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Número 60º - Enero 2.005


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CINE, MUSICA Y SONIDO: HELL'S ANGELS (1930)

Por Carlos Infante.

 

Me han consultado de forma reiterada cómo se materializó en la práctica la llegada del sonido al cine. Imagino que por las múltiples referencias que hago al lema películas de aquella época ‘100% Habladas, bailadas y cantadas’. Hoy voy a comentarles uno de los más claros ejemplos de la incidencia del sonido en el cine al final de los años veinte.

 

Podía haber escogido para esta explicación varias películas, por ejemplo EL CANTOR DE JAZZ de 1927, la primera película parcialmente hablada, pero he decidido dejarla para ‘La Historia del Musical’. Otros títulos los he tenido que descartar por no tener una copia disponible y no quiero escribir de memoria, prefiero hacerlo con la documentación completa.

 

Al final he elegido una película, de la que por cierto pueden oír hablar pues en EL AVIADOR se hace una amplísima referencia a la misma. Hablo de ANGELES DEL IFIERNO (HELL’S ANGELS) dirigida en 1930 por Howard Hughes. La cinta ha sido recientemente restaurada incluyendo las tonalidades de época y la escena en technicolor bicromático. Es una delicia de edición disponible en Estados Unidos en DVD comercializada por Universal, incluyendo incluso subtítulos en castellano.

 

Como todo lo que ha llegado de la mano de Howard Hughes la historia de la película fue una auténtica aventura. El inicio del rodaje tuvo lugar en 1927, concebida como una producción muda. Con llegada del sonido Hughes decidió convertirla en una película sonora con lo que hubo que rodar prácticamente todo de nuevo, hasta el punto que el papel de Helen interpretado inicialmente por la actriz noruega Greta Nissen sería sustituido en la versión sonora por Jean Harlow.

 

¿Qué apreciamos en esta película? Muchos aspectos que trataré de detallar seguidamente. Sobre todo percibimos una sensación similar a la sentida al ver una película muda. Hay muchos pasajes que habían sido filmados al estilo mudo y a los que posteriormente se les incorporó efectos de sonido, imágenes sobre todo de tipo aéreo, en las que se insertaron breves escenas de diálogos. El primer factor que debemos analizar, y que era una circunstancia de aquellos primeros años, es el uso del sonido como un mero acompañamiento de la imagen, el sonido como efecto dramático, como aporte conceptual, aún no se había descubierto, o explorado si se prefiere.

 

También encontramos rótulos que se utilizan de dos formas: a modo de ‘narración en off’ mediante el texto escrito en sustitución de la voz y (esto es lo más sorprendente) como traducción de las frases más significativas pronunciadas por los alemanes que curiosamente hablan en su idioma autóctono. El rotulo como en el cine mudo resume la parte esencial del dialogo, solo que en esta ocasión es el precedente del subtítulo al resumir los diálogos en un idioma no entendible por la mayoría del público potencial.

 

Obvio es decir que nos encontramos en un periodo de transición donde el sonido va incorporándose al lenguaje cinematográfico de forma paulatina, mientras perduran elementos típicos del cine silente. Volver a ver la película ha sido un auténtico regalo, entre otras cuestiones porque hay multitud de elementos que no recordaba del visionado anterior hace unos 25 años. Además la copia restaurada no tiene comparación posible con la antigua.

Dentro del sonido está la banda sonora que según para quién no existe en HELL’S ANGELS. Es decir hay música en al película, muy poquita es cierto, pero no existe una banda sonora originalmente compuesta para el film. En los créditos de apertura, en el intermedio de 10 minutos y en el cierre hay música naturalmente, pero en lugar del soundtrack habitual escuchamos la Symfonía Nº 6, Opus 74 de Peter Ilych Tchaikovsky, adaptada por Hugo Riesenfeld (compositor vienés nacido en 1879 no demasiado conocido en el mundo del cine, que participó en la banda sonora de ¡QUÉ VIVA MEXICO! y le puso música a la versión sincronizada de 1928 de la obra maestra AMANECER).

El resto de la música incluida en el film es lo que se conoce como música incidental, es decir: la que escuchan los personajes durante la acción (un ejemplo claro sería una canción que suena en un receptor de radio). Por ejemplo en la presentación de la historia en la taberna en la Alemania anterior a la I Guerra Mundial, donde incluso hay una orquestilla amenizando a los clientes.

Otro de los momentos en que aparece una composición musical en la película es en el baile de la secuencia en technicolor bicromático donde una pequeña orquesta interpreta un vals que bailan los invitados. Durante toda la secuencia de la fiesta escuchamos la música de fondo. Es como si se necesitase una disculpa para incluir música en la película. Aún tardará tres años en consolidarse el uso de la música como acompañamiento de la imagen en un ‘todo’, en considerar la banda sonora de la película como un elemento más de la narración. La primera vez que esto se logrará por completo será en 1933 con la partitura de Max Steiner para KING KONG.

No hace falta ser un genio para entender que en este tiempo la música no era un elemento más del lenguaje cinematográfico, muy al contrario se trataba de un aspecto más de la ambientación. Si había un baile y una fiesta era lógico que se escuchase una composición musical al son de la cual bailaban los personajes, pero en la batalla aérea, por el contrario, no procedía. El único sonido adecuado radicaba en las hélices, los motores y los disparos de las ametralladoras. Imagino que era una concepción mucho más realista, más cercana a la realidad, pero mucho más pobre desde el punto de vista del lenguaje cinematográfico y todas sus ilimitadas posibilidades. No olvidemos que el cine no es una testificación de la realidad, es una recreación de la realidad con un discurso cinematográfico, narrado mediante el lenguaje de la imagen, apoyado en otras disciplinas.

Llegados a este punto no resisto la tentación de contarles alguna anécdota adicional como el coste de la película que fue de 3.800.000 dólares de 1930, una cifra descomunal, absolutamente desproporcionada que por supuesto no fue recuperada en la explotación comercial del film. La dirección de Howard Hughes fue lamentable y su carácter perfeccionista llegó a límites insospechados. Hubo varios accidentes durante el rodaje, incluyendo la muerte de tres pilotos en uno de estos accidentes. Si incluyeron secuencias tintadas, al margen de la secuencia en color, al estilo de algunas películas mudas en una muestra más del periodo de transición que vivía la industria del cine.

La conclusión de la película es muy desigual como melodrama no posee un gran valor, pero como espectáculo circense es realmente lo que entonces nunca se había visto en una pantalla. Las secuencias aéreas aún impresionan a día de hoy al espectador. Tanto la secuencia del dirigible alemán que sobrevuela Londres como la batalla final son de una calidad increíble para al época en que han sido filmadas. Otro punto a tener en cuenta es la presencia del mito sexual de los treinta Jean Harlow antes de ser conocida como ‘La Rubia Platino’.

Pero quizás uno de los aspectos menos comentados, y más importantes para los historiadores, es que se trata de un vivo ejemplo de la transición del cine mudo al cine sonoro, de cómo se desconocían las propiedades dramáticas del sonido y la composición musical, de cómo el sonido cumplía una función meramente ambiental, no demasiado diferente al vestuario en una producción de época.

Espero haber complacido su curiosidad.

 

Carlos Infante

 

 

Nota: Para esta HISTORIA DEL MUSICAL contamos con sus ideas, comentarios, peticiones, documentación. Todos los lectores que lo deseen pueden expresarme lo que gusten. Espero sus opiniones.