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        CINE
        Y MUSICA: LA AMADA INMORTAL DE BEETHOVEN 
        Por Ángel
        Riego Cue 
          
          
        Después de Mozart, Beethoven... Diez años después
        de "Amadeus", se intentó repetir su éxito, al
        menos en parte, con una película sobre otro de los poquísimos
        compositores "clásicos" cuyo nombre es
        conocido por el común de la gente, incluso los menos melómanos.
        Los resultados, a juicio de crítica y público, fueron
        bastante inferiores a los de "Amadeus", sin ser
        por ello una película precisamente despreciable. Un análisis
        de los medios empleados en ambas puede ilustrar sobre las
        causas del éxito de una y del fracaso de la otra. 
         
        En primer lugar, su historia dista mucho de tener la
        originalidad de la de "Amadeus", que se basó
        en una interesante obra teatral previa de Peter Shaffer.
        El argumento de "Immortal Beloved" es mucho más
        convencional, de hecho con más o menos variantes ya se
        ha repetido en otras películas sobre la vida del
        compositor de Bonn, de las cuales la más conocida es
        "Un gran amor de Beethoven", que filmó en 1936
        el famoso director francés Abel Gance, y en la que se
        podía "disfrutar" de unos "singulares"
        arreglos musicales debidos a Louis Masson, que superponían
        la imagen del compositor tocando el piano con el sonido
        de una orquesta completa. 
         
         
        Ambos argumentos, muy similares, se basan en un hecho
        real: Tras la muerte de Beethoven, en 1827, se
        encontraron entre sus papeles tres cartas de amor
        escritas un mismo día (por la mañana, tarde y noche), a
        una mujer de la que no se indicaba su nombre, y a la que
        el compositor se dirigía como "Mi amada inmortal":
        la primera comenzaba con las palabras "Mi ángel, mi
        todo, mi yo: sólo unas pocas palabras escritas a lápiz..."
        Parece que nunca fue enviada, aunque también podría
        tratarse de una copia. Aunque no se indica la fecha, por
        la indicación de estar escrita "un lunes 6 de julio"
        los historiadores dan la fecha de 1812 como más probable. 
         
        Mucho más problemático es identificar a la destinataria
        de tal mensaje, pues la vida privada de Beethoven es un
        misterio casi tan impenetrable como la de Shakespeare.
        Las candidatas más citadas son tres jóvenes aristócratas
        de una misma familia: Giulietta Guicciardi, y sus primas,
        las hermanas Josephine y Therese de Brunswick. De las
        tres estuvo enamorado sucesivamente Beethoven, aunque se
        discute si ese amor se quedó o no en lo "puramente
        platónico", debido a que el status social de un músico
        no era en aquella época tan elevado como para aspirar a
        la mano de una aristócrata. 
         
        Se ha llegado a apuntar que Beethoven era en la realidad
        bastante misógino, y que la mujer de la que estaba
        enamorado era un ideal que sólo existía en su mente, de
        ahí que cortejara a damas que sabía de antemano que le
        iban a rechazar. 
         
        Hasta aquí la historia. En el film de Gance, antes
        mencionado, Giulietta rechaza a Beethoven para casarse
        con un conde, de lo que al poco tiempo se arrepiente.
        Entonces descubre la carta a la "Amada Inmortal",
        y le pregunta al músico si está escrita para ella, a lo
        que él contesta afirmativamente (y es falso, pues la
        escribía para su prima Therese), con lo cual los
        remordimientos de Giulietta durarán toda su vida.  
         
        El argumento de "Immortal Beloved" está basado
        en la misma carta, aunque en este caso se le ha añadido
        un detalle ficticio: lo encontrado tras la muerte de
        Beethoven no son cartas de amor, sino algo más
        sustancioso: un testamento donde lega todos sus bienes a
        la susodicha "Amada Inmortal". Su fiel discípulo
        Anton Schindler iniciará la búsqueda de esa mujer para
        cumplir el último deseo del maestro, y encontrará las
        cartas "auténticas" en el balneario de
        Karlsbad, visitado por Beethoven. 
         
