Revista mensual de publicación en Internet
Número 54º - Julio 2.004


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WEST EASTERN DIVAN,
SEXTA EDICIÓN: MÚSICA Y  POLÍTICA
 

Por Fernando López Vargas-Machuca.

En la sexta convocatoria -tercera en Andalucía- del West Eastern Divan Barenboim ha decidido jugar abiertamente la carta de la política. Él nunca ha ocultado su especial afinidad -en Alemania y en España- con la socialdemocracia, pero tras el triunfo en las pasadas elecciones generales del PSOE sobre el Partido Popular el gran músico no ha dejado de relacionarse con el nuevo gobierno. Y éste con él: nos consta que José Luis Rodríguez Zapatero le solicitó una entrevista poco después de alcanzar la presidencia, y que la misma tuvo lugar en Madrid -sin que el hecho trascendiera a la prensa- el primer fin de semana de abril. El concierto que ofreció de manera gratuita en la Plaza Mayor madrileña en homenaje a las víctimas del atentado del 11-M quizá tuviera que ver con ello, y sin duda lo tuvo con el ascenso de su amiga socialista Carmen Calvo a ministra de cultura. También lo han tenido que ver sus recientes actuaciones en Granada y Salamanca en sustitución del Moisés y Aarón previsto para el Teatro Real y suspendido por la comunidad de Madrid, presidida ahora por no por el moderado Alberto Ruiz Gallardón -actual alcalde de la capital-, sino por la muy conservadora Esperanza Aguirre.

En fechas más recientes, ha sido muy comentado el hecho de que en la constitución de la Fundación Barenboim-Said se haya incluido entre los diversos patronos al ex-presidente Felipe González y a la esposa del actual, la melómana Sonsoles Espinosa, y que el socialista Manuel Cháves, veterano presidente de la Junta de Andalucía, se alterne con el artista en la presidencia del patronato; las reacciones han llegado al punto de que desde el Partido Popular se ha afirmado que esta nueva institución "huele a PSOE" (sic). Así las cosas, el que la Junta haya decidido ofrecer una financiación anual -momentánea, a la espera de patronos privados- nada menos que de tres millones de euros ha terminado destapando la caja de los truenos. No es de extrañar que en las últimas semanas Barenboim y su proyecto hayan ocupado un lugar en la primera plana de varios de los más importantes diarios nacionales, y que éstos hayan presentado una visión de los hechos acorde con su línea ideológica: el más vinculado al PSOE alabándolo sin reservas, los de derechas criticando duramente las circunstancias arriba referidas, y el de ultraderecha... saltando directamente a la yugular, como ha hecho casi siempre con este artista.

Nos toca ahora mojarnos y dar nuestro parecer sobre el tema, con la única intención de ofrecer algunos elementos más de reflexión para que después -y eso es lo importante- usted se pueda formar su propia, libre e independiente opinión, sea coincidente o divergente con la nuestra, que es la que seguidamente exponemos:

1º) Un diez para el proyecto Barenboim-Said, encomiable desde el punto de vista musical y humano, y más aún contando con el apoyo organizativo de la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo y el respaldo del Premio Príncipe de Asturias, y alcanzando gracias a la gira de conciertos -Berlín, Barcelona, Londres y Ginebra en esta ocasión- una notable repercusión internacional. Habrá quienes piensen que este tipo de proyectos utópicos por la paz no han pasado nunca de ser más que demagogia (como "quisicosa solidaria" calificó el llorado crítico Ángel-Fernando Mayo al West Eastern Divan), pero algunos aún creemos que tales acciones de toma de conciencia son el primer e imprescindible paso antes de pasar a la acción de construir un mundo más justo y más humano.

