Revista mensual de publicación en Internet
Número 76º - Mayo 2.006


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Entre lo sublime y el baratillo

Por Víctor Pliego de Andrés y Juan Carlos de la Torre

 

El rapto en el serrallo. Singspiel en tres actos. Música de Wolfgang Amadeus Mozart. Libreto de Gottlieb Stephanie, el Joven. Intérpretes: Shahrokh Moshkin-Ghalam, Desirée Rancatore, Ruth Rosique, Eric Cutler, Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, Eric Halfvarson. Directores de escena: Jérôme Deschamps y Macha Makïeff. Escenógrafo: Miquel Barceló. Figurinista y diseñadora de utilería: Macha Makïeff. Iluminadora: Dominique Bruguière. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Director musical: Christoph König. Director del coro: Jordi Casas Bayer. Cooproducción del Festival Internacional d’Art Lyrique de Aix en Provence, la Festspielhaus de Baden-Baden, la Ópera de Rouen y la Ópera de Lausanne (2003).

El rapto en el serrallo es, sin duda, una obra maestra dentro de la extensa y magnífica producción operística de Mozart aunque no esté plenamente aceptada como tal. Confiere al Singspiel una categoría de primera dentro de sus propias características. Para tan buena obra, el Teatro Real ha propuesto una versión que resulta excelente en lo musical y bastante discutible en lo escénico. La escenografía está firmada por el premiado pintor Miquel Barceló que, ante un libreto divertido, colorista y rápido, plantea una escena fija en torno a una torre de vigía con algunas máquinas ocultas. Dos cajas enormes completan el panorama evocando cierta arquitectura mediterránea y todo ello se cierra con telones pintados sobre un desafortunado fondo blanco que, si bien son bellos sobre el cuaderno o en fotografía, no resultan eficaces en un gran escenario. No es suficiente con ser un gran pintor para hacer una buena escenografía: es menester conocer el lenguaje y la técnica teatral. La dirección de escena apuesta por un desenfado que a veces raya en lo vulgar, causando alguna innecesaria disonancia. Si en lo escénico la representación no estuvo acertada, ocurrió todo lo contrario con la parte musical. El director Christoph König hacía su presentación en el Teatro Real y supo llevar a la Orquesta Sinfónica de Madrid de manera impecable. Los maestros tocaron con agilidad, belleza y brillantez, descubriendo en los matices de la partitura el Mozart más cómico, pícaro y burlón. La agilidad y dificultad vocal que exigen los cinco papeles cantados, y que requieren de una extensa tesitura, fueron sobradamente dominadas por las cualidades de los cantantes. El tenor Eric Cutler, que interpretó al español Belmonte, hizo un personaje de diversión, belleza vocal y nobleza. Su voz resulta cálida y ágil, y domina una línea perfecta de legato. Su tercera aria fue insuperable y cantó perfectamente los ornamentos de la cuarta. Esperamos ver de nuevo a este tenor por el Teatro Real en el que ha debutado con esta función. Su pareja en escena fue Desirée Rancatore, encarnando a la bella Konstanze. Supo estar a la altura, aunque mostrase a veces demasiado vibrato, supo imprimir potencia y belleza a los ornamentos, y supo dar claridad argentina a sus agudos, especialmente en el más bello y triste, a la vez que más difícil de la obra, Martern aller Arten. El bajo Eric Halfvarson, que representaba al malvado y bobo Osmin, hizo un trabajo excelente. Este papel requiere un bajo bufo que resuelva bien las agilidades y que sepa dotar al personaje de todo el carácter cómico que tiene. Su voz resultó calida y equilibrada en los ornamentos y en los pasajes graves. Los dúos con Pedrillo (Wolfgang Ablinger-Sperrhacke), que cantó con esmero y brillo, estuvieron llenos de comicidad y buen gusto. La pareja de Pedrillo, la soprano Ruth Rosique, en el papel de Blonde, ofreció alguno de los mejores momentos de la función. La Rosique posee una voz cálida y ligera pero con peso en los graves, con armónicos muy bellos y con una afinación perfecta. Sus intervenciones fueron justamente aplaudidas. Por último, la incorporación al reparto del actor-bailarín Shahrokh Moshkin-Ghalam, que representaba al pachá Selim, fue un gran acierto. Mozart tuvo la ocurrencia de no conferir parte cantada a este personaje, que equilibra en cierta medida el carácter cómico de Osmin, Pedrillo y Blonde con la nobleza pausada y comedida de Belmonte y Konstanze, al mismo tiempo que sirve de enlace entre lo musical y lo teatral. El actor supo combinar la propia nobleza de un pachá con los aires misteriosos de un derviche. Su acento, marcadamente extranjero, dio el punto  exótico a la obra, un exotismo y belleza que no mostró en ningún momento la escenografía ni el vestuario. Dentro del batiburrillo escénico debemos destacar como muy bueno el trabajo del coro, especialmente en el número final. La obra resultó esmerada, divertida y bien tocada y cantada; sin duda, un buen homenaje para celebrar este Año Mozart.

(Foto: Javier del Real)

Próximos espectáculos del Teatro Real

 

8 a 30 de junio de 2006                                                     Diálogo de carmelitas de Poulenc

26 de junio a 19 de julio de 2006                                        Luisa Fernanda de Moreno Torroba

7 y 9 de julio de 2006                                                        La conquista de Granada de Arrieta

 

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