Revista mensual de publicación en Internet
Número 79º - Diciembre 2.006


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LUCIA EN EL LICEU BARCELONÉS

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya). 

Ø      LUCIA DI LAMMERMOOR; Ópera en tres actos, música de G. Donizetti sobre libreto de Salvatore Cammarano. Mariola Cantarero (Lucia), Mireia Pintó (Alisa), Anthony Michaels-Moore (Enrico Asthon), Josep Bros (Edgardo di Ravenswood), Vicente Ombuena (Arturo Bucklaw), Giacomo Prestia (Raimondo), Josep Fadó (Normando); Orquestra Simfònica i Cor del Gran Teatre del Liceu. Dirección musical: Josep Caballé-Domenech. Direcció escénica: Robert Carsen, con reposición de Ulrich Senn. Escenografía i vestuario: Richard Hudson. Iluminación: Jürgen Hoffmann. Producción: Operhaus Zürich. Barcelona, Gran Teatre del Liceu, 19 – XI – 2006.

 El pasado mes de noviembre, el Gran Teatre del Liceu alzaba el telón de su segundo título de la temporada con la reposición del gran clásico belcantista Lucia di Lammermoor. Esta obra cumbre del maestro de Bérgamo, Gaetano Donizetti, máxima expresión de los postulados artísticos del romanticismo europeo, llegó nuevamente al coliseo barcelonés de mano de la producción escénica de la Ópera de Zuric, firmada por Robert Carsen. Carsen se vale de un espacio escénico sobrio y minimalista, enmarcado por una arquitectura inclinada e inestable (como la mente de la protagonista de la tragedia) y el uso del gris y el negro como únicas tonalidades cromáticas, a excepción de la indumentaria de los dos infortunados amantes, Lucia y Edgardo. Una atmósfera angosta y asfixiante que logra, con escasos medios de atrezzo (apenas un espejo, una cama, unas sabanas ensangrentadas y unos pocos cubos), evocar con notable acierto el mundo decadente y opresivo que envuelve la tragedia de La novia de Lammermoor.

El reparto estuvo encabezado por la soprano granadina Mariola Cantarero, que vino a sustituir en esta función a la anunciada Edita Gruberova, indispuesta a causa de una sinusitis aguda. Su interpretación de la angustiada y desequilibrada Lucia fue francamente brillante, con una prestación escénica totalmente entregada y una calidad vocal impecable, que acabó valiéndole una sonora ovación después de su aria de locura. Josep Bros demostró, a su vez, conocer todos los repliegues del personaje de Edgardo, luciendo un canto exquisito y estilista, con excepcional sentido de la musicalidad y el fraseo, y una intachable autoridad escénica. El Enrico de Anthony Michaels-Moore demostró poseer capacidad y un notable instrumento, aunque su línea de canto no fuera siempre la más correcta y denotara cierta frialdad escénica. Vicente Ombuena fue un Arturo más que correcto y Giacomo Prestia un Raimondo vocalmente excepcional. Mireia Pintó y Josep Fadó cumplieron con profesionalidad en sus respectivos papeles de Alisa y Normanno. El Coro fue mejorando su rendimiento a medida que avanzaba la función y la orquesta, bajo la batuta de Caballé-Domenech, se limitó a acompañar los solistas con una prestación irregular en las dinámicas y los tempi.