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Número 58º - Noviembre 2.004


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MERECIDO HOMENAJE A GIULINI 

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

EMI se ha acordado de Carlo Maria Giulini, una de las pocas leyendas vivas que le quedan a la dirección de orquesta, al cumplir el maestro los 90 años en mayo pasado, y lo ha celebrado con la reedición de las grabaciones que hiciera para la firma, a partir de 1969, con la Orquesta Sinfónica de Chicago; una noticia que no puede ser mejor recibida por los aficionados, puesto que el nivel alcanzado con la excepcional formación americana marcó todo un hito, que continuaría después de 1976, cuando la Deutsche Grammophon fichó a Giulini para que continuara grabando para ellos con la misma orquesta.

Fue en aquella época (finales de los años 70) cuando, ante grabaciones para DG tan extraordinarias como los Cuadros de una Exposición de Mussogrsky-Ravel o la Novena Sinfonía de Mahler, la crítica comenzó a hablar de la Sinfónica de Chicago como "la mejor orquesta del mundo" y de Giulini como "el mejor director del mundo", pese a que no era el titular de la orquesta (un puesto que ocupaba Solti) sino tan sólo su director invitado. Como lo realmente bueno se acaba en seguida, a partir de 1978 esta "edad de oro" daría paso a una nueva etapa en la que Giulini grabaría sólo con la orquesta de la que fue nombrado titular, la Filarmónica de Los Angeles, muy inferior a la de Chicago.

Ahora EMI nos trae una caja de 4 CD's con todas sus grabaciones con Giulini en Chicago exceptuando solamente el Concierto para violín de Brahms con Itzhak Perlman como solista, no incluido seguramente porque el protagonismo corresponde aquí más al violinista. Es una lástima que la DG no se haya decidido a editar por su cuenta una "segunda parte" con las grabaciones que poseen con la misma orquesta y director, de hecho ni DG ni Sony (los otros dos sellos para los que grabó Giulini aparte de EMI) han reeditado nada del maestro italiano en este aniversario, por lo que esta crítica ha de comenzar con una felicitación a EMI por ser los únicos que se han acordado del evento.


En nuestro comentario, dividiremos las grabaciones aquí recogidas en tres grupos: en primer lugar, las que ya se podían encontrar actualmente en el mercado; en segundo lugar, las que alguna vez estuvieron editadas en CD, pero hoy son ya inencontrables; por último, las que nunca habían sido publicadas en disco compacto.


Comenzando por las interpretaciones que ya se encontraban disponibles en el mercado, la Séptima Sinfonía de Beethoven grabada en 1971 ya estaba incluida en el doble CD dedicado a Giulini de la serie "Grandes Directores del Siglo XX", mientras que los fragmentos orquestales del Romeo y Julieta de Berlioz estaban publicados en otro doble CD de la serie "Forte" acompañando a La Infancia de Cristo del mismo autor, dirigida por Cluytens. En este último caso la grabación no ha sido de nuevo reprocesada, pero sí lo ha sido la Séptima, sin lograr eliminarle apenas nada del soplido de fondo, algo mayor de lo habitual en grabaciones de esa época.

Esta interpretación de Beethoven ya fue comentada en Filomúsica en marzo de 2003; decíamos entonces que su presencia convertía aquel doble CD en imprescindible, aunque el interés que tenía entonces aquella edición ha quedado, lógicamente, muy devaluado al poderse encontrar también la misma grabación en la caja aquí comentada. También decíamos, sobre la interpretación, que pocas veces se habrá escuchado esta música con tanto dramatismo, en total contraste con el componente "lúdico" o "bromista" de tantas versiones. Es decir, un dramatismo íntimo, siempre contenido, nunca efectista ni espectacular. Citaremos algunas frases de aquel artículo: << Desde el comienzo, grave y solemne, ya vemos que aquí la cosa "va en serio".... aquí el dramatismo empieza desde la primera nota, alcanzando una "alta temperatura" emocional en el Allegretto, que muy, muy pocas veces se ha escuchado tan intenso... Los dos últimos movimientos continúan en esa línea de "crispación contenida" y redondean una de las grandes Séptimas en estéreo >>. Vuelta a escuchar hoy parece, no ya una de las grandes, sino "la" versión en estéreo, sólo superada por la de Furtwängler entre las grabaciones "mono".

