Revista mensual de publicación en Internet
Número 55º - Agosto 2.004


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La educación musical del niño a través de las tradiciones

 Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.  

 

 

 

         En muchas ciudades y pueblos españoles se celebran durante este mes distintas festividades: Feria (Málaga), Semana Grande (Gijón), Verbena de la Paloma (Madrid)... Todos sabemos que a los niños les gusta participar en esta celebraciones y fiestas, por eso que mejor momento de aprovechar la oferta musical que nos ofrece el entorno.

        El folklore es el conjunto de manifestaciones características de un pueblo, que  tienen sus raíces en el sentir de éste. Es considerado parte del aprendizaje humano que aporta información para la historia de la humanidad. Se presenta bajo una gran gama de posibilidades, pero lo que nos interesa desde la educación musical son las canciones, danzas, tradición oral, instrumentos...

Swanwick (2000) destaca la triple dimensión de la música como: lenguaje, sistema con poder de comunicación, dimensión estética y medio de comunicación entre los seres humanos en un lenguaje que, hasta cierto punto, es de carácter universal y que, por otro lado, se basa en códigos culturalmente establecidos en cada sociedad. 

En la Educación Infantil y Primaria existe un material muy rico y variado con el que se pueden desarrollar actividades de observación y percepción, expresión vocal, instrumental y de movimiento, de representación musical. Tenemos un amplio repertorio folklórico del que podemos seleccionar canciones populares con las que el niño se identifique (Moreno Martín, 2002).

Debemos trabajar partiendo de lo cercano al discente, ayudarle en el conocimiento de su entorno y a insertarse en él, planteando actividades en el que participen personas cercanas: familiares, amigos, vecinos... favoreciendo de este modo la relación escuela – entorno. Participando en fiestas populares la escuela se convierte en un vehículo de intercambio cultural.

Hay que potenciar la integración social y cultural del niño, la valoración musical de la cultura de su región o localidad, sin excluir las  manifestaciones folklóricas de otras regiones o pueblos, fomentando siempre en ellos el respeto y la convivencia entre los individuos o los grupos socialmente diferentes.  La educación en ningún caso es un proceso neutro, por eso a través de la música se deben transmitir valores como la cooperación, la solidaridad, la empatía... contribuyendo así a mantener un verdadero ambiente de paz en el mundo.

En las primeras etapas se pretende fomentar en los alumnos su faceta de espectadores, receptores de manifestaciones culturales y esencialmente de productores activos y originales. Conseguir estos propósitos requiere por parte de todos los miembros de la comunidad educativa seleccionar los contenidos, la metodología, ayudar a la representación y expresión, fomentando el gusto  por el trabajo bien hecho. 

 Hay que orientar a los niños para que ya desde pequeños vayan recorriendo nuevos caminos, abriéndoles posibilidades, con gran variedad de recursos, rodeándolos siempre de un ambiente  rico y estimulante que potencie el aprendizaje significativo. Las actividades que desarrollemos deben ser diversas, globalizando los diversos ámbitos de conocimiento y experiencia. Es imprescindible una buena planificación, temporalización y organización para conseguir un desarrollo integral de los alumnos.

 La integración de las manifestaciones culturales en la escuela ofrecen la posibilidad de desarrollar la sociabilidad, colaboración, autonomía, fomentar el gusto por el trabajo en grupo, conocer las costumbres y la cultura popular, favorecer el desarrollo de un sistema de valores propio... Los recursos empleados serán diversos para responder a las necesidades y al contenido de cada una de las fiestas. Desde papeles, cola, pinturas para confeccionar disfraces, hasta canciones o juegos musicales pueden servir como muestra en distintas celebraciones.

 Una canción popular infantil que en ocasiones he trabajado con mis alumnos ha sido: “Aserrín, aserrán...”. Se conocen distintas letras, pero como más disfrutan los niños es inventándonos la nuestra (por ejemplo): “Los robots aquí están, van juntos a bailar. A jugar, a cantar y así todos disfrutar...” Se dividen los alumnos en grupos de cuatro o cinco. En la primera frase de la canción, cada grupo se coloca formando un círculo y andan como si fueran robots. En la segunda frase mientras unos inclinan su cuerpo hacia el interior del círculo, otros lo  hacen hacia el exterior. Cuando la letra de la canción dice “y así todos” los niños dan una vuelta sobre sí mismos y cuando dice “disfrutar”, permanecerán inmóviles abriendo sus brazos.

 Para jugar se coloca toda la clase en fila excepto dos niños, que unen sus manos formando un puente. Éstos deben pensar en dos conceptos (flores,  animales, objetos...) mientras los demás pasan por debajo del “puente” al tiempo que cantan. Al terminar la letra, el “puente” baja y un niño permanece dentro. Éste tiene que escoger uno de los conceptos que hayan elegido los dos niños primeros. Se colocará detrás del niño con el que haya coincidido en la elección. Esto se repite con todos los alumnos hasta que la clase queda dividida en dos equipos. Cada uno se colocará en fila enfrente del otro, delante de una línea recta y tirarán con sus manos hasta que consigan que sus compañeros pisen la línea que los separa y así terminará el juego.

 Otra actividad es dividir la clase en grupos: unos cantan la canción, otros la tocan con instrumentos musicales, otros la bailan... y después se intercambian los papeles. Con estas actividades los niños utilizan las posibilidades expresivas del propio cuerpo en situaciones lúdicas, conocen las limitaciones motrices de sus cuerpo, afianzan la lateralidad, se desplazan en el espacio, aceptan las reglas que rigen los juegos, participan  en danzas sencillas, actúan autónomamente...

 Podemos recopilar y trabajar con muchos juegos, canciones, cuentos... adecuados al nivel de desarrollo de los niños, pero es interesante no quedarse sólo  en lo conocido, sino en favorecer el trabajo de investigación para que en colaboración de las diversas instituciones educativas recuperemos las tradiciones, costumbres y canciones menos conocidas, o perdidas en muchos casos.

  Desde las familias y las escuelas debemos fomentar la participación en actividades tradicionales musicales porque son un medio para conocer el entorno en el que vivimos y donde debemos insertarnos y estos niños en el futuro serán los encargados de transmitir las tradiciones y el conocimiento musical adquirido a las generaciones venideras.

 

Bibliografía

 

o              HIDALGO MONTOYA, J. (1998): Cancionero popular infantil español. Tico Musica. Barcelona.

o              MORENO MARTÍN, Mª C y otras (2002): “Educar  en la propia cultura ante las necesidades que plantea el nuevo milenio en Andalucía” en GERVILLA, BARREALES y MORENO (Coord.): Necesidades educativas de la infancia ante el nuevo milenio. Tomo II. Grupo de Investigación de Educación Infantil y Formación de Educadores. Universidades de Andalucía. Cedma.  Málaga.        

o              RODRÍGUEZ SUSO, C. (2002): Prontuario de musicología: música, sonido, sociedad. Civis. Barcelona.

o              SWANWICK, K. (2000): Música, pensamiento y educación. Morata. Ministerio de Educación y Cultura. Madrid.