Revista mensual de publicación en Internet
Número 55º - Agosto 2.004


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

VII SEMANA DE MÚSICA ANTIGUA DE GIJÓN
 

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.     


Llegó a su séptima edición el encuentro anual de los gijoneses con la música antigua, una de las pocas oportunidades que tenemos de presenciar actuaciones de nombres señeros de la interpretación musical, en algún repertorio. Como cada año, las actuaciones se han repartido entre las gratuitas, que se celebraban en la Colegiata de San Juan Bautista, y las que cobraban entrada, que tenían lugar en el Teatro Jovellanos. En esta edición se ha querido rendir un especial homenaje al Camino de Santiago, al coincidir con el Xacobeo.

He podido asistir a todos los conciertos de la Semana, excepto el que se celebraba en el Jardín Botánico (fuera del casco urbano de la ciudad), el 17 de julio, a cargo del Ad Libitum Ensemble. Comenzaré por los conciertos del Jovellanos, que fueron tres: el primero, el 18 de julio, corrió a cargo del Ensemble Plvs Vltra, conjunto vocal británico cuyos miembros han actuado en otras conocidas agrupaciones como The Sixteen, The Tallis Scholars o The Hilliard Ensemble. En el programa, El Cantar de los Cantares de Gioseffo Zarlino, mucho más conocido como tratadista musical que como compositor. La obra (que nos trae inmediatamente recuerdos de la polifonía de un Palestrina o un Victoria) es, según nos explicaron al principio, el resultado de una laboriosa búsqueda de fragmentos dispersos publicados por separado, ya que según parece aquello no se podía publicar como obra íntegra por alguna prohibición sobre el texto, o su traducción. Los Plvs Vltra nos ofrecieron una versión muy correcta, salvando algunas desafinaciones al principio, habituales en conciertos en vivo, y la asistencia del público fue escasa, como corresponde al carácter minoritario de esta música.

Una recepción muy distinta se vivió en el concierto del 23 de julio, pues suelen ser más populares los conciertos de una orquesta barroca "de gran formato" (entiéndase, dentro de lo que es el tamaño de una orquesta de la época). Si otros años pudimos contemplar a conjuntos como la Academy of Ancient Music, esta vez fue el Ensemble Il Fondamento, fundado y dirigido por el oboísta Paul Dombrecht, quien nos trajo un programa con obras de Fux, Heinichen y Zelenka, la mayoría de ellas en la forma de Oberturas en varios movimientos, como las Suites para orquesta de Bach. Por encima de algún ligero desajuste, el conjunto demostró ser un digno continuador de famosas agrupaciones holandesas que han marcado una época en la interpretación barroca, como el Leonhardt Consort o La Petite Bande. Este concierto sí tuvo una asistencia de público considerable.

Y tras esta cima, una relativa decepción, el concierto de Alia Mvsica del 24 de julio, con un programa dedicado al Camino de Santiago: Cantigas de Santa María, piezas del Códice Calixtino, del Códice de las Huelgas, etc. en una función que se quiso hacer semi-escenificada, con narradores que iban relatando los milagros de la Virgen a los que se hace referencia en las obras, y con proyecciones de diapositivas ilustrando pasajes del camino. El resultado, la verdad, quedó algo "cutre"; por ejemplo, las diapositivas me recordaban a las que en mi época se podían contemplar en una clase de Religión en el BUP, y por si fuera poco alguna vez el PC que las emitía dejó de funcionar, saliendo por el telón de fondo un mensaje similar a "El programa ha efectuado una operación no válida y se apagará". La parte narrada quizás tuviera excesiva longitud para un público medio. En cuanto a la parte musical propiamente dicha, también esperaba más de un conjunto que graba nada menos que para Harmonia Mundi; el estilo interpretativo me sonó muy próximo al de los viejos discos del Atrium Musicae para Hispavox, eso sí con voces de mejor calidad y más sutiles. Como ejemplo de lo dicho, valga el conocido "hit" del Códice Calixtino, "Dum Pater familias", en la versión que sonó allí. El resumen que puede hacerse es que los Alia Mvsica a ratos parecían más un grupo de aficionados que de "verdaderos profesionales".


Pasando ya a los conciertos gratuitos en la Colegiata, la Semana se inauguró el 16 de julio con el concierto del grupo "El Cortesano", compuesto por dos personas: José Hernández (contratenor) y Ariel Abramovich (vihuela), que interpretaron un programa de canciones españolas del Siglo de Oro, entre las que se encontraban títulos relativamente bien conocidos como Paseavase el Rey Moro de Luis de Narváez (o Luys de Narbaez), Claros y frescos ríos de Alonso Mudarra o A monte sale el amor de Enríquez de Valderrábano (o Anrriquez de Valderrauano), que daba título al recital. Pudimos disfrutar del arte de un cantante sensible, y de voz bellísima, acompañado por un instrumentista notable que también interpretó en solitario algunos "hits" para vihuela del Renacimiento español, como la Fantasía que contrahaze la harpa de Luis de Milán o las Diferencias sobre Guárdame las vacas de Luis de Narváez. Un concierto que dejó un sabor muy agradable.

