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Número 87º - Enero-febrero 2.008


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MACBETH EN OVIEDO, CON CARLOS ÁLVAREZ

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Oviedo, Teatro Campoamor. 30 de enero de 2008. Verdi: Macbeth. C. Alvarez, T, Serjan, V. Kowaljow, A. Roy, G. Hernando, M. Nogales, V. Cecchini, A. Feria, J.M. Muruaga, A. Gómez. Ballet Ensemble Micha van Hoecke. Coro de la Ópera de Oviedo. Oviedo Filarmonía. Dir. musical: Miquel Ortega. Dir. escena y coreografía: Micha van Hoecke.


Se cerró la temporada 2007-2008 del Campoamor con el único título verdiano previsto, el Macbeth, contando en el rol protagonista con el barítono Carlos Álvarez. Se repetía así la situación de hace cuatro temporadas, cuando el divo malagueño clausuró la temporada con otra ópera de Verdi, Rigoletto, obteniendo un éxito apoteósico como intérprete del papel titular.

Siempre hemos admirado en Carlos Álvarez, más que lo puramente vocal, la personalidad que imprime a sus papeles, y este Macbeth no fue una excepción: el carácter inseguro, con remordimientos, de Macbeth estuvo aquí perfectamente expresado, incluyendo una gran versión de su aria "Pietá, rispetto, amore". En conjunto, el barítono malagueño volvió a recibir una merecida ovación del público, aunque me atrevería a decir que la del Rigoletto de hace cuatro años fue mayor aún. La razón tal vez fuera que Álvarez se vio eclipsado en parte por el joven tenor gijonés Alejandro Roy, quien interpretaba a Macduff, y que ya compartió escenario con el malagueño cuando ambos cantaron en Gijón el Pelagio de Mercadante en septiembre de 2005. Roy, que cantó con entrega y recibió quizá la mayor ovación del público, debutaba en la Temporada de Ópera de Oviedo, pero tras este éxito lleva camino de convertirse en un favorito del público ovetense.

El resto del reparto no desmereció, y todos estuvieron a gran altura, comenzando por la Lady Macbeth de la soprano rusa Tatiana Serjan, que dio una lectura de su personaje muy válida en todos sus registros, desde la ferocidad del primer acto hasta la desolación de sus momentos de locura final. Y también merece una mención especial el Banco de Vitalij Kowaljow. El resto, siempre a buen nivel, incluyendo al coro (que tiene intervenciones decisivas en la obra, como el "Patria oppresa"), el ballet de Micha van Hoecke (con mención especial para la bailarina solista Marzia Falcon) y el buen rendimiento de la Oviedo Filarmonía, a las órdenes de Miquel Ortega, del que sin que se pueda decir que extrajera un especial refinamiento de la partitura, al menos cumplió eficazmente su labor.

La puesta en escena, original del mismo Van der Hoecke, trasladaba la acción al Japón feudal, un poco siguiendo la estela de la película Trono de Sangre, de Kurosawa. Si bien los conceptos "guerreros" de ambición, honor y lucha quedan muy propios al trasplantarse al mundo de los samurais, no deja de ser algo chocante escuchar a japoneses cantar en italiano y referirse a Macbeth como Rey de Escocia. Al menos los samurais de Kurosawa hablaban en japonés y se referían al Japón. Aparte de esta incoherencia (algo que es habitual en las puestas en escena actuales), pudimos presenciar un Macbeth más que válido como cierre de temporada.