Las escenas orquestales del Romeo y Julieta de Berlioz nos muestran a un Giulini que sabe subrayar magistralmente la delicadeza de momentos como "Romeo solo", la "Escena de amor" (nunca se ha oído tan intimista y poético como aquí) o el "Scherzo de la reina Mab". Cierto es que otros directores especialistas en Berlioz (Colin Davis o Charles Münch, por poner dos ejemplos) pueden hacer un Romeo en conjunto más logrado, poniendo más "garra" en el "Combate" o en la "Fiesta en casa de los Capuletos", donde Giulini apuesta más por la delicadeza, por lo "cantabile", la finura que permite oír todas las voces, y por un tempo a veces parsimonioso. Como también evita cargar las tintas en los momentos "melodramáticos", como la llegada de Romeo a la tumba de Julieta y el posterior despertar de ella, que suenan aquí más suavizados que de costumbre. Con todo, bastaría escuchar la "Escena de amor" para darse cuenta de que la aportación de Giulini no puede pasarse por alto, y que para todo aficionado a Berlioz esta grabación es "de las que hay que tener", pese a estar hecha por un director que ha frecuentado poco al autor francés.


En un segundo grupo estarían interpretaciones que estuvieron disponibles alguna vez en fomato CD, pero hoy día estaban inencontrables, las cuales son dos: la Novena Sinfonía de Bruckner, que se editó en 1994 en la serie "Studio+" (y que no ha sido nuevamente reprocesada), y la Primera de Mahler, que salió en serie normal en los años 80, y en los 90 apareció bajo licencia en el sello "Royal Classics" (y que sí ha sido reprocesada de nuevo).

La Novena de Bruckner fue considerada cuando se grabó (1976) como una de las mejores que se hubieran llevado al disco, junto con la de Klemperer y alguna más (incluyendo por supuesto la histórica de Furtwängler de 1944): desde el comienzo, de una tranquilidad "celestial", escuchamos una versión donde la orquesta de Chicago nunca suena espectacular ni prepotente (qué diferencia con Solti), todo está suavizado, contenido, todo lo que se escucha tiene una gran belleza dentro de una concepción, si se quiere, "triste". El mejor movimiento, sin duda es el último, como ese "adiós a la vida" que vuelve a la paz inicial. Lo que ocurre es que Giulini se superó a sí mismo grabando en 1989 con la Filarmónica de Viena otra versión que, sin perder ninguna de las cualidades de la de Chicago, añade otras: el sonido "sedoso" de la orquesta, la mayor "garra" producto de la toma en vivo, un carácter más "terrible" en el Scherzo... En fin, que esta versión vienesa puede considerarse como la mejor Novena de Bruckner de todos los tiempos, aunque la que comentamos de Chicago continúe siendo una soberbia versión.

La Primera de Mahler posee un concepto noble, humanista, no hay sarcasmo, no hay burla como tantas veces. En su lugar encontramos un 2º movimiento amoroso, con una sección central de indecible delicadeza, donde tantas veces la música suena a "grotesco"; o una Marcha Fúnebre humanísima, donde la idea que quiere expresar el "programa" de la obra (basado en el Titán de J.P. Richter), es decir, el cazador muerto al que transportan los animales del bosque a los que pretendía cazar, está expresada con una delicadeza, un "tacto" que hace sentir verdadera lástima por él. El Finale, tantas veces sonando a burdo triunfalismo, aquí no tiene nada de eso, sino un dramatismo contenido, a flor de piel, como el que aparecía en la Séptima de Beethoven. En fin, esta versión no sólo es una de las grandes Primeras de Mahler de todos los tiempos (junto a Horenstein, Kubelik, o alguna de las de Walter-no la de Columbia-), sino que es la mejor demostración de la genialidad de una obra al que algún indocumentado le sigue negando su valía.


Por último, están las grabaciones que nunca habían llegado al CD, al menos en el mercado europeo (en Japón, ya se sabe, es otro mundo). Estas son: la Cuarta Sinfonía de Brahms, y un antiguo LP dedicado a Stravinsky con las Suites del Pájaro de Fuego y de Petruchka.