El día siguiente, 17 de julio, actuaba el Ferrara Ensemble dirigido por Crawford Young, con un programa de canciones medievales del estilo conocido como "Ars Subtilior", con la presencia de autores como Guillaume de Machaut. A diferencia de otros conjuntos presentes en la Semana, como Alia Mvsica o Abendmusik, este conjunto sí nos dio la impresión de ser plenamente profesional en la interpretación de un repertorio, además, muy minoritario. Lo que también se puede predicar del Ensemble Tetraktys, que actuó dos días después (19 de julio), entre cuyos integrantes hay nombres tan conocidos como la soprano Jill Feldman o el flautista y director Kees Boecke, y que interpretó un programa dedicado al "Trecento" toscano, con obras de Dufay, Ciconia, Bartolino Da Padova, etc.

Los dos siguientes conciertos representaron la cima de la Semana, al menos en lo que se refiere a los programados en la Colegiata. El 20 de julio actuaba un viejo conocido de estas Semanas, el laudista Paul O'Dette, cuya presencia en Gijón es ya poco menos que entrañable, y que nos ofreció un programa de "Arias y Danzas Antiguas" que incluían las que utilizaría Rodrigo para su Fantasía para un gentilhombre, aquí escuchadas en versión original. Nuevamente nos asombró O'Dette con su minuciosa pulsación, que no se come ni una sola nota, y que va desgranando con delicadeza todos los entresijos de las partituras. También se ganó al público con su buen humor, algo caracerístico de él: si en otra edición recuerdo que apareció por la puerta ya tocando el laúd, en esta ocurrió una anécdota relacionada (una vez más) con los conciertos de rock que se programan a la misma ahora con abundante megafonía, con lo que se oyen claramente dentro de la Colegiata; algo que parece que es endémico en estas Semanas pero que un responsable prometió que para la edición del año que viene estaría solucionado. Pues bien, después que los rockeros le hubieran fastidiado en parte el recital al que muchos consideran el mejor laudista del mundo, sube al estrado a dar una propina y toca con su laúd un rasgueo que suena igual que los típicos de las guitarras eléctricas el rock... llevándose inmediatamente las manos a la cabeza, como si dijera "¡Esto no es, que me estoy contaminando!" El gesto fue aplaudido y reído de buena gana por el público.

El 21 de julio actuaba otro viejo conocido de estas Semanas, el violagambista francés Jerôme Hantaï, esta vez sin su famoso hermano Pierre (con el que vino el año pasado) sino haciendo dúo de violas de gamba con la japonesa Kaori Uemura. El programa fue el que más expectación despertó en el público, a juzgar por la asistencia que tuvo; tal vez fuera debido a que se anunciaban obras del Señor de Sainte-Colombe, compositor al que ha dado cierta fama la película Todas las mañanas del mundo. Aparte de Sainte-Colombe, el programa incluía obras de Couperin y autores ingleses del XVII (Locke, Jenkins, Simpson). Nuevamente asistimos a un recital de un Maestro, con mayúsculas, que unía un virtuosismo sin límite a un toque poético de gran delicadeza.

Después de las cimas que supusieron O'Dette y Hantaï, el concierto del grupo Abendmusik del 22 de julio supuso inevitablemente una bajada de nivel, es más, fue la actuación de toda la Semana que más pareció ser la de un grupo de aficionados. El programa, eso sí, era el más asequible para cualquier público, compuesto por "hits" relacionados con el Camino de Santiago, con piezas del Códice Calixtino (como el inevitable "Dum Pater familias"), del Llibre Vermell, Cantigas de Santa María entre las que no podía faltar la nº 100, "Sancta Maria strela do dia", el Lamento de Tristano o alguna de las céleberes Estampidas reales. La interpretación fue fuertemente rítmica, con mucho aparato de percusión, lo que puede hacer que uno se pregunte si esto es medieval o es "folk"; el "Dum pater familas" no tuvo nada que ver, desde luego, con el que cantaron los Alia Mvsica dos días después, que sonaba casi a canto llano. Con todo, fue un concierto amenísimo en el que era imposible aburrirse, y apto para todos los públicos.

La Semana terminó, como es habitual, con un concierto de los alumnos que asistieron a los seminarios impartidos por los propios intérpretes, concierto que tuvo lugar el 25 de julio. Como ocurriera el año pasado, Jerôme Hantaï tocó una viola construida por alumnos del taller de "luthiers". Destaquemos por último la accesibilidad de los artistas, que podían encontrarse entre el público los días que no tocaban, un signo más del buen ambiente que reinó, como viene siendo habitual, durante esta Semana.