Revista mensual de publicación en Internet
Número 82º - Marzo 2.007


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Conciertos
Web del mes
Buscar
 

 

WALTRAUD MEIER EN OVIEDO

Por Angel Riego Cue. Lee su Curriculum.


Oviedo, Teatro Campoamor. 26 de febrero de 2007. Waltraud Meier, mezzo-soprano. Joseph Breinl, piano.

La casualidad ha hecho que actuaran en Oviedo en días sucesivos dos figuras de primer orden dentro del panorama operístico actual. Al día siguiente de escuchar a Edita Gruberova en el Auditorio, actuaba en el Campoamor Waltraud Meier, una de las grandes mezzos de las últimas décadas, especialmente en el repertorio wagneriano, donde también ha cantado papeles de soprano. El motivo de su presencia era recoger un premio otorgado por la Fundación Premios Líricos del Ayuntamiento de Oviedo, como la mejor cantante que ha actuado en un teatro de ópera español (por su Ortrud en el Lohengrin madrileño del 2005), pero fuera cual fuese, lo importante fue poder escuchar a la Meier.

Acompañada por un pianista (Joseph Breinl) asombrosamente bueno, pese a su aparente juventud, Waltraud Meier cantó un programa de lieder dedicado en su primera parte a Schubert (con varias de sus canciones más conocidas como Die Forelle, Gretchen am Spinrade, Erlkönig...) y en su segunda parte a Richard Strauss, también con canciones de las (relativamente) más conocidas de su autor, como Cäcilie o Morgen, hasta culminar en las Cuatro Últimas Canciones, que estamos más acostumbrados a oír con acompañamiento orquestal. Tal vez un programa de lied alemán sea aún muy duro para un público que parece preferir los gorgoritos belcantistas (hemos llegado a leer que "el recital fue aburrido por su diseño", entre otras barbaridades), pero en nuestra opinión el nivel artístico alcanzado fue, no sólo más satisfactorio que el de Gruberova el día anterior, sino que ya habíamos perdido la cuenta de cuándo se pudo escuchar en Oviedo algo de altura semejante: esto sí que es dominio del matiz (lo más importante para cantar lied), seguridad vocal y "tablas" interpretativas. Si de algo pecó el recital fue de demasiado breve (poco más de una hora de música, aparte de las propinas).

La acogida del público ovetense, siendo buena, no llegó ni por asomo a los niveles del día anterior con la Gruberova, y además se veían bastantes asientos vacíos en el Campoamor. Con todo, la cantante nos premió con dos propinas de Mahler, el "Ich bin der Welt abhanden gekommen" (de los Rückertlieder) y el "Urlicht" usado en la Segunda Sinfonía, ambas asimismo memorables.