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       DEBUT DE DANIEL HOPE EN DG 
  
      Por 
      Rubén Flórez 
      Bande 
      
        
       
      Daniel Hope, el violinista inglés, debuta en la Deutsche 
      Grammophon después de salir de la esquilmada Warner. Para recorrer esta 
      nueva etapa, comienza con un muy interesante disco, íntegramente dedicado 
      a Mendelssohn, con el Concierto para violín en mi menor, en su 
      versión original de 1844, el Octeto para cuerdas en mi bemol 
      mayor, en la edición crítica de 2003, ambas primeras grabaciones 
      mundiales, y tres lieder, arreglados para violín y piano por el propio 
      violinista. 
       
      El Concierto para violín en mi menor, en la versión original de 
      1844, difiere de la de 1845, la comúnmente conocida, en muchos matices: la 
      supresión de cuatro compases de apoyo del clarinete y fagot, en los 
      primeros compases del concierto, cuando entra el violín; la utilización de 
      una octava por arriba, en el violín, en muchos pasajes del concierto, 
      sobremanera en el segundo movimiento; la supresión de 24 compases en la 
      cadencia del violín del primer movimiento (Ese mismo primer movimiento 
      sufre cambios en cuanto a intensidad expresiva, en la versión de 1845, la 
      indicación sería: Allegro molto appassionato, mientras que en la versión 
      de 1844, la indicación es: Allegro con fuoco); la aparición de una melodía 
      nueva en la cuerda, en el tercer movimiento hacia el minuto 3:27; muchos 
      pasajes del violín en la versión de 1844, suprimen el legato de la de 
      1845, sobre todo en los pasajes rápidos; aparición de florituras, en la 
      versión de 1844, antes de las codas, suprimidas en la versión de 1845... 
       
      La versión de Hope, junto con la Chamber Orchestra of Europe, a las 
      órdenes de Thomas Hengelbrock, es menos melódica de lo habitual, más 
      preocupada en resaltar los “nuevos” detalles, pero no sin coherencia. Hope 
      posee una técnica muy expresiva, pero quizás algo afectada en algunos 
      pasajes, donde el sonido de su instrumento queda algo “llorón”. El primer 
      movimiento, más vertiginoso de lo habitual, queda muy bien, aunque quizás 
      la batuta de Hengelbrock peque de efectista, con primacía de las 
      trompetas, y del timbal, defecto que parece ser la norma en este concierto 
      en los últimos años (recuérdese la versión de Renaud Capuçon con Daniel 
      Harding, para Virgin); aun así el movimiento fluye, descubriendo compás a 
      compás los “nuevos” detalles. 
       
      En el Andante es donde más se percibe ese toque “llorón” del violín de 
      Hope, algo afectado para mi gusto, pero que no deja de tener un tono 
      “dramático” que no le viene mal al movimiento; aquí sí, el acompañamiento 
      de Hengelbrock es correcto, dejando “llorar” al violín a gusto, con una 
      introducción casi impresionista. El Allegro non troppo es una muestra de 
      coordinación entre violín y dirección que muchos quisieran en este 
      movimiento. Pese a llevar un tempo trepidante, se puede escuchar de todo, 
      con un empaste impecable (aun con timbal y trompetas, que ahí siguen). 
      Hope demuestra ser un portento interpretativo, y Hengelbrock un director 
      con ideas. Versión esta muy recomendable para conocer esta “nueva” versión 
      de 1844, y con gran valor interpretativo. 
       
      La edición crítica del Octeto no tiene tan grandes diferencias 
      con la versión conocida como la del Concierto para violín: 
      únicamente unas sonoridades más unitarias y más empastadas en el Allegro 
      moderato inicial, y en el Scherzo, consiguiendo una estructura más sólida 
      en esos dos movimientos. Aquí Hope se encarga del primer violín, 
      secundándole en su instrumento miembros de la orquesta: Lucy Gould, Sophie 
      Besançon y Christian Eisenberger, Pascal Siffert y Stewart Eaton se 
      encargan de las violas, y William Conway y Kate Gould de los violoncellos.
       
       
      El plato fuerte de este Octeto es el gran primer movimiento: Hope 
      empasta perfectamente a este ensemble, demostrando que, aparte de ser un 
      gran concertista, domina el campo de la música de cámara, uniéndose como 
      un músico más. Muy interesante el segundo tema de este primer movimiento, 
      resuelto con una soltura envidiable, y con una coda fluctuante 
      estilísticamente, más en una linea mozartiana que romántica. Lo mismo 
      ocurre en el Andante, estático, con una estructura clásica. El Scherzo, 
      esa forma musical que Mendelsshon dominaba a las mil maravillas, está 
      cargado de sutilezas, sin caer en el exhibicionismo expresionista, y el 
      Presto final (con una entrada de los violonchelos que parece sacar fuego 
      de sus instrumentos) fluye sin precipitaciones, pero sin dormirse, donde 
      llama mucho la atención la presencia de los cellos, más claros que en 
      otras versiones, pero sin enturbiar lo “cantabile” de la pieza. 
       
      Las adaptaciones del propio Hope de los tres lieder de Mendelsshon, 
      “Hexenlied” (La canción de la bruja), “Suleika” y “Auf 
      Flügeln des Gesanges” (Sobres las alas de la canción) buscan más 
      agradar que el puro lucimiento del solista, versiones intimistas y 
      sencillas, donde el violín canta, más que toca. 
       
       
       
      REFERENCIAS:  
       
      MENDELSSOHN: Concierto para violín en mi menor, Op. 64 Ed. 
      Original 1844, Octeto para cuerdas mi bemol mayor, Op. 20, Tres 
      lieder: “Hexenlied”, “Suleika”, “Auf Flügeln des 
      Gesanges” arr. violín y piano. 
      Daniel Hope, violín. Sebastian Knauer, piano, Solistas de la Chamber 
      Orchestra of Europe. 
      Chamber Orchestra of Europe 
      Thomas Hengelbrock, director 
      DG 477 663-4 
  
        
        
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