2º) Nada que objetar a los devaneos de Barenboim con cuestiones puramente ideológicas ni que busque la sombra de los poderosos. Muchos de los más grandes artistas han estado vinculados a las circunstancias de la política, unos amparándose en los gobernantes más influyentes de su entorno -de Bernini, Velázquez o Canova a Mozart, Wagner o Shostakovich-, otros ofreciendo mensajes contestatarios ante las injusticias del momento -pensemos en un Delacroix, en un Courbet o en un Verdi, por no salir del revolucionario siglo XIX-. Eso de que la música no debe tener nada que ver con la política no es más, a juicio de quien suscribe, que un tan extendido como equivocado prejuicio propio de la ideología conservadora. En cuanto a los maliciosos comentarios sobre la tajada económica que podría Barenboim obtener, resulta muy dudoso que saque algo de una fundación que lleva su nombre, y si llegara a hacerlo se trataría de una cantidad sensiblemente inferior a la que podría obtener si se hubiera dedicado a ofrecer recitales pianísticos en lugar de pasar dos semanas de trabajo intenso con chavales aguantando las tórridas temperaturas sevillanas.

3º) La actitud de la Junta de Andalucía ya es más discutible. Que apoye y financie el proyecto es una gran noticia, pero que siga manteniendo exiguas y hasta nulas aportaciones económicas a importantes actividades musicales de la comunidad autónoma resulta lamentable. Obviamente es mejor invertir en la Fundación que no hacerlo en nada que tenga que ver con la buena música, eso sí, pero esto no es ninguna excusa: se debe atender de inmediato a determinadas prioridades hace mucho tiempo olvidadas. Por lo demás, que los que pagan -Chaves y compañía- quieran salir en la foto es de lo más lógico y natural, aunque a los melómanos nos moleste que la clase política en general se interese más por la rentabilidad electoral de acciones más o menos brillantes como ésta que por adoptar una postura totalmente comprometida hacia la cultura.

Pasando a lo que es el Diván propiamente dicho, hay pocas novedades con respecto a la edición anterior: que se ha adelantado su realización un mes, que se ha suprimido el concierto de música de cámara, que se ha realizado a puerta cerrada un encuentro entre políticos e intelectuales de variopinta nacionalidad, que han vuelto a aparecer profesores de la Sinfónica de Chicago -el año pasado sólo los hubo de la Staatskapelle de Berlín- y que, sobre todo, nunca volveremos a ver a ese gran intelectual y comprometido ser humano que fue el filólogo y pensador Edward Said. Lo demás todo igual, incluida la desatención -por parte incluso del propio Barenboim- a la prensa especializada para priorizar a los diarios nacionales, más interesados en la vertiente política del asunto que en las cuestiones puramente musicales, que las hubo. ¡Y vaya si las hubo!

El concierto fue el mejor de los tres ofrecidos hasta ahora en el Maestranza por Barenboim y sus chicos. En las ediciones anteriores, aunque se lograron portentosas lecturas de las sinfonías Tercera y Quinta de Beethoven, no terminaron de convencer ni el Concierto para tres pianos de Mozart ni la Octava de Schubert. La cosa ahora ha cambiado. Primero porque la orquesta, en la que repetían muchas caras conocidas, ha mejorado el nivel y, salvando pifias puntuales (trompa, flauta) y algún que otro desajuste, logró un encomiable rendimiento para tratarse de un grupo tan joven y heterogéneo: ¡ya le gustaría sonar siempre así a la Sinfónica de Sevilla! Segundo, porque el de Buenos Aires estuvo especialmente en vena. Un mes antes nos había mostrado en sus dos conciertos en Granada, al frente de la Staatskapelle de Berlín, que de una noche a otra podía pasar de mostrarse equilibrado, introvertido y hasta celibidachiano (!) a ser de lo más arrebatado y temperamental. En Sevilla nos ofreció la segunda de estas facetas: un volcán en erupción.

Abrasadora la Quinta de Tchaikovsky, mucho más convincente que su versión en disco con la Sinfónica de Chicago, y dotada además de un fuego arrebatador. Dramático y visceral el primer movimiento, lírico y acongojante pero sin devaneos sonoros el segundo, de absoluta referencia el tercero por su emoción sincera despojada de esa belleza meliflua y blandengue que a veces lo estropea, y verdaderamente irresistible por su fuerza y garra el cuarto, hasta el punto de que tanta pasión podía llegar a perjudicar la planificación sonora o terminar en desbordamiento. No ocurrió así y el éxito fue apoteósico.

