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Número 55º - Agosto 2.004


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GRANDES ARTISTAS DEL SIGLO 

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

EMI lanza una nueva serie denominada "Great Artists of the Century", que parece un complemento de la bien conocida "Great Recordings of the Century", también abreviada como G.R.O.C. En este caso las portadas son de fondo azul y no se reproducen las carpetas originales de los discos de vinilo. Cada CD estará dedicado a un artista que haya grabado para EMI Classics, y parece ser que a cada uno se le dedicará un solo disco, con lo que la serie es necesariamente más limitada que G.R.O.C.

Sea como fuere, el caso es que el primer lanzamiento de esta nueva serie ha dado la oportunidad para que vuelvan a estar disponibles grabaciones interesantes que llevaban tiempo fuera de catálogo, de las cuales hemos seleccionado tres que nos parecen de especial interés.


La primera de ellas está protagonizada por quien fue, a decir de muchos aficionados el más grande director de orquesta de todos los tiempos, Wilhelm Furtwängler. Sus grabaciones para EMI son verdaderos clásicos que nunca desaparecen de catálogo y se reditan una y otra vez en diferentes series, pero una excepción era este CD, con obras de Smetana y Richard Strauss, aparecido hace unos diez años en la serie "References" y actualmente inencontrable, que gracias a esta nueva serie vuelve ahora a estar disponible, aunque el sonido no ha sido reprocesado de nuevo ahora.

Tal vez se deba esta ausencia del catálogo a que Richard Strauss no era uno de los autores que mejor se le daban a Furtwängler, quien en tantos otros autores conseguía versiones de referencia, que no aparecen aquí. En el Don Juan, grabado en 1954, de tempo más relajado que en sus versiones en vivo de 1942 ó 1947, sobra cierta retórica (como en el arranque) y falta una mayor sensualidad en los momentos que representan las conquistas de Don Juan (que terminan con el conocido solo del oboe). El motivo de 4 trompas asociado a Don Juan también debería tener más grandeza. En conjunto tenemos una buena versión, con detalles interesantes pero que no acaba de sonar a Strauss. Como le ocurre asimismo al Till (también de 1954), una buena interpretación que, para llegar a ser una gran interpretación necesitaría algo más de "picardía", de sentido del humor, y menos seriedad y carácter "heroico".

Muerte y Transfiguración (grabado en 1950) tiene indudables alicientes (muy poéticos los "Recuerdos", de gran belleza melódica los "Sueños del moribundo") pero nuevamente el conjunto no acaba de sonar a Strauss: la "Batalla entre la vida y la muerte", febril, suena demasiado confusa (y aquí no vale el carácter "brumoso" que tan bien resulta en obras románticas) y la misma Transfiguración final no es de las más memorables. En general, la dirección es suena mas mística que carnal, lo que en Strauss no es lo más indicado. Con todo, no hará falta recordar a los conocedores del arte de Furtwängler que todos sus discos merecen coleccionarse porque siempre aportan cosas de interés, aunque no sean "la versión de referencia".

Pero el CD nos reserva una sorpresa, donde sí encontramos a Furtwängler "en su salsa": El Moldava, de Smetana, el segundo de los poemas sinfónicos del ciclo Mi Patria (grabación de 1951, siempre con sonido muy aceptble, como todo el CD). Desde el comienzo, lentísimo y remarcando mucho los acordes en pizzicato, ya notamos que estamos ante algo especial, lo que se confirma cuando aparece el tema principal: pocas veces se podrá escuchar tocado con más sentimiento. La parte de la obra que representa una escena de caza no llama la atención, pasa desapercibida, pero a continuación asistimos a otro prodigio: una "Boda campesina" que nunca ha sonado más adecuada a su título, cuando tantas veces lo que escuchamos en otras versiones es o de un total estatismo, o por el contrario una "carga de caballería". La "Danza de las Ninfas en el claro de luna" es otra maravilla, pocas veces (o nunca) habrá sonado tan ensoñadora. A continuación, el tema principal reaparece más veloz, los Rápidos de San Juan no llaman la atención, y llega el acelerado final sin ninguna gloria ni grandilocuencia al pasar por el castillo de Vysehrad: está claro que Furtwängler no quiere una conclusión triunfalista. Este final (y la escena de caza del principio) puede defraudar algo al oyente, pero es tal la genialidad de lo que se ha escuchado por el medio que obliga a recomendar este Moldava como imprescindible, una versión que se coloca a la altura de las más grandes: Szell (también irregular al final, pero con momentos geniales) o Karajan-Viena (menos genial pero que mantiene un nivel más constante). Solamente por este "Moldava" ya merecería la pena hacerse con el disco.


