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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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Maravilla gélida

Por Víctor Pliego de Andrés. Lee su curriculum. 

Royal Concertgebouw Orchestra. Director: Daniele Gatti. Obertura de Tannhäuser de Richard Wagner. Muerte y transfiguración, op. 24 de Richard Strauss. Sinfonía núm. 3, op. 55, “Heróica de Ludwig van Beethoven. Auditorio Nacional de Música, 9 de abril de 2008. 

La Real Orquesta del Concertgebouw presentó en el X Concierto de Primavera de Caja Madrid un programa festivo y de ocasión, con obras de éxito asegurado de Beethoven, Wagner y Strauss. La versión más destacable fue la que ofrecieron, bajo las órdenes del maestro Daniele Gatti, de Noche y transfiguración de Richard Strauss. Fue una aproximación brillante y luminosa, más mediterránea que germana, más clasicista que  romántica. Los artistas dibujaron un delicioso equilibrio entre las distintas secciones, entre los contrapuntos y las líneas de un complejo entramado musical que se hizo transparente. La música fue expuesta magistralmente, pero con algo de frialdad en la tremenda exactitud desplegada. Hubo más garra en la fanfarria inicial y festiva de Tannhaüser, pero sin caer, desde luego, en ningún exceso. La segunda parte del concierto estuvo dedicada a la Sinfonía núm. 3 de Beethoven. Fue también una versión ligera, centelleante, más coherente con los antecesores que con los sucesores del genial compositor. También en este caso la precisa relojería de esta magnífica orquesta restó vuelo a la música. El maestro Gatti dirigió con teatralidad y con gestos de una exagerada expresividad que, sin embargo, no tuvieron eco en la orquesta ni en los resultados sonoros. Fuera de eso, dirigió de memoria con indicaciones exactas en cada compás y en cada entrada, con una técnica maravillosa. El público que asistió a esta celebración de Caja Madrid estuvo compuesto por variopintos invitados, en una curiosa mezcla de autoridades, ejecutivos, banqueros, políticos, amigos y simpatizantes. Hubo más curiosos que melómanos en esta cita con tan legendaria orquesta. Los aplausos fueron muy discretos, pero arrancaron una propina a los artistas. En este singular acto social todo fue perfecto; nada más y nada menos.