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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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Homenaje a la Cuzzoni

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

La Cuzzoni, esperpento de una voz. Música: Agustí Charles. Libreto: Marc Rosich. La Cuzzoni mayor: Gerson Luiz Sales (contratenor). La Cuzzoni joven: Sonja Gerlach (soprano). Charles Burney: Werner Volker Meyer (barítono). Cuarteto Bretón: Anne Marie North, Iván Martín, John Stokes, Antonio Cárdenas. Dirección musical: Tobias Engeli. Dirección escénica: Alfonso Romero. Escenografía: Inna Wöllert
Vestuario: José Manuél Vázquez. Producción escénica: Staatstheater Darmstadt. Teatro Albéniz. Madrid, 5 y 6 de abril de 2008. 

Francesca Cuzzoni fue una diva del siglo XVII descubierta por Haendel para la Royal Academy of Music. Ha pasado a la historia por su “voz de ángel” y por la disputa que mantuvo en Londres con Faustina Bordoni en el King’sTheatre, en 1727, en presencia de la Princesa de Gales. Tras la gloria llegó una irremediable decadencia vocal y la Cuzzoni murió en la miseria. El crítico Charles Brunes fue testigo de aquel ascenso y posterior caída. Agustí Charles y Marc Rosich han creado una ópera basándose en la última actuación de aquella catante, que se enfrenta a su imagen juvenil y al crítico que antes la ensalzó y luego la denigra. El argumento es estupendo y rinde un homenaje a la ópera dentro de la ópera. El resultado final ha sido excelente. El papel de la diva decadente es asignado al contratenor Gerson Luiz Sales, que crea un inquietante personaje en lo vocal y en lo escénico, con ayuda de una magnífica caracterización e indumentaria. Todas las grandes divas de la ópera tienen algo de Drag Queen, referencia a la que la ópera moderna alude con frecuencia.  El contratenor tiene su réplica en el barítono Werner Volver Meyer, que encarna al crítico y musicógrafo Charles Burney. La tercera en escena es la soprano Sonja Gerlach, que interpreta el fantasmal recuerdo de la joven, bella y triunfal cantante, con una voz peciosa. El libreto está escrito en catalán, pero en escena tiene unas inevitables y curiosas resonancias italianas (los intérpretes no son catalanes). La producción es de Damrstadt pero cuenta con la ayuda de L’Auditori de Barcelona y del Festival d’Ópera de Butxaca i Noves  Creacions. Se estrenó en Darmstadt y antes de llegar a Madrid pasó por Barcelona. El Teatro Albéniz se ha convertido en los últimos años en sede frecuente de óperas contemporáneas bien hechas y bien presentadas, dentro de algún pequeño circuito internacional como ocurre en esta ocasión.

La partitura de Agustí Charles obtiene el máximo provecho de las voces y del cuarteto de cuerda, al que se suman instrumentos de percusión y efectos. Los integrantes del Cuarteto Bretón (Anne Marie North, Iván Martín, John Sotkes y Antonio Cárdenas) ejecutan un trabajo impecable tocando sus instrumentos y algunos otros. El maestro Tobias Engeli ofrece una lectura atenta de la intrincada partitura. La puesta en escena de Alfonso Romero también exprime con inteligencia todos los medios de la producción pone a su alcance, dando a esta ópera de cámara vuelos de mayor ambición. La función es muy limpia en su conjunto y el resultado corrobora que se puede estrenar ópera de cierta importancia con medios reducidos. 

Fotografía: Bárbara Aumüller