Revista mensual de publicación en Internet
Número 74º - Marzo 2.006


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
Web del mes
Buscar
 

 

PINTURAS MUSICALES DE MODEST MUSSORSGKY

Por Alfredo Canedo (Argentina).  

    Todo paisaje posee innumerable variedad de colores comparable como las notas de una sinfonía; por tanto, no es vaga la influencia del arte pictórico en la música de  placenteros acordes y sonidos, de prelación de la armonía sobre la melodía, de escalas poco comunes y libre utilización de todos los elementos no melódicos. A resultas, contamos con la música ‘impresionista’ en sonoros coloridos similares a la pintura dimensional de característica brumosa, emotiva, mística y, por demás, soñadora.

    De entre las técnicas musicales distinguidas por la sensación cromática en el órgano auditivo del público de salas de concierto, mencionamos estas pocas aunque relevantes: 

-         El elemento colorista-pictórico dominante sobre la arquitectura tonal.

-         Reemplazo de la armonía tradicional por otra no basada en tonos mayores o menores, sino en escalas poco comunes.

-         El puntillismo en pintura análogo a los acordes como a las cualidades acústicas de la armonía; procedimiento empleado, hasta cierto grado, por César Franck en sus canciones para poemas de Fancois René Chateaubriand, Vícto Hugo y Alejandro Dumas, padre, por Enrique Granados en su ópera ‘Goyescas’ en homenaje a Goya, y Franz Liszt en su sinfonía ‘Il sposalizio’ sobre cuadros de Rafael.

-         Efectos coloristas de la armonía en las sutilezas aterciopeladas y apagadas del piano.

-         Los ‘crescendi’ de comunicativos efectos coloristas.

     Efectos coloristas en la música comúnmente logrados con sordina en trombones poderosos y trompetas estentóreas, registros bajos en las maderas estridentes, sonoridad apagada de timbales y bombos, además de violines, violas y violoncelos apenas tocados en los bordes de las cuerdas.

                                        -------------------

     En abierto contraste a la música de muchos de los colegas rusos aparecida ante los ojos del mundo como ‘diletante’ o simplemente ‘consumista’ de preceptos académicos, Modest Mussorgsky ajustó su música de originales matices exóticos y motivos folklóricos no a los acordes planos ni a las macizas sonoridades de gigantescas orquestas, antes bien, a elementos coloristas-pictóricos con finalidad de engalanar leyendas literarias o mitológicas del país natal, además de escenas figurativas en brillantes y luminosas tonalidades musicales; principio al cual hizo lugar en carta a su amigo Vladimir Stassov, del 25 de diciembre de 1876:  

              Esta clase de trabajo supone un goce para mí; de pronto, e
         inesperadamente, suena algo que se opone a la tan amada melodía clásica, y
         que, no obstante, todo el mundo comprenderá de inmediato. Si alcanzara esta
         meta, consideraría haber logrado una conquista artística.  
             
Einstein, Alfred. ‘La música en la época romántica’.

     Feliz la elección de Mussorgsky en componer armonías con colores proporcionados por el pintor. Pero, ¿qué ha hecho con los eternos elementos de la pintura para transformarlos en dóciles siervos de la música? La respuesta, muy simple: ha asociado de manera original y hasta genial acordes y sonidos a las misteriosas sensaciones coloristas del pintor. Lo cual ha derivado en contrapuntos de tonos enteros y semienteros en escenas de la suite para piano ‘Cuadros de una Exposición’, evocadora a dibujos y grabados de su amigo arquitecto Víctor Hertmann, fallecido en 1873. Por tanto, imposible no imaginarla, pese a sutiles tonalidades del romanticismo alemán, nada más genuina, nada más rusa, como en las siguientes partes de la composición: 

    - En el primer ‘Paseo’, tema de la trompeta, el inquietante y casi
    demoníaco retrato de
‘Gnomus’ en tiempo de cascanueces, y sus   
    aullidos en instrumentos de viento.   

-         Un nuevo ‘Paseo’ en dulces tonos de la trompa. Ante las puertas    
     del
‘Viejo castillo’ el grave canto nostalgioso y obsesivo del fagot 
     seguido del corto y evasivo saxofón y la cuerda en sordina.    

-         El tercer ‘Paseo’, resplandeciente, con juegos de niños en las
    
‘Tullerías’; aquí todo es finura, liguereza espiritual, además
     armonías delicadas y originales. Luego, la carreta de bueyes
     musicalizada en la cuerda grave, los fagost más el rítmico y
     robusto canto dela turba. En adelante,  el grande
‘crescendo’
     acabado y degradado en el
‘pianissimo’.    

-         El cuarto, algo humorístico, con el ‘Ballet de los polluelos en sus
     cascarones’
en el registro agudo de los instrumentos de madera y
    después las maderas, arpas, pizzicatos de la cuerda y trinos en la
    parte central.
 

-          El siguiente con la musicalización de los retratos de dos judíos,
         uno
Samuel Goldenberg, arrogante y rico, el otro, Schmuyle, pobre
         y plañidero. Dos temas superpuestos. El primero avanza
         pomposa y pesadamente, mientras las cuerdas y maderas al
         unísono evocadoras de un melodioso canto judío; el segundo,
         estalla en jeremías cada vez más desesperadas al ritmo de las
         notas convulsivamente repetidas de la trometa. 

    -  ‘El mercvado de Limoges’, escena con rápidos toques de trompetas
        animada por imaginarios cómicos diálogos de campesinos. Un
        trozo precipita toda la orquesta en la cima de las
‘Catacumbas’,
        mientras la serie de vigorosos acordes de los instrumentos de
        metal  algo afines a las sonoridades del órgano.  

-         La pieza siguiente, ‘Cum mortuis in linga mortua’ no otra cosa que
    un
‘Paseo’ a través de estremecedores subterráneos con escenas  
    fantasmagóricas en
‘La cabaña sobre patas de gallina’ donde vive la
    bruja Baba-Yaga. Motivos con música susurrante de las baterias,
    la flauta más el tono sordo del contrabajo y el fagot.  

    - Finalmente, ‘La gran puerta de Kiev’, por donde vuelven a pasar
     los acentos del
‘Paseo’ bajo una forma épica y grandiosa,
     alternado con el coral religioso y el inmenso carillón de toda la
     orquesta.

     Música alegórica de Mussorgky confundida con dibujos y grabados; de ahí, el melómano tentado a creer en la pintura como elemento decorativo del ensueño musical.