La segunda grabación comentada corre a cargo de quien tras la muerte de Furtwängler se convirtió en el nuevo director "estrella" de la EMI: Otto Klemperer. En realidad, Klemperer era un año mayor que Furtwängler, pero le sobrevivió 19 años, en los cuales tuvo tiempo a registrar el que quizá sea el legado más importante dejado por un director de orquesta en la era del sonido estéreo. El presente lanzamiento recupera una grabación en estudio de 1963 de la Sinfonía nº 4 "Romántica" de Bruckner, con la Orquesta Philharmonia de Londres, que ya estuvo editada en CD en la serie "Studio" pero que llevaba años descatalogada, pues EMI prefirió editar en su lugar otra "Romántica" en vivo del mismo director, tres años posterior y con la Orquesta de la Radio de Baviera.

Ambas versiones (estudio y directo) son muy parecidas: un comienzo urgente, con algo de premura, que puede parecer "poco místico" (quizá lo más discutible), sonando en cambio todo muy nítido, muy marcado; un Andante muy vivo pero que no da la impresión de ir demasido rápido (el comienzo es algo más pausado en la grabación en estudio); un Scherzo monumental, en la mejor línea de Klemperer, "marca de la casa", y un Finale igualmente colosalista. Puede preferirse la versión en vivo para la Coda del Finale, pero en conjunto, para quien desee tener una sola "Romántica" por Klemperer parece preferible esta de estudio, pues la toma de sonido es superior y la orquesta es técnicamente más perfecta, sin los fallos del directo. Esta versión podría figurar entre las grandes de la era del estéreo, al lado de Böhm-Decca, Jochum-DG o la "muy especial y no apta para todos los públicos" de Celibidache-EMI, y eso basta para que merezca la pena hacerse con ella. Para esta edición, el sonido ha sido nuevamente reprocesado.

El disco se complementa con el Idilio de Sigfrido de Wagner, en la misma versión que está publicada en la serie G.R.O.C. en un doble CD de Preludios y oberturas wagnerianos, y utilizando también el reprocesado de G.R.O.C. En esta obra, Klemperer opta por la versión camerística, y nos entrega una interpretación fenomenal, una de las mejores disponibles en el mercado, hecha con toda la delicadeza que requiere la obra, y con multitud de detalles tímbricos "llenos de intención", como esos sonidos de los cellos que le dan un aire tan ensoñador, tan acariciante. El rendimiento de la Philharmonia, sencillamente extraordinario.


La tercera y última grabación comentada tiene como protagonista a otro director de orquesta que, a diferencia de los anteriores, aún vive, aunque está retirado y este año ha cumplido ya los 90. Se trata de Carlo Maria Giulini, de quien se reedita un programa de Oberturas de Rossini grabadas en 1959, 1962 y 1964 que antes estuvo en la serie Studio; en esta ocasión el sonido ha sido nuevamente reprocesado y, lo que es más importante, se añade una obertura más a las 8 que comprendía la anterior edición: la de Tancredi, que hasta ahora sólo estaba disponible en el doble CD dedicado a Giulini de la serie "Grandes directores del siglo XX".

Cuando se habla del arte de Giulini, siempre se destacan cualidades como "humanismo", "serenidad", "delicadeza"... que en teoría no parecerían los más indicados para las oberturas de Rossini, en las que tantas veces lo que se busca es la espectacularidad. No obstante, la audición de este disco depara más de una sorpresa: encontramos un Rossini perfectamente válido, de una serena belleza melódica que nos puede recordar a Bellini, con momentos de gran delicadeza que nos descubren una faceta a veces olvidada de Rossini (ej. el momento del "Amanecer" de la obertura de Guillermo Tell), poético y que acierta en el carácter "optimista" de esta música.

Muchos preferirán como referencias versiones con mayor "garra", como las de Abbado con la London Symphony, por ejemplo. Veamos un caso como La gazza ladra, considerado uno de sus grandes logros: Abbado consigue una perfección técnica apabullante, tiene "garra" en efecto, pero llega a sonar mecánico, como un robot; Giulini, por el contrario, nunca pierde la línea melódica, "cantabile", nunca es mecánico, por el contrario nos descubre una música profundamente humanista. Sin poder decir que este disco sea "la referencia" para las oberturas de Rossini, sí es uno de los que hay que tener para este repertorio.


En resumen, la nueva serie "Great Artists of the Century" empieza con buen pie, ya que en ella hay al menos 3 CD's de los que cualquier aficionado debería tener en su discoteca.



REFERENCIAS:

RICHARD STRAUSS: Don Juan, Till Eulenspiegel, Muerte y Transfiguración
SMETANA: El Moldava
Orquesta Filarmónica de Viena
Director: Wilhelm Furtwängler
EMI 7243 5 62790 2 5

BRUCKNER: Sinfonía nº 4 "Romántica"
WAGNER: Idilio de Sigfrido
Orquesta Philharmonia
Director: Otto Klemperer
EMI 7243 5 62815 2 3

ROSSINI: Oberturas
(Il barbiere di Siviglia, La Cerenentola, La gazza ladra, Guillaume Tell, L'italiana in Algeri, La scala di seta, Semiramide, Il signor Bruschino, Tancredi)
Orquesta Philharmonia
Director: Carlo Maria Giulini
EMI 7243 5 62802 2 9