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Número 55º - Agosto 2.004


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Pensamiento musical contemporáneo (IV): ADORNO

 

Por David Martín Sánchez, (Licenciado en Historia y Ciencias de la Música, Ávila).

  
Adorno

Theodor Wiesengrund Adorno (1903-1969) estudió filosofía, sociología, psicología y música, fue alumno de Alban Berg y emigró a Inglaterra y a Estados Unidos huyendo del nazismo. Entre sus obras más importantes se encuentran: Teoría de la Estética (la última que escribió), Dialéctica de la Ilustración (en colaboración con Horkheimer), Minima moralia y Dialéctica negativa.

La filosofía de Adorno se enmarca en la corriente hegeliano-marxista en que se mueven todos los miembros de la teoría crítica; para él la sociedad industrializada presenta una estructura que niega al pensamiento su tarea más genuina: la tarea crítica. En esta situación la filosofía se hace cada vez más necesaria como pensamiento crítico para atenuar la apariencia de libertad y mostrar la “cosificación” reinante.

            Pertenece a la Escuela de Frankfurt, movimiento filosófico y sociológico fundado en 1923 y asociado al Instituto de Investigación Social de la Universidad de Frankfurt. Su portavoz fue en un principio Max Horkheimer, quien sería nombrado director del Instituto en 1930 y que expuso la “teoría crítica” de esta escuela en su periódico Zeitschrift für Sozialforschung, cuyos artículos están recopilados en la Teoría crítica, publicada en 1968.

A pesar de ser una escuela de inspiración marxista sostenían que esta doctrina, al igual que cualquier otra, debía someterse a la crítica argumentando que la sociedad moderna sufre enfermedades que sólo pueden “curarse” con una transformación radical de la teoría y la práctica. Frente al marxismo defenderán que la revolución proletaria que habría de liberar a la humanidad no era inevitable y que el pensamiento teórico no era del todo independiente de las fuerzas sociales y económicas; la tecnología sería una de esas enfermedades de la sociedad moderna y no una solución, como había supuesto Marx.

            La función de la teoría crítica era analizar detalladamente los orígenes de las teorías en los procesos sociales, sin aceptarlas de inmediato como hacían los empiristas y positivistas ya que ello sería aceptar implícitamente procesos y condiciones de los que el hombre ha de emanciparse. Afirmaban que las ciencias no están libres de valores sino que conllevan supuestos implícitos cuya condición de valor está oculta por su evidente obviedad. Estos juicios de valor, como la conveniencia de dominar la naturaleza mediante la tecnología, debían “desenmascararse” y exponerse a la crítica.

Adorno es consciente de que en el contexto soviético de la URSS la cultura se contempla como “un medio de soberanía política” debido a que no se acepta “el arte por el arte” sino que éste debe mostrar una ideología al servicio del pueblo. Del mismo modo señala que la cultura impuesta no es tomada en serio por nadie aunque sí se teme cualquier “brote” no autorizado, cualquier “disonancia” (como el título de su obra) que vaya en contra de lo establecido.

Desde su punto de vista, la sociedad es consciente de la crisis cultural pero el arte debe ser algo “no problemático”, algo carente de peligro para la conformidad general, es decir, el arte no debe llegar a ser un arma que desestabilice el sistema implantado pero tampoco debe reflejar orden o tranquilidad sino que ha de mostrar lo que se esconde bajo la apariencia de estabilidad.

El aspecto negativo lo encuentra en que los elementos de la música seria han perdido la proporción quedando la melodía en inferior importancia en relación al elemento rítmico y armónico de forma que si la música no quiere degradarse deberá tomar conciencia de sus contradicciones e insuficiencias.

Con respecto al tema de la complicación, en principio no es buena ni mala pero la incapacidad de las masas para entender lo complicado se explica por su exclusión forzosa de la cultura, a lo que se suma el hecho de que, en su tiempo libre, no sean capaces de comprender lo que no se asemeja a su trabajo. Está convencido de que en la defensa y exigencia de lo sencillo, en principio a favor de las masas, se oculta un menosprecio a éstas. La idea que estará presente será la de promover que los compositores abandonen su subjetivismo y que su música exprese las ideas y emociones de la masa aunque este objetivo resulte contradictorio con la búsqueda de calidad musical, objetiva y auténtica que se defendía. Es preciso crear música bien compuesta pero que se adapte a los intereses de aquellos para los que ha sido escrita.

Por último, reconoce que la producción musical es objeto de manipulación al quererse controlar a los hombres en un momento de decadencia de la sociedad individualista.

 

CONCLUSIONES

            La Escuela de Frankfurt contempla el arte como sublimación, como una creación humana del más alto nivel, debido a que la música nueva sólo podía durar mientras fuera vanguardista porque sólo era recibida por una intelectualidad y no cumplía una función masiva, mientras que en Estados Unidos se hablaba de “cosificación del arte” al haberse convertido en un producto mercantil.

            En relación a los elementos de forma y contenido Adorno valora ambos, criticando a los formalistas la idea de que el contenido no tenía ninguna importancia. Una de las ideas fundamentales que expone es que “el arte no debe ser libre” ya que expresaría que los hombres no lo son pero tampoco debe ser negativo sino que debe mostrar equilibrio sin dejar lugar a ninguna expresión de sufrimiento.

            Hace referencia al fenómeno de la comercialización de la música en línea con la “cosificación” del arte que se estaba viviendo en aquel momento, al tiempo que también es consciente del peligro al que está expuesta la nueva música por su aislamiento social, a lo que se suma que la música y la cultura en general están en crisis. Para evitar la crisis en la cultura Adorno propone que los músicos eviten el subjetivismo.

Por último señalar que para Adorno “la música más avanzada producida en una cultura es, a un tiempo, una crítica social y una descripción estética de la sociedad que la ha producido”[1].

 

BIBLIOGRAFÍA:

  • ADORNO, Theodor W.: Disonancias, Rialp.
  • BOEHMER, Konrad: “Sociology of music” (2. History, ii Historical idealism (Hegelianism)), en SADIE, Stanley (Ed.): The New Grove Dictionary of Music and Musicians, Macmillan, Londres, 1980.
  • BRIHUEGA, Jaime: “Arte y sociedad. Genealogía de un parámetro fundamental”, en BOZAL, Valeriano (Ed.): Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas, Visor, La Balsa de la medusa, Madrid, 1996, Vol. II, pp. 109-126.
  • FUBINI, Enrico: La estética musical desde la Antigüedad hasta el siglo XX, Alianza, Madrid, 1999 [1976].
  • GIVONE, Sergio: Historia de la estética, Temas, Madrid, 1999.
  • LANG, Paul Henry: Reflexiones sobre la música, Debate, Madrid, 1988.
  • LECHTE, John: Fifty Key Contemporary Thinkers, Routledge, 1994.
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NOTAS:


 

[1] WILL, Patrick T.: “Sociología de la música”, en RANDEL, Don: Diccionario Harvard de la Música, Alianza, Madrid, 1997 [1986].