Revista mensual de publicación en Internet
Número 38º - Marzo 2.003


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LA PRINCESA MONONOKE (MONONOKE HIME) - Joe Hisaishi

Por Joaquín R. Fernández

 

Resulta una gran noticia para la mayoría de los aficionados a las bandas sonoras que Warner Music vaya a editar poco a poco el fabuloso catálogo de bandas sonoras de Milan. Para empezar, han elegido un sabroso y variado grupo de partituras en el que, para mi gusto, destaca una obra en especial: "La Princesa Mononoke", de Joe Hisaishi. Ahora que "El Viaje de Chihiro", última película de Hayao Miyazaki, autor de ambas cintas, ha obtenido el respaldo de la crítica en todo el mundo, sería conveniente que el lector tuviera en cuenta a una de las figuras que sin duda ha contribuido a que su filmografía sea tan hermosa de visionar.

 

Si hay algo que destaca de la música de "La Princesa Mononoke" es su excelso tema central («The Legend of Ashitaka Theme (End Credits)». Sus notas, tristes y a la vez esperanzadoras, son un reflejo de los sentimientos que azoran al protagonista. Ecléctica e hipnotizante, el resto de la partitura de Hisaishi se puede separar en tres grandes bloques. El primero, dominado por los pasajes de acción, ya aparece con toda su virulencia en la pista dos del compacto: «The Demon God». Otros brillantes ejemplos de su contundencia los encontramos en «The Furies» o «The Battle Drums», donde un enérgico y ascendente repicar de tambores acompaña a los jabalíes en la batalla.

 

Un segundo bloque sería el formado por las piezas intimistas del relato, para mi gusto las más afortunadas de la partitura. Es el caso de «The Land of the Impure» o de «The Journey to the West», un bello arreglo del tema central en el que se describe la partida de Ashitaka de su pueblo. Por su singularidad, «Kodamas» se erige como una de las abundantes maravillas que encontramos en el compacto, una agraciada representación musical de los simpáticos espíritus que pueblan  los más inexpugnables bosques.

 

Por lo demás, incluso en los cortes de transición, como aquellos en los que tan sólo observamos paisajes o el devenir cotidiano de la población («Evening at the Ironworks») resultan enormemente evocadores. Por su parte, «Lady Eboshi» nos descubre la realidad que se oculta tras un personaje en apariencia duro y frío, una buena muestra del nulo maniqueísmo de la cinta, donde conceptos como el bien y el mal no se emplean de forma convencional. Lástima que «Ashitaka and San» no sea, desde mi punto de vista, el corte más adecuado para algunas de las secuencias finales del filme, más que nada porque se extiende a través del piano, y ese momento tan memorable necesitaría de la utilización del tema principal con toda la orquesta.

 

Para terminar, la parte espiritual de la banda sonora la hallamos en los últimos cortes del disco: «Adagio of Life and Death», «The World of the Dead», «The World of the Dead II» y «Adagio of Life and Death II». Música atípica para unas imágenes atípicas, un adecuado ejemplo de lo que puede ofrecer el trabajo conjunto de dos grandes genios: Hisaishi y Miyazaki. La introducción de sonidos inarmónicos y voces quejumbrosas no hace otra cosa que complementar con acierto el desarrollo de estas escenas, una arriesgada propuesta de la que su autor sale airoso.

        

No quisiera olvidarme, por último, de la belleza de las dos únicas canciones que se pueden escuchar en la banda sonora. «The Tatara Women Work Song» es el alegre canto de las trabajadoras de Lady Eboshi, sabedoras de que su vida, aunque dura, es mejor que la que llevaban antes de recibir la protección de su actual ama. «Princess Mononoke Theme Song», tanto en su versión instrumental como en la vocal, interpretada por Yoshikazo Mera, es una preciosa balada dedicada a San, un lírico canto que homenajea a un personaje recio y comprometido con la defensa de la naturaleza que le rodea. Es, en definitiva, un apropiado resumen de la hermosura que destila esta gran obra de Joe Hisaishi, un compositor a reivindicar.