| 
 | 
| 
 
 | INSTRUMENTOS MUSICALES EN LA PINTURA.  Por
      Elisa Ramos. Lee su curriculum. Estudiar
      y reconstruir la práctica y morfología de los instrumentos musicales
      occidentales desaparecidos a finales del siglo XVII requiere acudir a
      numerosas fuentes, ninguna excluyente ni determinante por sí misma. La
      recuperación y transformación posterior obliga a consultar fuentes
      iconográficas,  literarias y musicales, además de los propios instrumentos
      conservados en museos. Podemos leer descripciones de veladas musicales
      detallando los instrumentos que se utilizaban y cómo se tañían;
      consultar la  documentación
      de archivos y gremios de violeros; estudiar los tratados dedicados a la
      forma de tocar y las páginas musicales; examinar los propios instrumentos
      que se conservan considerando su desgaste, reparación, remodelación y la
      identificación de piezas de distinta época; podemos también servirnos
      de la documentación iconográfica en tratados y obras de arte. 
       La fuente iconográfica debe tratarse con sumo cuidado porque puede aportar referencias importantes - en cuanto a la morfología y uso más o menos extendido de un instrumento en una época determinada- aunque también puede inducir al error o la duda. Contemplar un cuadro en el que aparecen representados instrumentos musicales puede ser una interesante documentación iconográfica complementaria, pero también puede confundir. Se debe intentar descubrir si la representación que observamos es nemotécnica, idiomática o fiel y coetánea: por ejemplo, es relativamente frecuente la representación del rey David con el arpa como simple recurso nemotécnico, sin que el instrumento representado cumpla con las características del momento; a veces – incluso en tratados específicos- sólo se persigue una representación idiomática, dirigida más a un impacto visual general que a representar cuidadosamente la morfología de un instrumento; en cualquier caso, no recoge toda la dimensión espacial, ni proporciona datos suficientes. Es, como se ha señalado anteriormente, una ayuda más y una forma de no dejarnos ‘engañar’ por todo lo que podamos observar en cualquier iconografía musical. Complementarlo con otras fuentes puede acercar a la realidad, aunque pocas veces se pueden hacer afirmaciones categóricas. Trataremos de aclarar lo expuesto mediante el análisis de los instrumentos musicales que pueden observarse en un cuadro. La elección de Le Concert de Nicolas Tournier responde al criterio de seleccionar una obra en la que puedan apreciarse bastantes detalles de los instrumentos, dejando al margen otras consideraciones estéticas en cuanto a la pintura. No obstante, daremos una pequeña referencia del autor para situar la época. Nicolas Tournier (ca.1600- ca.1660) nació en Montbéliard, fue discípulo de Valentín –a quien probablemente conoció en Italia- y falleció en Toulouse. A iglesias y conventos de esta ciudad francesa fueron destinados algunos de sus lienzos. Los más conocidos son : Descendimiento; La virgen y el niño; El entierro de Cristo; Batalla de Roches-Rouges (Museo de Toulouse ) y El concierto ( Museo del Louvre). El que aquí nos ocupa fue pintado en los albores del siglo XVII y, como puede observarse, recoge el ambiente de un concierto doméstico. 
 En
      una primera visión general podemos ver cuatro instrumentos musicales que
      de izquierda a derecha podríamos identificar en principio como: una viola
      de gamba baja, una espineta, un violín y un laúd. Pero, ¿son lo que
      parecen a simple vista? Si lo son, ¿corresponden a la época? Si
      corresponden, ¿están fielmente representadas todas sus características?
      Éstas y otras muchas preguntas son las que hay que hacerse al analizar
      las fuentes iconográficas en la organología y las que vamos a tratar de
      responder.  ¿ES UNA VIOLA DE GAMBA BAJA? 
       No podemos ver el andamiaje interno que dota de sonoridad al instrumento, cuestión de capital importancia para diferenciar las familias de instrumentos por la caracterización de su sonido. En la familia de los violines, se compone por una pequeña pieza de madera, de grosor variable, encajada entre las dos tapas - el alma, fundamental en la calidad sonora del instrumento - colocada más o menos en el centro, un poco desviada hacia la zona de los agudos ( derecha del espectador si se mira el instrumento de frente ) y una barra de resonancia, también de madera, pegada a la tapa en el lado contrario. Los instrumentos de la familia de las violas, en lugar de alma, llevan una serie de barras de resonancia pegadas en la tapa de la mitad hacia abajo, dispuestas en forma longitudinal y desplegadas a modo de abanico. Su número –generalmente una por cuerda- tamaño, grosor y disposición, le dan una mayor o menor calidad sonora. 
       Habría que descartar en primer lugar que se tratara de un violonchelo puesto que los dos únicos indicios visibles serian el tamaño y la forma de los oídos que no es exclusiva de este instrumento ya que puede darse también en el violón. Además, aunque en Italia ya se construían violonchelos entre 1550 y 1600 por Gasparo da Saló, Amati y Maggini, parece probable que el instrumento no se introdujo en Francia hasta 1700 por el violonchelista italiano de origen alemán Batista Struck. Pensar que pudiera tratarse de una antigua viola convertida en violonchelo sería todavía menos plausible: esta práctica se haría a partir del declive de la viola de gamba que es bastante posterior a la época en que se pinta el cuadro; en este momento el auge y protagonismo en Francia corresponde a la viola de gamba. Descartadas las posibilidades anteriores, habría que pensar en una viola de gamba baja o un violón sin poder afirmar rotundamente ninguna de las dos posibilidades. El oído en forma de “efe” no es característico de la familia de las violas, pero aparece en los violones, instrumentos que conjugan características de la viola de gamba y el violonchelo. Sin embargo, el motivo antropomórfico es muy característico de las violas de gamba y no suele aparecer en los violones. Habría que preguntarse: ¿ Es la forma del oído un fallo del pintor en la representación al pintar una viola de gamba baja?, ¿se trata realmente de un violón con motivo antropomórfico en lugar de voluta? Podríamos considerarlo como una representación coetánea de una viola de gamba baja o a alguno de sus derivados, puesto que en esta época hay variantes sobre el tipo de viola standard. ¿ES UNA ESPINETA? 
       Sin embargo, la presencia en la caja de un rosetón, los sautereaux y la tabla superior de la caja de resonancia, que oculta la unión de estos con el teclado, marcan ya la diferencia. En espinetas y virginales el sonido se produce por el mismo mecanismo del clave o clavicémbalo: punteado de plectros de cañón de pluma o cuero, fijados a pequeñas piezas de madera (sautereaux) que se conectan internamente con cada tecla; Al pulsar la tecla el plectro, fijado al sautereau, puntea la cuerda y al soltarla la libera mediante un mecanismo de escape; la presión ejercida no influye sobre la altura del sonido y éste se apaga inmediatamente por la acción de un fieltro al levantar el dedo de la tecla; un sistema de varillas con muescas (registros) hacen que los sautereaux encajen en cada una de ellas y permiten mover filas de plectros para diferenciar el volumen y distintas combinaciones de timbres. En el clavicordio por cada tecla se levanta una palanca - muy visible con la tapa abierta- en cuyo final una tangente percute la cuerda. Al contacto de la tangente la longitud de la cuerda resulta dividida: la parte izquierda se amortigua por la acción de un fieltro, mientras la derecha vibra y su longitud determina la altura del sonido. Este mecanismo permitía hacer vibrato y variación dinámica mediante el control de la presión de la tecla. Podríamos pensar en un virginal por su forma rectangular pues algunos autores diferencian la espineta por la geometría de su caja (trapezoidal o triangular), mientras otros consideran al virginal como una variedad de la espineta. Puede tratarse de cualquiera de estos dos instrumentos, pues ambos están en plena vigencia en el siglo XVII y en grabados antiguos aparecen virginales de diversas formas, incluída la rectangular. Se podría clasificar como una representación coetánea, a medio camino entre un ideograma y una representación fiel. 
 ¿ES UN VIOLIN? 
       