¿Y qué decir del Tercero de Beethoven que habíamos escuchado en la primera parte? Pues que la parte pianística difícilmente se puede escuchar mejor, repleta de matices que ahondaban en los más profundos significados de la partitura, y que la a un tiempo lírica, meditativa y entusiasta dirección fue la propia del mayor beethoveniano de nuestro tiempo. De propina, un Vals triste de Sibelius tan sincero como acongojante, magníficamente planificado por la batuta y tocado por la orquesta, y una fogosa obertura de La forza del destino -en homenaje a Sevilla- no tan trágica y siniestra como la que el propio Barenboim ofreciera en El Escorial allá por 1992 (imprescindible DVD en TDK), pero sí reveladora de algunos detalles de la genialidad más absoluta.

Evidenciando el entusiasmo y compromiso hacia su labor, un visiblemente agotado Barenboim y un sarcástico Felipe González protagonizaron una rueda de prensa entre las doce y las doce y media de la noche (!!) para hacernos llegar una declaración firmada por los antedichos y Mustafa Barghouti, Yaron Ezrahi, Rashid Khalidi, Mariam Said, Waie said, Raja Shehadeh y Avi Shlaim, en la que demandan "a los gobiernos español y alemán para que actúen con urgencia asistiendo a israelíes y palestinos a salir del bloqueo político en que se ven atrapados ambos pueblos, en un infierno de destrucción mutua y de sí mismos". Aprovechando la oportunidad de interrogarle directamente, pudimos obtener del maestro toda una declaración de principios musicales:

"El problema es que la mayoría de la gente, incluida la gente culta, sigue pensando no ya que la música es elitista, sino también que no pasa de ser más que una combinación más o menos bonita de sonidos. Sin embargo es mucho más que eso: la música, como creación humana que es, alberga siempre un mensaje que nos habla precisamente del ser humano. Un mensaje que no sólo varía en cada obra, sino que dice cosas diferentes a cada persona e incluso nos puede transmitir mensajes distintos en momentos distintos. Cuando seamos muchos los que reconozcamos esto, será atendida como uno de los elementos esenciales en la formación del ser humano."

Terminamos transcribiendo el comunicado oficial sobre los fines y objetivos de la Fundación Barenboim-Said, para el lector que esté interesado en conocerlos. Si desea ampliar su información, puede acudir a la siguiente página web: http://www.tresculturas.org/

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Fines y objetivos de la Fundación

La Fundación nace con los siguientes objetivos principales:

-Promover el espíritu de paz, diálogo y reconciliación, fundamentalmente a través de la música. En ese espíritu será un referente esencial la historia de la convivencia pacífica a lo largo de los siglos en Andalucía entre las distintas culturas.

-Promover la acción formativa y educativa en el ámbito de la música, siempre con el objetivo de la formación integral humanística.

-Elaborar, promover, ejecutar y difundir proyectos de formación y cooperación en Andalucía, en Palestina, y en otros países de Oriente Próximo.

-Crear, gestionar y difundir un archivo sobre Daniel Barenboim y Edward Said.

 

Principales proyectos

El programa de la Fundación Barenboim-Said incluye una serie de iniciativas, todas ellas vinculadas a la formación y la difusión musical y su relación con la convivencia y el entendimiento entre culturas, entre las que se encuentra el propio Taller del West Eastern Divan. Estas iniciativas son, básicamente, las siguientes:

 

1.- Academia de Estudios Orquestales

La Academia de Estudios Orquestales es el primer proyecto impulsado por la Fundación Barenboim-Said. A través de esta academia, Daniel Barenboim transmite su visión sobre la formación del músico de orquesta desde una amplia perspectiva y sobre la interrelación existente entre músico/director e intérprete.  

