 05/12/1.791). El niño prodigio, que había sido aplaudido en todas las grandes cortes del continente europeo por su extraordinaria precocidad y talento al teclado, escribió dos conciertos para flauta (KV 313 y KV 314), además de un “Andante en Do Mayor”. En 1.777, el joven Mozart viaja con su madre a Mannheim , donde concluye el 25 de Diciembre su “cuarteto para flauta y cuerdas en Re Mayor”, KV 285. La capacidad musical de Mozart era realmente extraordinaria, como así lo constata Haydn, el cual se consideraba su mejor amigo y admirador. En una charla con Leopold Mozart, padre de Wolfgang, Haydn le dijo:

“Yo os aseguro ante Dios, como hombre de honor, que su hijo es el compositor más grande que he conocido; tiene gusto y, además, posee los conocimientos más consumados sobre el arte de la composición”.

El gran literato alemán Johann Wolfgang von Goethe (Frankfurt am Main, 28/08/1.749 – Weimar, 22/03/1.832) escribió: “Un fenómeno como Mozart queda para siempre como un milagro que no se puede explicar”.

Del clasicismo al romanticismo

Ludwig van Beethoven (Bonn, Alemania, diciembre de 1.770 – Viena, Austria, 26/03/1.827), educado en la tradición clásica, es considerado el genial compositor de la transición hacia el romanticismo musical. Beethoven empezó siendo el discípulo espiritual de Haydn y Mozart – del primero lo fue también materialmente, aunque por muy poco tiempo -, produciendo obras que, aunque en su momento mostraran su novedad, hoy aparecen como dignas continuadoras. El 2 de Abril de 1.800 se presentaba en Viena su primera sinfonía, donde la flauta travesera asume un papel solista con algunas células temáticas de gran interés.

En 1.801, primer año del siglo XIX, fallece Johann Stamitz, el hombre clave en la Escuela de Mannheim. Este hecho significativo parece marcar el fin del clasicismo. Beethoven se encuentra en plena efervescencia creativa a los treinta años, y con su extraordinaria fuerza interior, comienza a cambiar los patrones clásicos. El genio de Bonn no considera a la música como un entretenimiento, y menos como un simple oficio. Suya es la frase que dice: “la música es una revelación más alta que toda filosofía”.

Los otros dos compositores que marcan la apertura del romanticismo son Carl Maria von Weber (Eutin, Alemania, 19/11/1.786 – Londres, Inglaterra, 05/06/1.826)  y Franz Schubert (Viena, Austria, 31/01/1.797– 19/11/1.828). Con Weber se inicia el romanticismo alemán, y sus composiciones influyen fuertemente en la obra de Richard Wagner (Leipzig, Alemania, 22/05/1.813 – Venecia, Italia, 13/02/1.883), quien tomó de Weber una parte de su rica orquestación y no poco de sus efectos y uso del metal. “Der Freischütz” (“El cazador furtivo”), verdadero tipo de la ópera romántica alemana, obtuvo el reconocimiento unánime de la comunidad musical de la época.

La plenitud del romanticismo llega de la mano de compositores como Frédéric Chopin (Zelazowa-Wola, Polonia, 22/02/1.810 – París, Francia, 17/10/1.849), quien dedicó sus esfuerzos fundamentalmente al piano mediante la composición de valses, mazurcas, nocturnos – páginas pianísticas breves de sentido nostálgico y melódico -, polonesas, baladas, estudios y preludios. Estos conjuntos de obras maestras no hicieron descuidar a Chopin el tratamiento de una de las grandes formas: el concierto. Compuso dos para piano y orquesta (Op.11 en Mi menor y Op.21 en Fa menor), en los que la flauta expone una serie de temas con gran belleza y lirismo.

El impulso definitivo de la flauta travesera como instrumento integrante de las orquestas aparece en el siglo XIX con el flautista alemán Theobald Böhm (Munich, 09/04/1.794 – id., 25/11/1.881). Se comenzaron a construir mayoritariamente flautas traveseras metálicas, por lo que éstas tomaron una ventaja sustancial en cuanto a potencia sonora, y terminaron desbancando definitivamente a la flauta dulce.

