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Número 41º - Junio 2.003


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EL "NOVEDOSO" BEETHOVEN DE RATTLE
 

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.

          

La nueva grabación que nos presenta EMI del ciclo sinfónico de Beethoven, a cargo de su director "estrella" del momento, Simon Rattle, y la Filarmónica de Viena, corresponde a un concepto de "recuperación del Beethoven auténtico" que lleva ya bastantes años comiendo terreno a las versiones que podríamos llamar "tradicionales".

Se considera en la actualidad que el Beethoven de los grandes directores de la tradición alemana (como un Furtwängler, por citar el caso indudablemente más célebre) no era lo que había escrito realmente el compositor, sino la visión que tenía Wagner de la música de Beethoven, para lograr la cual se necesitaba ignorar muchas indicaciones de la partitura, sobre todo las de "tempo" (las que marca el metrónomo suelen ser bastante más rápidas que las que se escuchan en concierto o en los discos). Wagner creó escuela como director de orquesta, transmitió sus ideas a sus discípulos y, en última instancia, la tradición alemana de dirección de orquesta procede de él.

Los intentos de crear un Beethoven "objetivo", "tal como viene en la partitura", y que rompa con el "Beethoven wagneriano" de la tradición son en realidad muy antiguos, y podrían remontarse hasta Toscanini, pero ha sido en los últimos tiempos cuando la investigación musicológica ha venido en ayuda de estas interpretaciones con nuevas ediciones críticas de las partituras originales, que contengan la orquestación que realmente escribió Beethoven, sin alteraciones posteriores ni errores de los primeros copistas. Así, en 1990 llegaba una de las grabaciones más conocidas del ciclo Beethoven siguiendo esta línea, la dirigida por Nikolaus Harnoncourt, basada en las partituras de la entonces nueva edición Peters. Recientemente ha aparecido una nueva edición crítica de estas obras, debida a Jonathan del Mar, que parece que se está imponiendo entre los directores, pues ya ha sido grabada tres veces: por David Zinman, Abbado (su 2ª grabación) y esta de Rattle.

El problema al que se enfrentan estas interpretaciones es que muchos oyentes están acostumbrados a las versiones "wagnerianas" y esperan encontrar cosas que luego no encuentran: un Beethoven que no tenga profundidad mística en los Adagios, que no tenga una fuerza arrolladora en los "Allegro con brio", que no que suene "heroico" o sugiera una "lucha titánica contra el Destino" cuando parece requerirse... pues no suena a Beethoven. Claro, se puede argumentar que dichos oyentes (entre los que se incluye el firmante) están mal acostumbrados por escuchar un Beethoven "falso", pero a esto último también se puede objetar que la profundidad o la fuerza expresiva se pueden lograr por otras vías, no necesariamente por la vía "wagneriana", que ciertamente una obra de arte tiene muchas posibles lecturas y no una sola, y que las partituras de Beethoven son tan ricas como para admitir distintos enfoques válidos, por lo que no se juzgan los planteamientos, sino los resultados obtenidos.

Sería por otro lado injusto exigir a una nueva grabación de las digamos "filológicas" que estuviera al nivel de los grandes maestros que han interpretado esta música, como Furtwängler, Klemperer, Cluytens, etc. ya que eso tampoco se logra en las versiones "tradicionales" que se siguen haciendo hoy en día, la última de las cuales hasta ahora ha sido la de Barenboim. Por otra parte, la "tradición" tiene ya más de un siglo a sus espaldas y las versiones "novedosas" mucho menos, y hay que comprender que las cosas necesitan un tiempo de rodaje.

La nueva grabación de Simon Rattle es, en este sentido, muy superior en conjunto a la de Harnoncourt. Tomada en vivo en abril y mayo de 2002 durante un ciclo de conciertos donde se dieron las 9 sinfonías (un honor que antes de él sólo han tenido con la Filarmónica de Viena otros cuatro directores: Weingartner, Furtwängler, Bernstein y Abbado, una muestra de lo que la orquesta mima al director británico), en ella Rattle nos propone, como era de esperar, un Beethoven muy "lúdico", festivo, en el que el temperamento fogoso del director da buenos resultados en los movimientos "con brío", y en el que lo que más se echa en falta, como era de esperar, es profundidad en los movimientos lentos. Puede ser curioso el compararla con la de Barenboim, la última hecha hasta el momento según la "tradición", pues uno falla donde acierta el otro, y si se pudieran reunir los aciertos de los dos quedaría indudablemente un gran ciclo Beethoven, con la profundidad de Barenboim y su sonido "noble" pero sin su atmósfera "de funeral", sin ningún sentido del humor, y con la mayor "chispa" de Rattle, sumada a su fogosidad y a una técnica realmente soberbia.

