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Número 76º - Mayo 2.006


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OTOÑAL ROS-MARBÁ

Sevilla, Teatro de la Maestranza. 26 de mayo de 2006. XVI temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. R. Schumann: Manfred (Obertura). C. Wieck Schumann: Concierto para piano y orquesta. J. Brahms: Sinfonía nº 3. Giorgia Tomasi, piano. Antoni Ros-Marbá, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Todo un acierto que la Sinfónica de Sevilla haya vuelto a contar, tras largos años de ausencia, con el veterano Antoni Ros-Marbá, considerado unánimemente y con toda la razón como una de las mejores batutas españolas de las últimas décadas; bajo su dirección la ROSS ofreció veladas memorables como aquella Salomé en la célebre producción de Petr Weigl o -en menor medida- el Don Carlo de Visconti, por no hablar de algunas espléndidas interpretaciones de Mozart. Esta vez ha venido con un atractivo programa bajo el brazo consagrado al que quizá sea el más famoso trío sentimental de la historia de la música: el protagonizado por Robert Schumann, su esposa Clara Wieck y un jovencito devoto de la música del primero y más devoto aún de las cualidades humanas de la segunda llamado Johannes Brahms.

Sorprendió en las interpretaciones el carácter marcadamente otoñal que parece haber adquirido la batuta del maestro catalán: lecturas serenas y reflexivas, de tempi tendentes a la lentitud, marcadamente clásicas en su racionalmente planificada arquitectura y en su evidente sometimiento del contenido a la forma, pero en todo caso cálidas y humanas al tiempo que un tanto distantes de las emociones inmediatas y extremas. Para entendernos, a sus sesenta y nueve años el artista se encuentra ya en la línea digamos "venerable" -y salvando las distancias, dicho sea con todos los respetos- del último Giulini, del último Sanderling o del actual Colin Davis. Claro que las cosas no siempre le funcionaron en su retorno a Sevilla igual de bien.

Su obertura Manfredo resultó así noble e introspectiva, pero careció de la garra, la electricidad y el dramatismo que debe poseer la romántica página. Convenció más su centrado y solvente acompañamiento orquestal en el Concierto para piano de Clara Wieck, una obra de inspiración más bien escasa -fue compuesta a los catorce años- pero curiosa de escuchar en esta temporada del Maestranza dedicada a la figura de la mujer; mejor en todo caso el movimiento central, en el que supo extraer las posibilidades poéticas de la partitura, que en los dos extremos, donde el transparente, natural y sensible pianismo de la napolitana Giorgia Tomassi se quedó algo corto de creatividad y sentido de los contrastes.

Lo mejor de la noche fue su lírica, reposada y profunda, antes que dramática o arrebatada, Tercera Sinfonía de Brahms, en una interpretación más personal -aunque también más discutible, por su relativa falta de tensión interna- que la espléndida que el firmante de estas líneas le escuchó hace años en Madrid y le ha podido volver a disfrutar ahora en grabación radiofónica. Por desgracia no respondió a las expectativas la actuación de la ROSS, desequilibrada en sus secciones y con unos violines de sonido ácido y estridente. Es posible que no haya habido buena sintonía entre el maestro y los miembros de la orquesta, y desde luego es seguro que hubieran hecho falta más ensayos, pero en todo caso hay que tener en cuenta el justificado cansancio de unos músicos que sólo unos días atrás se habían dejado la piel en cuatro agotadoras funciones de Lulú.

 

Web de la ROSS (con notas al programa):  http://www.rossevilla.com/

Web del Maestranza: http://www.teatromaestranza.com