Böhm diseñó las proporciones y desarrolló el mecanismo sobre los cuales se basa la flauta travesera moderna. Hijo de un orfebre, dominó este arte desde temprana edad. Insatisfecho con la flauta de una llave que había aprendido a tocar, fabricó en 1.810 una copia de una flauta de cuatro llaves de Grenser. Sus esfuerzos pronto tuvieron recompensa, ya que el flautista Johann Nepomuk Capeller (1.753–1.825) comenzó a dar al joven Theobald una instrucción formal en 1.812. Desde 1.812 hasta 1.817 combinó su trabajo como orfebre con la interpretación de su instrumento. En 1.818 obtuvo un puesto en la corte, lo que le permitió dedicar todo su tiempo a la actividad musical, estableciendo en 1.828 una industria propia. Aquellos primeros productos llevaban la marca “Böhm & Greve a Munich”, puesto que Greve fue su socio entre 1.830 y 1.834.

Mientras que Böhm lanzaba al mercado sus primeras flautas, Europa había visto nacer a Robert Schumann (Zwickau, 08/06/1.810 – Endenich, 29/07/1.856). De vocación pianística, escribió cuatro sinfonías, conciertos y hasta grandes oratorios, además de música de cámara diversa. Sus obras grandes, para piano y para orquesta, presentan algunas dificultades en la forma, en la misma arquitectura de la música, tildándose su orquestación de “gris”.  Schumann conoció el talento creativo de Frédéric Chopin y advirtió al mundo de la aparición de Johannes Brahms (Hamburgo, Alemania, 07/05/1.833 – Viena, Austria, 03/04/1.897), compositor extraordinario que sufrió en vida la detestable comparación por parte de algunos sectores musicales de ser un simple seguidor de Beethoven.

Brahms compuso cuatro sinfonías en diferentes etapas vitales, todas ellas después de cumplir los cuarenta años. La “tardanza” en la composición definitiva de su Sinfonía Nr.1 en Mi menor (casi veinte años) nace de una desconfianza propia – justificada, desde luego – al dominio de la forma, y no por ningún temor a lo pasado. Brahms representa la continuación de la mejor línea del sinfonismo europeo.

Tras las visitas realizadas por Böhm en 1.831 a París y Londres, donde consiguió como virtuoso un notable éxito, tuvo que competir en la capital inglesa con Nicholson y su potente flauta. Böhm quiso modificar su instrumento, saliendo al mercado en 1.832 la primera “flauta Böhm”. Esta nueva flauta travesera, con un sistema de llaves novedoso y una digitación distinta a la que se venía utilizando hasta entonces, se encontró con una considerable oposición y progresó lentamente.

Entre 1.833 y 1.846, Böhm fue llamado para supervisar las mejoras en la industria de acero bávara. Durante este período, la nueva flauta comenzó a ganar reconocimiento, lo que permitió a su creador distribuir a empresas de París y Londres. Tras concluir sus compromisos gubernamentales, Böhm retomó la flauta travesera. Insatisfecho con algunos fundamentos del instrumento, fue asesorado por el Dr. Von Schlafhäutl, dedicando los años 1.846-47 al estudio de la acústica.

Dos años antes que Brahms, había venido al mundo Franz Liszt (Raiding, Hungría, 22/10/1.811 – Bayreuth, Alemania, 31/07/1.886). Extraordinario pianista y orquestador, su influencia sobre Richard Wagner – quien era su yerno, tras contraer matrimonio en segundas nupcias con Cosima Liszt – fue definitiva para el desarrollo operístico del autor de la célebre tetralogía “El Anillo del Nibelungo”. A Liszt le cabe el honor de haber dado vida a una nueva forma musical, el “poema sinfónico”, página con claro fundamento en lo literario, en lo histórico y en lo pictórico.                                                                                                                                                                                                                                           

El 4 de Noviembre de 1.847 fallece en Leipzig Felix Mendelssohn Bartholdy (Hamburgo, Alemania, 03/02/1.809). En ese mismo año, Böhm comenzó a producir su primera flauta cilíndrica con una cabeza cónica, existiendo ejemplares en la actualidad que atestiguan su potente sonoridad.

Su registro básico es de tres octavas, desde el do4 (el sonido de la tecla central del piano) hasta el do7. Ese registro puede ampliarse hasta tres octavas y una quinta justa, desde el si3 hasta el fa#7. La nota grave adicional se consigue añadiendo una llave (es importante hacer notar que sólo algunas pocas flautas han sido fabricadas con llaves adicionales, para alcanzar la nota si bemol 3, por ejemplo). El extremo agudo (la quinta justa que comprende del do#7 al fa#7) se logra mediante la ejecución de armónicos, técnica que depende de la capacidad del ejecutante y que debe ser adquirida con práctica y un estudio riguroso de la sonoridad.

Este viaje musical a través de la historia continúa en el último tercio del siglo XIX, cuando el romanticismo adquiere una nueva y variada perspectiva a través de la peculiar visión y el talento de otros compositores.

* Referencia discográfica: ACC 24161