Revista mensual de publicación en Internet
Número 68º - Septiembre 2.005


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NEUHOLD EL RÁPIDO 

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Sevilla, Teatro de la Maestranza. 23 de septiembre de 2005. Temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Petra Lang, mezzosoprano. Günter Neuhold, director. Obras de Zulema de la Cruz, Wagner y Bruckner. 

Tras un concierto-homenaje a la memoria "de todas las víctimas del terrorismo" en el que Pedro Halffter dirigió con gran profesionalidad nueve estrenos absolutos de entre los cuales sobresalieron los del joven Sánchez Verdú y el veterano Juan Alfonso García, llegó el turno de abrirse la decimoquinta temporada de la Sinfónica de Sevilla. Una de las a priori más interesantes de su trayectoria, porque su nuevo director artístico ha elaborado unos programas de enorme atractivo en los que, enlazando con la idea de la mujer en la música que vertebra su propuesta global para el Teatro de la Maestranza, se avanza un paso muy importante en la incorporación de la música de la segunda mitad del siglo XX en su repertorio, consiguiendo además un alto grado de coherencia y variedad para cada uno de los conciertos. Hay que felicitarle por esta espléndida iniciativa que habrá de estimular la últimamente alicaída y no poco confusa vida artística de la ROSS, aunque también debemos aconsejarle que en adelante tenga más cuidado para no seguir ofreciendo argumentos a las malas lenguas: como cualquiera puede comprobar acudiendo a la correspondiente página web, una importante proporción de artistas por él contratados (cuatro de los once directores y tres de los ocho solistas instrumentales) se encuentran directamente vinculados Musiespaña, la agencia dirigida por Humberto Orán y a la que el propio Halffter pertenece.

Es precisamente el caso de Günter Neuhold, quien ha protagonizado el primer y esperemos que último fiasco de esta temporada tan llena de promesas y esperanzas. El director austríaco (nacido en Graz, como Karl Böhm) ha adquirido en tiempos recientes un cierto renombre por un Anillo del Nibelungo que, vendido a precio de baratillo, recibió alabanzas moderadamente positivas por algún sector de la crítica. Pues bien, no habiendo escuchado dicha grabación ni habiendo asistido al concierto que el mismo artista dio frente a la ROSS ya hace algunas temporadas, no podemos desde aquí sino mostrar nuestro desacuerdo con la manera que tiene este señor de abordar el hecho musical: interpretar todo lo que se le ponga por delante aprisa y corriendo, sin detenerse en profundizar en las posibilidades sonoras y expresivas de las diferentes partituras, al tiempo que procurando forzar los contrastes y extraer de la orquesta un sonido brillante e incisivo para así epatar al personal.

No pasó de lo correcto su lectura de El color del cuarzo, espléndida partitura de Zulema de la Cruz en la que, aportando cierta dosis de rítmica stravinskiana a un sugerente estudio de texturas en buena medida deudor de Ligeti, la autora madrileña recibió el premio Maestro Villa del ayuntamiento de su ciudad natal. Lástima que con tanto apresuramiento Neuhold se llevara por delante gran parte del poder de sugestión de esta obra que tan justamente ha merecido eso que tan rara vez consiguen nuestros autores: que sus creaciones sinfónicas se escuchen con posterioridad a su estreno. Por cierto, que el de esta obra fue realizado, primero en Madrid y luego en Jerez de la Frontera, por Odón Alonso y la ONE en marzo de 1999, con unos resultados artísticos muy superiores a los alcanzados ahora en Sevilla, a pesar de que numerosos solistas de la ROSS pudieron lucir su contrastado virtuosismo; a destacar en este sentido la percusión, desde siempre uno de los puntos fuertes de la formación hispalense.

Personal pero de escaso interés la Tercera de Bruckner que nos ofreciera Neuhold en la segunda parte de la velada. Baste un dato: la obra le duró... ¡cuarenta y nueve minutos! Una salvajada si tenemos en cuenta que la duración estándar de la partitura (edición de 1877, sin la coda en el scherzo) ronda los sesenta. El fraseo fue nervioso y precipitado, las transiciones resultaron más bien bruscas, la cantabilidad brilló por su ausencia y cualquier transfondo poético -no necesariamente "místico" o "religioso"- desapareció de la partitura, por mucho que ésta no se encuentre entre lo mejor de su genial autor. Únicamente podemos celebrar la maleabilidad de la orquesta sevillana a la hora de plegar su sonido a las exigencias del director: mientras que con  su segundo titular, Klaus Weise, con quien ofreciera algún Bruckner de mucha mayor categoría, presentaba una sonoridad densa, oscura y digamos "germánica", con Neuhold sonó más bien aristada e incisiva, con una cuerda antes ácida y brillante que suave y aterciopelada. Por descontado alguien podría decir que este señor nos ha ofrecido una Tercera impetuosa, juvenil y renovadora, ajena a los tópicos de las brumas y el misticismo brucknerianos; de acuerdo, pero para quien suscribe se ha tratado simplemente de una versión tan vistosa y espectacular como vacía y superficial.

 Lo menos logrado del concierto fue paradójicamente el Wagner. Y no sólo por la labor del director, que se había mostrado tan veloz y no menos prosaico como luego estaría en Bruckner, sino también por la muy decepcionante intervención de Petra Lang. La mezzo alemana está alcanzando prestigio en el mundo wagneriano (ahí está su reciente Brangäne en el Tristán de Thielemann para la Deutsche Grammophon), y precisamente con el citado Weise y la propia ROSS se había presentado en el Maestranza hace ahora seis años interpretando los Wesendonk Lieder, que ahora nos ha ofrecido por segunda vez. Aquella interpretación la recuerdo simplemente fría y distante por parte de la solista; la de ahora me ha parecido mucho más censurable. Por supuesto que su instrumento posee el color, el peso y la extensión suficiente para abordar con satisfacción la página. Y por descontado que cantó muy bien, si exceptuamos algún incidente al principio. Pero lo que no parece de recibo es interpretar los pentagramas con tan escasa morbidez e introversión y haciendo gala de semejante dureza expresiva, llegando casi a la ferocidad en el primer lied, "Der engel". El hallarse esta vez poco centrada en el estilo y por completo fuera de órbita en lo expresivo ha podido quizá ser culpa en parte del señor Günter Neuhold, en la audición de cuyo Anillo desde luego no pienso invertir tiempo ni dinero. Alguna moraleja aprovechable hay que sacar de tan flojo concierto, ¿no?

 

Enlaces recomendados:

Web de la ROSS (con notas al programa y ficha artística): http://www.rossevilla.com

Web oficial de Petra Lang: http://www.petralang.org/