        Se trata, pues, del mismo esquema repetido tantas veces
        desde "Ciudadano Kane" de Orson Welles: al
        comienzo de la película muere una persona importante, el
        resto es una investigación de un detalle no aclarado de
        su vida, lo que permite narrar esta en "flash-back".
         
         
        A este esquema se le añade otro no menos tópico, como
        es el del género denominado "biopic",
        consistente en la biografía, a menudo muy novelada, de
        un compositor, que servía como pretexto para presentar
        los fragmentos musicales más conocidos de su obra. En
        sus años dorados, Hollywood cultivó a menudo este género
        "divulgativo" y todos los compositores
        relacionados con Broadway (Gershwin, Porter, Kern)
        tuvieron su película. Algo parecido vemos en "Immortal
        Beloved", donde a veces parece que lo importante es
        que suenen todos los fragmentos más tópicos de la música
        de Beethoven (Sonatas Patética y Claro de Luna, Sinfonías
        3,5,6,7 y 9, Conciertos "Emperador" y para violín,
        Sonata "a Kreutzer", Trío "el Espectro",
        Misa Solemne, Cuarteto Op. 130), vengan o no a cuento con
        la acción, aunque en ese sentido de "encajar"
        acción y música la película es muy aceptable. 
         
        Por tanto, de la aplicación de esquemas tan
        convencionales, difícilmente podría salir un gran película.
        Tampoco el director, Bernard Rose, demuestra mucho más
        que buen oficio en manejar escenas de masas, ambientes de
        época con decorados, vestidos, uniformes, etc. La
        ambientación en general peca algo de preciosista, parece
        primar más la imagen "plástica" que la
        narrativa. En cuanto a los intérpretes, hay que
        mencionar en primer lugar la magistral interpretación
        del papel de Schindler por Jeroen Krabbé, a quien habíamos
        visto como Haendel en "Farinelli". Gary Oldman
        compone un Beethoven muy digno, mucho más que el Mozart
        de Tom Hulce, y con algún guiño humorístico que nos
        recuerda su papel principal en el "Drácula" de
        Coppola. Las dos "candidatas" investigadas por
        Schindler cuentan también con intérpretes conocidas:
        como Giulietta Guicciardi está Valeria Golino (que se
        dio a conocer en la oscarizada "Rain Man"), y
        como la condesa Erdödy, Isabella Rosellini. 
         
        Para la banda sonora, al igual que en "Amadeus",
        no se reparó en gastos para contratar a los intérpretes
        entre los mejores beethovenianos de aquel momento, entre
        ellos la London Symphony dirigida por Sir Georg Solti en
        las obras orquestales, y Murray Perahia en el piano.
        Incluso podemos escucharles en obras que no tienen
        grabadas aparte, pues que sepamos Solti no llegó a
        grabar el Concierto para violín, ni Perahia tiene un
        "Para Elisa" (esta última pieza es seguramente
        lo más interesante del disco, al ser la única completa).
        Por otro lado, la toma de sonido deja algo que desear,
        para ser una producción de 1994. 
         
        Las interpretaciones musicales se realizan siempre sobre
        instrumentos modernos, cuyo sonido se supone que es el
        que la mayoría del público espera oír, pues el tocar a
        Beethoven con instrumentos de época aún está mucho
        menos difundido. Por ello se cae en el mismo absurdo que
        en "Amadeus", el que los instrumentos que se
        ven en la pantalla no sean los que se escuchen (por
        ejemplo, se ve un pianoforte de la época y se escucha un
        piano de cola moderno, cuya presencia en pantalla sería
        un anacronismo que ese mismo público no toleraría). 
         
