Revista mensual de publicación en Internet
Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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De género indefinido

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

La Generala. Opereta en dos actos. Música de Amadeo Vives y libreto de Guillermo Perrín y Miguel de Palacios. Reparto: Carmen González / Sabina Puértolas, Ismael Jordi / Enrique Ferrer, Beatriz Díaz / Sonia de Muco, Itxaro Mentxaka / María José Suárez, Luis Álvarez / Enrique Baquerizo, Miguel López Galindo, José Luis Gago, David Rubiera y Enrique Viana, entre otros. Dirección musical: José Fabra / Cristóbal Soler. Dirección de Escena: Emilio Sagi. Escenografía: Daniel Bianco. Vestuario: Jesús Ruiz. Coreografía: Nuria Castejón. Iluminación: Eduardo Bravo. Orquesta de la Comunidad de Madrid, Titular del Teatro de la Zarzuela. Coro del Teatro de la Zarzuela. Director del coro: Antonio Fauró. Nueva Producción del Teatro de La Zarzuela, Madrid, del 15 de Febrero al 16 de Marzo de 2008.


No es fácil dar con el tono de una opereta como La Generala que está a medio camino entre lo que se considera música “clásica” y la que se llamó música “ligera”. Parecía cosa fácil, pero no lo es. Cuando fue estrenada, en 1912, está distinción entre una música y otras no estaba tan clara como hoy en día. Viendo la nueva producción que Emilio Sagi ha preparado para el Teatro de la Zarzuela, pienso que el resultado podría haber sido más brillante de haberse adoptado un criterio interpretativo más moderno y cercano a los musicales que tan de moda están ahora, y que son los herederos naturales de la opereta. Algo de ello se apunta en las maneras de Sagi que, como siempre, busca la elegancia y el buen tono. El montaje es vistoso y la puesta en escena esta realizada con sobrados medios. El decorado blanco del palacio en el primer acto es elegante, y el teatro-carrusel del segundo es una fantástica maquinaria. Daniel Bianco ha trazado una escenografía ingeniosa, que ha sido iluminada con sensibilidad por Eduardo Bravo. El vestuario, espectacular y a veces grotesco, es de Jesús Ruiz. Todas las áreas plásticas son de lujo, tal vez demasiado para una pieza graciosa pero que no vale mucho. La partitura de Amadeo Vives consta de doce números con algunas canciones pegadizas, pero la historia y la música no tienen grandes pretensiones. El elenco tampoco ha estado a la altura de la realización visual. Los artistas que escuché en el segundo reparto son profesionales solventes pero discretos, a quienes el teatro les viene un poco grande. Alguno tiene bello timbre, otra buen oído, una agudos fáciles y la estrella magnífica planta y mejores piernas; pero ninguno reúne el conjunto de todas esas virtudes que se muestran tan repartidas y que son tan necesarias de sumar en un mismo artista. A todos les falta potencia de voz, en mayor o menor medida, y traspasan con dificultad la cuarta pared. En casos así se hecha en falta una amplificación como la que es habitual en musicales y ciertos teatros de orientación popular. La orquesta y el coro tampoco muestran su mejor hacer. Trabajan con distracción y por debajo de la calidad que suelen tener por norma. Les recuerdo mayor entrega en otras piezas igualmente ligeras y menores. La dirección de escena de Sagi es alegre, fina y muy movida, con coreografías de Nuria Castejón que evocan el género de la revista. Pero, en definitiva, el resultado ni fue zarzuela, ni musical, ni opereta, ni revista. Ni fu, ni fa.

 Foto: Jesús Alcántara