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Número 67º - Agosto 2.005


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EL CONCIERTO DE BARENBOIM EN OVIEDO

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Oviedo, Auditorio Príncipe Felipe. 31 de julio de 2005.
Mozart: Sinfonía Concertante para vientos K 297b. Mahler: Sinfonía nº 1 "Titán". Orquesta West-Eastern Divan. Director: Daniel Barenboim.

 

Precedido de una gran expectación llegaba la primera actuación de Barenboim en Oviedo, la ciudad donde recibió el Premio Príncipe de Asturias a la Concordia en el 2002, si descontamos una breve aparición en el 2003 donde tocó al piano la "Evocación" de la Iberia de Albéniz. Se habían anunciado asistencias de muy alto nivel que luego no se produjeron (como la de los Príncipes de Asturias) pero, con todo, puede decirse que este era un concierto de los de "no perderse" para toda la afición ovetense.

En esta ocasión, Barenboim nos visitaba con su orquesta "West-Eastern Divan", formada originalmente por jóvenes músicos judíos y árabes, aunque luego ampliada con una parte de andaluces, al tener su sede actual en Sevilla. El concierto estaba dedicado a la memoria del fallecido Edward Said, el intelectual palestino que junto a Barenboim puso en marcha la idea del Divan, y recibió también el Premio a la Concordia. En el programa, obras de Mozart y Mahler.

La Sinfonía Concertante para instrumentos de viento de Mozart nos recordó a ese pasaje de sus Memorias donde Barenboim habla de que el "sonido germánico" tiene unas características especiales que pueden ser aprendidas por alguien que no sea alemán; porque eso fue lo que se nos ofreció, un Mozart "al estilo germánico", muy serio, muy solemne, con poca "chispa", eso sí, muy correcto en su estilo. De los solistas (cuyos nombres no proporcionaba el programa de mano) el mejor fue el oboísta y el menos afortunado, el trompista.

En una obra de la complejidad de la Primera de Mahler es donde se pueden notar más las limitaciones de una orquesta, y en esta ocasión el Divan demostró que estaba por debajo de una orquesta estable como pueda ser la OSPA (Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias). Claro está, el origen del Divan es el que es, y dado su origen parece difícil conseguir mejores resultados (aparte de que a la OSPA nunca la ha dirigido Barenboim). En general, lo menos bueno fueron los metales y especialmente la percusión (con un timbalero realmente inclemente), mientras que la cuerda al menos supo tocar con ductilidad a la velocidad (a veces endiablada) marcada desde la batuta.

La versión de la sinfonía de Mahler siguió una línea romántica, heredera de Wagner (similar a la de un Kubelik, de quien Barenboim dice en sus Memorias que gracias a él comenzó a apreciar a Mahler). Es decir, nada de lo grotesco, lo sarcástico, etc. que muchos otros directores sí ven en esta música. En su lugar, los recursos expresivos que más utilizaba Barenboim para "enganchar" al público fueron la aceleración del tempo (lo que da una sensación de "arrebato", de "encabritarse"), como por ejemplo en la coda del primer mov., y las explosiones sonoras que incluyan una buena cantidad de decibelios. Recursos que funcionaron plenamente, consiguiendo electrizar al público ovetense, que se fijó mucho menos en las desafinaciones de la orquesta (ya se sabe que tampoco podíamos esperar un dechado de perfección) y que llegó al delirio cuando se ofrecieron como propina los 4 preludios de Carmen de Bizet, terminando con la célebre Obertura.

Mención aparte merece la "actuación" del público ovetense, que ha vuelto a dejar en ridículo la cultura musical de los españoles: aplausos (largos y prolongados) tras el primer movimiento de la Concertante, con un cierto conato de aplauso tras el 2º, acompañamiento de palmas a la Obertura de Carmen (como si se tratara de la "Radetzky" de los Conciertos de Año Nuevo)... Claro que, qué vamos a pedir del público de a pie, cuando al día siguiente la noticia de la agencia Efe afirmaba que como propina se había tocado ¡la obertura de Abu Hassan de Weber! (que figuraba como primera obra del programa, aunque no se tocó). En fin, no vamos a darle a estos detalles más importancia que al concierto en sí.