 ¿ES UN LAÚD? 
            
      Es característico en la evolución del laúd, el aumento paulatino del número
      de órdenes a partir del primitivo laúd 
      renacentista de seis órdenes hasta llegar a tener entre 
      once y trece en el barroco. En el diapasón con nueve trastes se
      aprecia, por el color, la diferencia de madera respecto a la caja de
      resonancia y la tapa. Este procedimiento constructivo lo diferencia de las
      mandolinas en las que la tapa armónica y el mango son una pieza sin
      solución de continuidad. En el laúd, la madera del diapasón solía ser
      de ébano y la tapa armónica en madera resinosa de pícea o pino, con un
      rosetón decorado como abertura. La caja de resonancia tiene la característica
      forma convexa y piriforme que le dan los numerosos gajos o costillas
      ensamblados entre sí y se puede  apreciar
      otra madera diferente (solían hacerse de sicomoro, arce o fresno). La
      posición de las manos refleja  la
      técnica utilizada en la época para tocar el instrumento: la mano derecha
      utiliza el pulgar para puntear preferentemente las cuerdas más graves y
      el meñique queda inmóvil sobre la tapa como punto de apoyo; la mano
      izquierda sostiene el mástil con el pulgar y el resto de los dedos se
      colocan perpendicularmente para pisar las cuerdas. 
      Tal vez para la época podría tener una forma un poco más
      almendrada y un mayor número de órdenes, pero la evolución del
      instrumento pudiera haber sido más tardía en Francia. A juzgar por todos
      los detalles observados refleja una representación coetánea y fiel de un
      laúd. Con
      las inevitable limitaciones de la composición del cuadro - que no permite
      ver los instrumentos completos ni todos sus detalles- El
      concierto de Nicolas Tournier puede considerarse, en cuanto a la
      representación organológica, como una obra que refleja bastante bien
      instrumentos de la época.  
 
 
 
 |