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Número 88º - Marzo-mayo 2.008


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“PRINCIPESSA DI FUOCO, PRINCIPESSA DI GELO”

Por Gonzalo Pérez Chamorro

Intérpretes Cristina Gallardo-Domas, soprano. Rubén Fernández Aguirre, piano. Obras Cantos Populares Españoles de Joaquín Nin, 7 Tonadillas de Granados, Cinco Canciones Negras de Montsalvatge, Arias de óperas de Puccini. Escenario y fecha Auditorio del Hospital de Santiago, viernes 9 de mayo. XX Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda
 

              En Turandot, donde Liù sella sus labios para salvar el pellejo de Calaf ante la todopoderosa princesa Turandot y la excitada plebe, el fuego y el hielo se mezclan para fundir a uno y calmar al otro. La soprano chilena Cristina Gallardo-Domas ha sido Liù en numerosas ocasiones y en los mejores teatros del mundo, y sabe que para que el fuego llegue no debe haber hielo que lo frene. En la inauguración del XX Festival Internacional de Úbeda se ha contado con su presencia, que engorda la lista de prestigiosos cantantes que han actuado a lo largo de los veinte años de Festival.

            En un homenaje a los 150 años del nacimiento de Puccini, el fuego de su música sirvió para que la Gallardo-Domas escogiera una selección de sus arias, tan conocidas, para hacer toda la segunda parte. En la primera, la chilena hizo canción española del siglo XX, que a excepción de Granados, suena con el paso de los años más vulgar que nunca, mirando más al pasado que al futuro. Con la base de la canción popular, salvo Granados que cantó y Falla, el resto nunca dio en la diana de la modernidad europea. Así ella y Rubén Fernández hicieron cosas muy “bonicas”, pero que para mí, y no era el único, pronto se olvidan.

            Con Puccini Cristina es una referencia actual, pero una referencia en el teatro. Su gran volumen es una baza en los teatros y un problema en un auditorio, ya que el ataque de la nota, siempre muy alto, en el teatro puede tener sentido, pero en el recital se busca mayor preciosismo y equilibrio. Otra cosa es el cambio de color en su zona de paso, tan evidente y que nunca me ha agradado, pero su arte puede ocultarlo y hasta disimularlo. Me gustó “Se come voi piccina” de Le Ville por un gustoso legato, menos como Mimí de La Bohème y bastante como Liù en el descomunal “Tu che di gel sei cinta”, que notaba que lleva un trocito de Liù en su alma. Entre los regalos, más Puccini, “Il sogno di Doretta” de La Rondine y “O mio babbino caro” de Gianni Schichi, del que muchos creen que es “O mio bambino caro”, que es de cantarle al padre cantarle al hijo.