Particularizando una por una de las sinfonías, en las dos primeras, las más próximas al clasicismo, Rattle consigue magníficos resultados, como era de esperar: la Segunda es realmente una versión redonda, dentro de un estilo plenamente "haydniano" (en el Scherzo nos parece estar escuchando una sinfonía de Haydn tal como la 83, "La Gallina"), con un primer movimiento que es una verdadera fiesta, un final "chispeante" y, lo menos logrado, un Larghetto que, con todo, no defrauda y queda plenamente coherente con su visión del conjunto de la obra. La Primera, sin embargo, acusa más la falta de hondura en su movimiento lento, pero el resto es muy bueno, con un primer movimiento de un brío y un humor arrollador y un final "chispeante", casi rossiniano, muy logrado. En conjunto no defrauda, y es muy superior a la de Barenboim, que aquí suena a "momificada", aunque por contra, en el Larghetto de la el maestro argentino-israelí-español consigue resultados muy superiores a los de Rattle.

A partir de la Tercera es cuando más veces uno piensa que "aquí falta algo", o que todas las sinfonías están planteadas de modo tan clasicista como las dos primeras. La "Heroica" tiene verdadero brío en su primer movimiento, la Marcha Fúnebre (como era de esperar, lo menos logrado, aunque aun así digna) presenta un remanso lírico, el Scherzo hace honor a su nombre, suena verdaderamente "lúdico", y el Finale tiene ímpetu. En conjunto, la versión es fogosa, tiene momentos líricos... lo que no tiene es el dramatismo o la monumentalidad que recordamos de las versiones tradicionales, aunque a lo que se escucha no se le pueda poner ningún fallo especial; eso sí, en el cuarto movimiento ya escuchamos algunos acordes que suenan a "orquesta historicista", lo cual se repetirá en otras sinfonías (sobre todo las tres últimas).

La Cuarta promete mucho en su primer movimiento, de una alegría contagiosa, pero las expectativas terminan por no verse cumplidas, pues al acabar los 4 movimientos uno tiene la impresión de que esta sinfonía es "algo más" que la alegría que nos presenta Rattle.

La Quinta ya la había grabado Rattle otra vez antes de este ciclo, en el 2000 (comentada en el nº de diciembre de 2001 de Filomúsica) y esta nueva grabación es algo más tradicional que aquella, menos dada a experimentos, y técnicamente mejor tocada y grabada. Como además no le faltan la energía ni la "contundencia" que se esperan en esta obra, esta versión puede suponer uno de los puntos más altos del ciclo y no queda mal situada entre las grabadas en los últimos años (Barenboim, Solti, etc.), suponiendo en cierto sentido un "soplo de aire fresco" después de tanta versión estándar. Eso sí, no se encontrará aquí la profundidad o la fuerza telúrica de las grandes versiones tradicionales, pero tampoco se esperaba encontrarlas.

La "Pastoral" mantiene un cierto interés, pues aunque falte el componente "místico" al menos Rattle se libra del peor pecado contra esta obra, la excesiva contundencia en la que caen Karajan o Solti; tal vez se deba a que la orquestación que emplea es menos densa que en los referidos. Mejor en todo caso los dos primeros movimientos que los tres restantes, que suenan demasiado acelerados.

La Séptima es una de las mayores decepciones del ciclo, pues cuando podría esperarse que el fogoso Rattle fuera el director ideal para la "Apoteosis de la Danza", como la llamó Wagner, lo que encontramos es una lejanía expresiva que la hace parecer una segunda "Pastoral"; ya se sabe, lo de la danza es un concepto wagneriano, hay que huir de él. No sólo el Allegretto no conmueve (lo que era de esperar) sino que ni siquiera el tercer movimiento tiene "garra" (y esto ya es más raro en Rattle); eso sí, lo que no faltan son "tirones" que recuerdan a las orquestas historicistas (algunas figuras en el primer mov. que suenan rarísimas, o al comienzo del 4º).

