Revista mensual de publicación en Internet
Número 41º - Junio 2.003


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

DEBUTANDO...

Por Rubén Flórez Bande

          

EMI lanza una nueva colección dedicada a las jóvenes promesas del momento, a las que ha echado el ojo y, viendo los resultados remitidos, la cosa promete.


El primer disco que comentamos está dedicado a la trompa, la trompa natural, y en él se hace un recorrido por este instrumento desde Mozart hasta Brahms. El trompista, Andrew Clark, será conocido de los aficionados a las versiones historicistas porque ha sido colaborador de: La Orquesta del Siglo de las Luces, London Classical Players, English Concert, Academy of Ancient Music, Amsterdam Baroque Orchestra, etc. Actualmente es profesor de la Royal Academy of Music y actúa como solista en conciertos barrocos y clásicos.

Empieza el disco por orden cronológico con el Quinteto para trompa en mi bemol mayor K.407 de Mozart y le acompaña el Ensemble Galant también con instrumentos originales. Uno, que está acostumbrado a escuchar esta obra con instrumentos modernos, se sorprende; pero queda en eso, sorpresa por la novedad, la tímbrica es distinta, quizás un poco más tosca y opaca, pero que no emborrona, de eso ya se encarga Clark. En cuanto a las cuestiones técnicas, pues se aprecian mejor las dificultades con esta trompa natural, de hecho esta obra fue escrita para este tipo de trompa, encargo de Letgeb, uno de los innovadores de técnica del instrumento. Los pasajes en legato quedan mucho más matizados en esta interpretación, que con la ayuda de los pistones, los picados, mucho más marcados, pero sin nada de grandilocuencia a lo romántico. El diálogo con el resto de los intérpretes es modélico, siempre preocupados por encontrar el estilo justo, sin dejarse llevar por interpretaciones tradicionales.

La segunda obra son dos Dúos, de los doce (K 487-496a) que compuso Mozart, para dos trompas solas, el número 1 (Allegro) y el número 3 (Andante). Estas brevísimas piezas dan muestra de la maestría que tenía Mozart para enfrentarse a la técnica de todos los instrumentos a los que "metía mano"; en los breves tres minutos que duran estas dos piececitas se aprecian todos los recursos de la trompa, los ya dichos picados, legatos, notas tenidas, explosiones, escalas, melodías ligadas-picadas... todo un dominio. La segunda trompa está a cargo del solvente Roger Montgomery .

El segundo compositor que toca, en este recorrido por la trompa natural, es el sordo de Bonn, del que también se eligen dos obras. La primera, el Sexteto en mi bemol mayor Op.81b de 1810 encargado por el también trompista Simrok. Esta obra, de gran madurez, nos muestra unas sonoridades rotundas, más preocupadas por la tímbrica, que por el lucimiento de de los instrumentos, una obra bien empastada. No lo entienden así el Ensemble Galant y Andrew Clark, que prefieren diseccionar cada frase, cada detalle de cada uno de sus instrumentos, que dar una obra compacta. El resultado es, al menos, curioso; si bien de esta forma se pueden escuchar frases, melodías, que en otras ocasiones quedan solapadas, sobre todo en la trompa, sin embargo el conjunto queda algo desmembrado, con muy poca unidad.

El plato fuerte de este disco, es la siguiente obra de Beethoven, la Sonata para trompa y piano en fa mayor, Op. 17 (compuesta, curiosamente en veinticuatro horas). Encargada por el también trompista Giovanni Punto fue estrenada en 1800, pero enseguida cayó en el olvido. Posteriormente se hicieron adaptaciones de esta sonata para otros instrumentos de metal, como el trombón. La interpretación de Clark, junto al pianoforte de Geoffrey Govier, recalca más el valor expresivo que técnico, igual que hiciera un Truckwell con trompa moderna. Es interesante, al menos, ver cómo una trompa natural intenta rebuscar en los valores expresivos más que en los técnicos: frases bien matizadas, bien dichas, sin falta de alargar para conseguir expresividad, atenta a todos los matices, y con una gran investigación en la tímbrica; lo mismo se puede decir del pianoforte. Quizás sea una apreciación superflua, pero a mí me llamó la atención: justamente en el final de la sonata, en los tres últimos fortes, en vez de darlos matizados y nobles, tiende a un efectismo fácil que es "rajar" el sonido... a mí personalmente no me gusta, pero de todas formas no emborrona la buena interpretación de la obra.