Este proyecto, en el que están también involucradas las Consejerías de la Presidencia y Cultura de la Junta de Andalucía, y que se desarrollará en estrecha cooperación con la OJA y los conservatorios andaluces, nace con el propósito de perfeccionar y completar la formación musical de los alumnos que estudian en los conservatorios andaluces y aspira a ampliar sus horizontes, con clara vocación universalista, para convertirse en un centro internacional de formación musical. No es frecuente que en un centro de formación musical se prime la preparación del músico para integrarse en una orquesta, siendo ésta, sin embargo, una faceta fundamental en su formación.

La visión de Daniel Barenboim de la orquesta y del músico, de la relación entre director e intérpretes, se basa en conceptos como actitud y aptitud, una formación que no sólo consista en la adquisición de información, en la que se desarrolle la sensibilidad y no únicamente el talento técnico de los músicos, de la consolidación y la integración de todos los elementos que participan en el proceso, donde el músico es también una persona que debe adquirir una formación humanista y universalista, vinculada a la sociedad, con un concepto responsable de la profesionalidad.

El equipo de profesores que impartirán clases en la Academia está integrado por grandes solistas internacionales vinculados profesionalmente a lo largo de los últimos años a Daniel Barenboim (fundamentalmente por su relación con la Staatskapelle de Berlin) y profesores de los conservatorios superiores de música de Andalucía.

 

2.- Celebración de grandes conciertos y seminarios

En el marco de la Fundación Barenboim-Said, se organizarán grandes conciertos, que, además de traer a Andalucía la mejor música clásica, reflejarán el espíritu que Edward Said quería dar a este proyecto. Igualmente, se organizarán seminarios de reflexión alrededor de cuestiones como la relación de la música y otras facetas del arte con la sociedad, el compromiso del artista, el autor y la interpretación, y en general todos los grandes asuntos que preocupan a los grandes maestros. Edward Said quería que estos seminarios llevaran por título “Recordando a Ibn Khaldun”, el pensador de Al Andalus al que se considera padre de la Sociología, por la visión moderna y renovadora que tenía su pensamiento.

 

3.- Proyecto de formación educativa y musical en Palestina y otras zonas de Oriente Próximo

Daniel Barenboim y Edward Said siempre tuvieron la preocupación común de contribuir al desarrollo de la formación musical en Palestina, una empresa que trasciende, por el espíritu que la inspira, el ámbito de lo puramente musical. En este sentido, Barenboim ha ofrecido dos conciertos en Ramallah. Desde la nueva Fundación, se desarrollarán nuevos proyectos de cooperación en este ámbito. Uno de los más interesantes es la creación de una orquesta joven palestina, que Barenboim y Said se comprometieron a constituir en el plazo de cinco años.

 

4.- Creación de un archivo documental

El nuevo centro contará con una mediateca, donde se podrán consultar obras de y sobre Daniel Barenboim y Edward Said, así como discos y grabaciones relacionadas con proyectos y obras de otros autores vinculados al espíritu de paz y formación musical y humanista que la Fundación propugna.


El mundo intelectual y creativo que rodea a Daniel Barenboim y Edward Said es extremadamente rico y variado. Edward Said afirmó que “en las instituciones, como es el caso de una orquesta, por ejemplo, o en una facultad universitaria, existe el poder tanto del maestro como de la propia institución; un poder que llega a los estudiantes a través de ciertas vías. Una de las cosas que me mantienen a raya en mi trabajo es saber que, diga lo que diga en clase, hay todo un conjunto de obras que me preceden. En otras palabras, aunque quiera explicarles ciertas ideas a mis alumnos, existen los dramas de Shakespeare y la poesía de Homero o Dante”. El archivo de la nueva Fundación tratará no sólo de contar con sus obras y las reflexiones clave sobre los propósitos de la misma, también incorporará esas obras que preceden y rodean a ambos autores, que son su mundo y ayudan a entender su visión y sus planteamientos.