En la Octava vuelve a aparecer el sonido que recuerda a "cuerdas de tripa" pero sin embargo aquí estamos ante uno de los puntos más altos del ciclo, junto a , y en gran parte la : una lejanía, una sutil ironía que parece propia de un director de edad avanzada que esté ya "de vuelta de todo" unido a un sentido del humor muy británico que es una de las mejores bazas de Rattle. No falta tampoco lugar para los momentos "con brío" (comienzo del 4º mov.) y así esta Octava puede situarse al menos entre las grandes de la era digital.

Por último, de la Novena recordábamos una versión por Rattle en video interpretada en el campo de concentración nazi de Mauthausen, que hacía esperar algo interesante de esta del ciclo; oída a continuación de las anteriores, puede afirmarse que los tres primeros movimientos mantienen la tónica general del ciclo (el primero, muy correcto, no es tan evocador de un cierto "más allá" como en las mejores versiones tradicionales; el segundo suena "vivace" como indica su título, pero no "demoníaco"; el tercero es poético pero no "místico"...) hasta llegar al movimiento coral, que nos parece el mayor batacazo de Rattle en todo el ciclo. Entre los solistas, las dos mujeres y el coro (el de Birmingham, se supone que traído para la ocasión como recuerdo de la etapa en la que Rattle dirigió a dicha orquesta) parecen correctos, el tenor es mejorable y el barítono (Hampson) es una gran voz pero canta con su habitual afectación que para mi gusto personal resulta insoportable. Lo peor llega en la coda: escuchamos al coro recalcar exageradísimamente la palabra "Welt", al flautín de la orquesta tomar un protagonismo también exagerado (nos recuerda al final de su anterior Quinta del 2000, también parece que se quieren evocar las marchas militares del XVIII), luego decir a la carrera el último "Freude, schöner Götterfunken" y nuevamente ralentizar después el tempo para el final instrumental. En fin, todo parece demasiado caprichoso y fruto del divismo del aún "joven" director, que quiere destacar por hacer algo "diferente".

Hay que decir algunas palabras sobre la presentación de los discos, que se nos presenta en un estuche con un diseño que parece una caja de bombones y un libreto editado con verdadero lujo (tapa dura, fotografías casi siempre en color) que contiene tres artículos, uno de Richard Osborne sobre las sinfonías, otro de Jonathan del Mar sobre su edición de las partituras, y un tercero del presidente de la Filarmónica de Viena, Clemens Hellsberg, sobre la relación de la orquesta con estas obras, aparte del texto de la "Oda a la Alegría", por supuesto nada de ello traducido al español, solamente en francés, inglés y alemán. La grabación es muy correcta dentro de la frialdad típica de EMI, y al menos hay que agradecer que para estar hechas todas "en vivo" no se note la presencia del público.

En resumen, un ciclo Beethoven que parte de planteamientos innovadores, ya solamente por los cuales tendrá la adhesión de cierto público, y que en sus resultados tiene logros indudables, aunque sean en las sinfonías menos conocidas (1ª, 2ª, 8ª). ¿Es suficiente para merecer el gastarse los 50 ó 60 euros que cuesta la caja? Cada uno podrá dar su particular respuesta, aunque si de lo que se trata no es de conocer "un Beethoven diferente" sino de comprarse el primer ciclo Beethoven, recomendaríamos antes que este los de los otros maestros en una línea más "tradicional", mencionados más arriba.


REFERENCIAS:

BEETHOVEN: Las 9 Sinfonías

Solistas en la 9ª: Barbara Bonney (soprano), Birgit Remmert (contralto), Kurt Streit (tenor), Thomas Hampson (barítono). Coro de la Sinfónica Ciudad de Birmingham (director: Simon Halsey).
Orquesta Filarmónica de Viena.
Director: Simon Rattle.

EMI 7243 5 57445 2 4 (5 CDs)