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Número 70º - Noviembre 2.005


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Stabat inaugura el Festival d’Òpera de Butxaca de Barcelona

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya).   

Ø      STABAT; Música de Xavier Maristany y texto de Víctor Sunyol. María Hinojosa (soprano), Carmen Sánchez (soprano), Montserrat Bertral (mezzo), Montse Vellvehí (actriz); Dirección escénica: Pere Eugeni Font i Montse Vellvehí. Escenografía e iluminación: José Menchero. Vestuario: José Menchero y Raquel Bonillo. Producción: Musicavista / Festival d’Òpera de Butxaca i Noves Creacions. Barcelona; Sala Beckett, 3-XI-2005. 

El  clásico Festival d’Òpera de Butxaca i Noves Creacions de la capital catalana cumple su décima edición con un programa integrado en su totalidad por estrenos diversos de espectáculos musicales. Nacido en el entrañable y ya desaparecido Teatre Malic y caracterizado por la intimidad de su formato, próximo a un público cada edición más fiel y variado, este evento dirigido por Toni Rumbau ha tenido la virtud de consolidarse como un ciclo de referencia para la recuperación de obras musicales de pequeño formato y también, más recientemente, por su valiente y firme apuesta por ser el marco de presentación de nuevas creaciones y espectáculos. En unos tiempos donde ya son muchas las voces que se alzan para reivindicar la urgencia de una necesaria regeneración del repertorio operístico, anclado en títulos centenarios, este modesto festival barcelonés ha hecho una apuesta decidida a favor de la nueva creación en el ámbito musical y de las artes escénicas, con un proyecto que une esfuerzos para impulsar nuevas producciones y se sitúa a la cabeza de este tipo de iniciativas en el marco cultural estatal.

Dentro de este espíritu en pro de la innovación cabría situar el estreno del espectáculo inaugural de esta edición,  Stabat, obra del compositor catalán Xavier Maristany sobre texto y libreto de Víctor Sunyol. Una obra ecléctica que desborda los límites tradicionales de cualquier género musical o escénico, en la búsqueda de nuevos lenguajes de expresión a través de la fusión de diversos elementos y disciplinas artísticas. Todo ello sobre la base de un interesante texto de Víctor Sunyol, que el mismo autor ha adaptado para su versión dramática.

El texto originario de Sunyol (Stabat; Barcelona, 2003) parte del célebre texto religioso Stabat Mater, atribuido a Jacopone di Tordi (s.XIII), que ya hizo fortuna desde antiguo como forma musical dentro del género religioso y  servirá en esta ocasión como eje estructural y motivo conductor de un texto poético que se interroga acerca del devenir existencial del ser humano, a la vez que se propugna un retorno al estado de sensaciones y figuraciones previas a la construcción del lenguaje civilizador. Un texto que podríamos catalogar como ensayo poético y que en la versión para escena pierde parte de su profundidad y fuerza poética, a pesar de todos los elementos escénicos derrochados en su ilustración. Para ello, Maristany creará una atmósfera sonora que elude prácticamente cualquier rasgo de lenguaje musical -a penas unos escuetos acordes de piano al final-, valiéndose de gran variedad de efectos sonoros electroacústicos, buscando sonoridades ásperas, que imiten la respiración humana, la risa, el sonido de la lluvia, del teléfono móvil, cierta tímbrica oriental... Todo esto combinado con la proyección de palabras y frases sobre la escena y la actuación de cuatro intérpretes.

La parte dramática corrió a cargo de tres jóvenes cantantes y una actriz, todas ellas con una intervención escénica muy notable. En el aspecto vocal, las tres cantantes salieron airosas de la difíciles y exigentes particellas: excelente la soprano María Hinojosa, con agudos brillantes y poderosos y una voz flexible en toda su extensión, así como también Carmen Sánchez, de una expresión escénica conmovedora; Montserrat Bertral (mezzo) y Montse Vellvehí (actriz) cumplieron también con total entrega en sus respectivos papeles. Hubo varios momentos en que el exceso de potencia de la ambientación sonora dificultaba la comprensión cantada y recitada del texto, todo él en idioma catalán. Una escenografía minimalista y una iluminación precisa y efectiva ayudaron a redondear un espectáculo innovador y ambicioso, que se inscribe fuera del ámbito de lo tradicionalmente musical para adentrarse en la pura especulación del sonido, en los terrenos del experimentalismo sonoro, con un discurso poético-filosófico de gran tensión y densidad visual y sonora, sin instantes de tregua, al quizás sobraran algunos minutos de duración.