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Número 34º - Noviembre 2.002


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MÚSICA DE CINE EN SEVILLA 

 

Sevilla, Teatro de la Maestranza. XVI Encuentro Internacional de Música de Cine. 6 de noviembre: Homenaje a Georges Delerue. Artaches Kazarian, violín. Orquesta de Córdoba. Gloria Isabel Ramos, directora. 7 de noviembre: Concierto 40 aniversario de James Bond. Creativa Jazz Orchestra. Bob Sands, director. 8 de noviembre: Roque Baños, la música espectacular del cine español. Coro de Ópera Cajasur. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Roque Baños, director.

 

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Con ésta son ya dieciséis ediciones las de los Encuentros Internacionales de Música de Cine de Sevilla: muchos años en la cuerda floja, dependiendo de un presupuesto en un primer momento suficiente, pero a todas luces exiguo tras los fastos de la Expo'92 y la concentración de los esfuerzos económicos en espectáculos más rentables de cara a las elecciones (ópera y repertorio sinfónico tradicional). Por suerte, el esfuerzo personal de Carlos Colón -doctor en Historia del Arte, profesor de la Facultad de Ciencias de la Información y uno de los pioneros en España en el estudio científico de la composición para la gran pantalla- ha logrado ir levantando, con mayor o menor éxito, las sucesivas entregas.

Este año se han perdido las actividades académicas y formativas paralelas, si bien en contrapartida el número de espectáculos ha aumentado de dos a tres. Artísticamente hablando, el nivel ha sido globalmente digno, con dos conciertos muy interesantes y un tercero que decepcionó seriamente. Nos referimos al homenaje a James Bond a cargo de la madrileña Creativa Jazz Orchestra bajo la dirección de Bob Sands: ni los arreglos tenían en la mayoría de los casos mucho que ver con el mundo bondiano, ni la calidad interpretativa -aun contando con algunos excelentes solistas- alcanzó un nivel suficiente, pinchando de manera muy perceptible en las pocas piezas (You Only Live Twice, The Living Daylights) respetuosas con las partituras originales. En conjunto fue una muy aburrida velada, al menos para los que somos entusiastas de las canciones que John Barry compusiera para las películas de 007.

Bastante mejor resultó el monográfico dedicado a Georges Delerue, ante todo por la dignísima labor de la Orquesta de Córdoba -a pesar de contar con unos violines en muy baja forma- y de su nueva titular, la menuda y vitalista directora canaria Gloria Isabel Ramos, que hizo gala de un excelente sentido del rubato en una música que tiene mucho de valsístico. El repertorio fue arriesgado, al centrarse más en las realizaciones para Godard y Truffaut (Le mépris, La valse, La peau douce, Jules et Jim, Le femme d'a côté, Les deux anglaises et le continent, L'amour a vingt ans, Le nuit américaine) que en las partituras más recientes (Platoon, Chuans!).

Cualitativamente hubo de todo, bueno y menos bueno, incluyendo una Symphonie de chambre sin la menor entidad y un breve "concierto" -más bien rapsodia- para violín extraído del filme Biên Phu que, a pesar de la solvencia del concertino de la agrupación, Artaches Kazarian, resultó un punto empalagoso. Por lo demás, confirmación de la inspiración melódica -que no del talento orquestador- de uno de los más elegantes músicos que ha dado Europa al Séptimo Arte. Homenaje bien merecido, toda vez que fue el malogrado compositor quien dirigiera el primer concierto de los Encuentros (un homenaje a Maurice Jaubert), allá por 1987.

Para terminar, una Sinfónica de Sevilla un tanto desganada y un correcto Coro de Ópera Cajasur se pusieron a las órdenes del joven y desinhibido compositor murciano Roque Baños para ofrecer una amplia selección de esas partituras que tanto entusiasmo han despertado entre los aficionados españoles que más aprecian el sinfonismo estándar hollywoodiense. Como ha señalado mi amigo Juan José Roldán, gran experto en música cinematográfica, Baños es algo así como el Alan Silvestri español: música de calidad, bien escrita y perfectamente acoplada con la imagen, aunque no siempre inspirada y en conjunto carente de una personalidad definida.

En Sevilla le escuchamos partituras soberbiamente orquestadas, repletas de citas y homenajes a los clásicos más o menos recientes de la banda sonora, pero de inspiración más bien irregular. Así, fueron espléndidas las sugerentes -muy góticas- suites de La Comunidad y Goya en Burdeos, y bastante amena la selección de temas de Carreteras secundarias, Una pareja perfecta, Segunda piel, El otro lado de la cama, Muertos de risa, La voz de su amo y Obra maestra. Sin embargo, nos parecen poco más que funcionales las partituras para El corazón del guerrero y la recientísima El robo más grande jamás contado. Menos bien podemos hablar de las insulsas Torrente y Ochocientas balas, mientras que la música de No somos nadie, quizá con sentido en la película, resulta ridícula -por pretenciosa y megalómana- escuchada en concierto. Muy hermosa la página compuesta para el ballet Salomé de Carlos Saura ofrecida como propina.

Por lo expuesto, no debemos sobrevalorar su labor (como sí lo hicieron en rueda de prensa los realizadores Emilio Martínez Lázaro, Álex de la Iglesia y Daniel Monzón), aunque tampoco se merece el menosprecio: lo importante es que este señor tiene talento y que cuenta sólo con treinta y cuatro años. Tiene mucho por delante, pues, y puede convertirse en uno de los grandes de la música cinematográfica española. Terminemos con una noticia: en la edición del año 2004 Howard Shore estrenará mundialmente en Sevilla una sinfonía basada en sus partituras para la trilogía fílmica de El señor de los anillos. Independientemente de la discutible calidad musical de la misma, es dato positivo en lo que a la salud de los Encuentros se refiere. Celebrémoslo.