El último compositor de este recorrido por la trompa natural es Brahms, y es el peor parado, por una sencilla razón: cuando Brahms compone su Trío para trompa Op.40 en mi bemol mayor allá por 1872, la trompa ya estaba en su fase final, el sistema de válvulas ya estaba establecido; por eso, hacer una interpretación "al modo antiguo", queda algo desfasado, y malsonante. Con un "Scherzo" aparatoso, un "Adagio" plano... y un piano sin cuerpo, un violín algo chillón, y una trompa que hace lo que puede. Pese a todo se aprecian detalles y frases curiosas, pero que no creo que tengan mayor valor en todo el conjunto de la obra.

En fin, un trompista soberbio, pero hasta Beethoven, más dedicado por la investigación tímbrica de su instrumento, que por los valores técnicos, y eso es de agradecer en la interpretación historicista.

El otro disco que nos llega de EMI DEBUT, está dedicado al piano ruso, desde Tchaikovsky a Stravinsky, todo un recorrido. El encargado de este viaje es un joven pianista macedonio (n. 1979) que comienza ahora su carrera internacional, con notables resultados: Simon Trpceski.

El disco comienza con una Suite del Cascanueces de Tchaikovsky, en el arreglo de Mikhail Pletnev. Si bien el piano no recoge toda la fantasía orquestal, sí recoge la expresividad del compositor, y Trpceski lo recalca, con una versión contagiosa de alegría y de lirismo, pero sin caer en la superficialidad y la frivolidad, da mucha más vida a esta obra, mucho más contagiosa que la del propio arreglista en el sello Melodia.

La siguiente obra es la del gran "desconocido" ruso, Alexander Scriabin, con su Sonata Nº 5, en una interpretación bárbara, y no exagero, no cae en la visión oscura de la mayoría de los intérpretes, todo lo contrario, una visión muy colorista, pero sin caer en el impresionismo puro, todo lo contrario: más entroncada esta interpretación con Schoenberg que con Debussy, no sé si esto tiene que sonar así, o a ruso, pero es una versión llena de optimismo, quizás de ingenuidad, pero de mucho valor musical.

Pollini entendía los Tres movimientos de Petrouchka como si fueran una Consagración de la Primavera y Trpceski los entiende como si fueran la Primavera de Debussy; ninguna creo que sea la visión más acertada, una por percutida y la otra por preciosista... una pena.

Y la última obra, y otra gozada, la Sonata Nº 6 en la mayor de Prokofiev. Aquí Trpceski no es tan hiriente ni tan salvaje como un Richter o un Kissin, pero sin olvidar su carácter ruso. Trpceski lima asperezas, no quiere ruido, ni indicaciones "col pugno" como en el primer movimiento, es vibrante, vertiginosa, optimista en parte, pero no machacona y sin caer en el efectismo barato.

Estos serán quizás los discos que más hay que fomentar, los de los intérpretes no consagrados, aquí es cuando un intérprete lo da todo, todos sus estudios, todas sus fantasías, todas sus esperanzas están en estos discos; claro que también están las carencias y las ingenuidades, pero al menos no son los intérpretes de discos que graban para poder cobrar el cheque. Unos discos gratos de oír, y con esperanza... a ver si vemos nacer por lo menos otra Du Pré.



REFERENCIAS:

MUSIC FOR HORN. Obras de: Mozart, Beethoven y Brahms.
Trompas naturales: Andrew Clark y Geoffrey Govier. Ensemble Galant. Pianoforte: Roger Montgomery.
EMI 5 72822 2

PIANO WORKS. Obras de: Tchaikovsky, Scriabin, Stravinsky y Prokofiev. Piano: Simon Trpceski.
EMI 5 75202 2