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Número 83º - Abril, mayo y junio 2.007


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MOZART PUESTO AL DÍA

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


La interpretación de sinfonías de Mozart con instrumentos de su época no es ninguna novedad. Mucho ha llovido desde que a principios de los años 80 se presentara el ciclo completo grabado por Christopher Hogwood, más tarde las grabaciones sueltas de Brüggen y Gardiner (coincidiendo con el bicentenario de la muerte de Mozart en 1991) y el ciclo completo de Pinnock. De esas grabaciones, las de Brüggen supusieron toda una revelación en su día, presentando un Mozart que gustaba incluso a los no muy amantes de los instrumentos originales.

Con ocasión de otra efemérides mozartiana celebrada el pasado año (los 250 de su nacimiento), apareció el presente disco con las dos últimas sinfonías, más una propina, interpretadas por uno de los directores que más suenan en los últimos años en la interpretación historicista, Marc Minkowski, al frente de sus Musiciens del Louvre-Grenoble. Minkowski es muy apreciado por sus grabaciones de Haendel, Rameau o Gluck, aunque no había llevado al disco nada de Mozart hasta el momento; sí tiene filmados al menos un Rapto en el Serrallo y una Flauta Mágica (esta última con escena de La Fura dels Baus) que a veces emiten algunos canales europeos de TV.

La visión que tiene Minkowski de estas dos últimas sinfonías de Mozart parece simbolizada en la propina elegida: varios números de ballet de la ópera Idomeneo. Es decir, estamos ante un Mozart sinfónico, pero que suena danzable en los Minuetos (que son eso, precisamente, música de danza, pero pocas veces suenan a eso tanto como aquí), y operístico (casi rossiniano) en los movimientos finales; siempre de gran brillantez y virtuosismo orquestal.

Por poner algunos ejemplos, el Minueto de la 40 suena a puro Rameau, nos parece estar escuchando el Platée; o el final de la 41 nos recuerda al de la Sinfonía nº 38 "Praga" del propio Mozart, del que siempre se ha dicho que es un trío operístico encubierto. El propio arranque de la "Júpiter" es todo un logro, con un brío que llega a entusiasmar al oyente, lo que tiene su mérito en una sinfonía tantas veces fallida por sonar demasiado contundente, con resultados a menudo lamentables (Böhm, Karajan, Szell y tantos otros), hasta que Brüggen nos enseñó que esta música queda bien sonando a "militar" sólo si se toca con los instrumentos para los que fue pensada.

Frente a estos logros, hay movimientos que convencen menos, como los dos Andantes, que suenan de una placidez muy "light", pero sin el humanismo que le ponían las interpretaciones más "románticas" y que siempre echamos en falta en estas versiones historicistas; o el mismo comienzo de la 40, también en la línea de Brüggen (quien a su vez lo había heredado de versiones románticas como la de Furtwängler), es decir: nada de placidez, fuerte carga dramática... aunque llega a entusiasmar menos que sus modelos; muy brillante, eso sí.


En resumen, estamos ante un disco que puede representar en la actualidad lo que fue en su día el de Brüggen (hoy descatalogado y casi inencontrable), es decir, versiones de la 40 y 41 de Mozart con instrumentos históricos pero que pueden ser "exportables" incluso para un público no amante de este tipo de interpretación. Aunque muchos seguimos prefiriendo el Mozart tradicional, el que dirigían Furtwängler, Bruno Walter o Erich Kleiber, esta corriente de los instrumentos de época es algo que no se puede ignorar.


REFERENCIAS:

MOZART: Sinfonías 40 y 41. Ballet de Idomeneo
Les Musiciens del Louvre-Grenoble
Dir.: Marc Minkowski
Archiv 00289 477 5798