De las tres veces que Giulini grabó la Cuarta de Brahms (para sus dos ciclos completos con la Philharmonia de Londres y la Filarmónica de Viena, y esta de Chicago suelta), la presente interpretación es, con mucho, la dirigida con más "garra" (tanta que no parece Giulini, habitualmente tan mesurado y equilibrado) y con más apasionamiento, que arrastra al oyente desde el comienzo del primer movimiento. Una pasión que, sin embargo, no es obstáculo para dar uno de los Andantes "dichos" con más sentimiento de toda la discografía (realmente nadie hace este movimiento como Giulini), o para que el tempestuoso "Allegro giocoso" no caiga en el mero efectismo, como le sucedía a veces con la Philharmonia; también puede deberse en parte al fabuloso rendimiento orquestal de Chicago, donde no hay lugar para ciertas asperezas que sí aparecían con la orquesta inglesa. El "Allegro energico e pasionato" final tiene hondura elegíaca, aunque no aparezca la tragedia de otras versiones.

Las otras dos grabaciones de esta sinfonía por Giulini están actualmente descatalogadas: de volver a editarse, creemos que la comentada de Chicago sería preferible a la de la Philharmonia, y en cuanto a la de Viena (más lenta y parsimoniosa, de sonido más dulce) es difícil elegir una u otra, pues en Viena Giulini hace de modo inmejorable el Andante, el movimiento final puede tener también más interés, pero en el primero y el tercero gana claramente Chicago. Posiblemente, de tener que elegir una sola versión de Giulini sería esta con Chicago que, por cierto, va a estar también disponible en la serie "Great Recordings of the Century". Una interpretación, en suma, que nos atreveríamos a calificar como la mejor disponible actualmente en el mercado español, al menos de las grabadas en estéreo (sólo podría estar por encima la antigua grabación "mono" de Furtwängler en la misma EMI).


También la Suite de 1919 de El Pájaro de Fuego de Stravinsky fue grabada tres veces por Giulini (las otras dos son: con la Philharmonia para la misma EMI, y con el Concertgebouw de Amsterdam para Sony). La versión con la Philharmonia fue comentada en esta revista cuando apareció en el doble CD dedicado a Giulini de la serie "Grandes Directores del siglo XX". En general, esta de Chicago parece preferible a aquella, pues es capaz de un virtuosismo y un refinamiento orquestal mucho mayores. En su versión con la Philarmonia encontramos una "Introducción" más lóbrega y una "Danza de Katschei" mucho más efectista (sobre todo el arranque), mientras que esta de Chicago posee una "Variación del Pájaro" y una "Ronda de las princesas" mucho más sutiles y delicadas, una "Berceuse" mucho más ensoñadora (la de Londres es mucho más vigorosa, parece que estemos escuchando los Cuadros de una exposición) y un Final más sutil y menos efectista.

En cuanto a la Suite de Petruchka (de la que no hay más grabaciones conocidas de Giulini aparte de esta), posiblemente no se encuentre una versión que suene más humana, más sentida, sin necesidad de caer en lo romántico. Esto puede perjudicar en cierto sentido a la versión, en el sentido de que Giulini nunca suena "vulgar", ni siquiera en momentos como la "Danza de la bailarina y vals" (en "La Habitación del moro") donde parece que la música sí pide algo más abigarrado y "populachero", como lo que le da Pierre Monteux en su grabación completa para RCA; Giulini es aquí sensible, delicado, en una palabra, "humano". Pero en otros momentos Giulini supera a Monteux (el director que estrenó la obra y, por tanto, está considerado una autoridad en Stravinsky): una "Danza rusa" más animada, frente al más "mecánico" Monteux; una "Habitación de Petruchka" mucho más delicada e intimista, mientras que Monteux va más a lo "abigarrado", tal y como también ocurre en la "Feria al atardecer" (increíble aquí el "tacto" que despliega Giulini en la "Danza de las nodrizas"). Como ocurría con el Pájaro estamos ante una de las mejores versiones posibles de esta Suite, y que podrá hacer incluso que Stravinsky llegue a gustar a los no muy adeptos a este compositor.


En conclusión, dada la calidad de las interpretaciones aquí contenidas, y prescindiendo de lo heterogéneo de la selección de obras, sólo podemos decir que nos encontramos ante un álbum imprescindible.


REFERENCIAS:

CARLO MARIA GIULINI: "THE CHICAGO RECORDINGS"
BEETHOVEN: Sinfonía nº 7 ; BERLIOZ: Música orquestal de Romeo y Julieta ; BRAHMS: Sinfonía nº 4 ; BRUCKNER: Sinfonía nº 9 ; MAHLER: Sinfonía nº 1 ; STRAVINSKY: Suites de El Pájaro de Fuego y Petruchka
Orquesta Sinfónica de Chicago
EMI 7243 5 85974 2 4 (4 CD's)