         
        Hay, por supuesto, muchas más libertades históricas,
        sobre todo en lo referido a la relación de Beethoven con
        las mujeres: Giulietta le rechazó en realidad por su
        clase social, y no, como se ve en la película, debido a
        la sordera de Ludwig, aunque no puede negarse que está
        muy lograda la escena en que la joven y su padre "descubren"
        dicha enfermedad, espiando al músico mientras interpreta
        su Sonata "Claro de Luna" con el oído pegado
        al piano: una obra que ha pasado a la posteridad dedicada
        precisamente a Giulietta. 
         
        Tras descartar a la Guicciardi, Schindler dirige sus
        pasos a Hungría, a visitar a la condesa Erdödy quien,
        pese a no ser ella tampoco el "amor inmortal",
        sí le pone en la pista de la verdadera. Es en la
        identidad de esta en lo que la película se aparta más
        de la realidad. 
         
         
        Es bien conocido que uno de los hermanos de Beethoven,
        Kaspar, murió dejando un hijo, Karl, de corta edad, y
        que el compositor pleiteó e intrigó para conseguir su
        custodia, arrebatándolo a su madre, con el pretexto de
        la vida "disipada" de esta. Karl no fue muy
        feliz bajo la tutela de Beethoven, llegando al intento de
        suicidio. 
         
        Pues bien, en la película se nos sugiere como identidad
        de la "amada inmortal" a Johanna, la madre de
        Karl, y cuñada de Beethoven, a la que el músico amargó
        la existencia todo lo posible. Se nos dice que en secreto
        siempre estuvo enamorado de ella, que fueron amantes y
        que incluso Karl era en realidad hijo de Ludwig, y no de
        su hermano Kaspar, su padre "legal". Unas
        ficciones sin ninguna prueba histórica, aunque podrían
        explicar el empeño de Beethoven en conseguir la custodia
        de su "sobrino". La ruptura de Ludwig y Johanna
        se habría producido un día que Beethoven tardó en
        llegar a una cita con ella en el balneario de Karlsbad;
        el carruaje quedó atascado en el barro (una situación
        que recordaría en el movimiento final de la "Sonata
        a Kreutzer") y la famosa carta de la "Amada
        Inmortal", enviada poco antes, nunca llegó a su
        destino debido a la negligencia de la dueña del hotel (que,
        lógicamente, quedó en posesión de tal documento hasta
        la investigación de Schindler). Ella se cansó de
        esperar, y se fue poco antes de la llegada de él. Si él
        se hubiera presentado a tiempo, las cosas hubieran sido
        muy distintas... 
         
        El carácter de "calco" del argumento respecto
        a los "biopics" de los años 40-50 queda de
        manifiesto en un detalle "idealista" que para
        el gusto de 1994 parecería trasnochado: Johanna termina
        perdonando a Ludwig ¡tras escuchar la Novena Sinfonía!
        El Himno a la Alegría le convence que no puede odiar al
        hombre que ha compuesto esa música, y va a visitarle a
        su lecho de muerte, reconciliándose con él. En realidad,
        al que vea la película le parecería que Beethoven murió
        poco después del estreno de la "Novena",
        cuando aún le quedaban casi tres años de vida (En este
        sentido, también en "Amadeus" Mozart muere la
        misma noche del estreno de "La Flauta Mágica",
        cuando vivió dos meses más).  
         
        La escena en la que se unen la música de la intervención
        del tenor en la "Novena" y un recuerdo del
        Beethoven niño, arrojándose a un estanque tras huir de
        las palizas de su padre, y soñando con las estrellas
        ("Más allá de las estrellas debe habitar un Padre
        amante", dicen en otro momento los versos de la obra)
        es otra de las más logradas de la película, a pesar del
        carácter tópico de referirse a esta música como "la
        armonía universal" o el "fundirse con el
        cosmos". Por ello, la película termina por
        parecernos salvable, pues se deja ver con agrado, es
        "divulgativa" de la música de Beethoven, y a
        los aficionados al cine más nostálgicos les puede traer
        el recuerdo de un género que ya no se cultiva, como era
        el del "biopic". 
           
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