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Número 69º - Octubre 2.005


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PEDRO HALFFTER VA AL CINE

Por Fernando López Vargas-Machuca.

Sevilla, Teatro de la Maestranza. 8 de octubre de 2005. XIX Encuentro Internacional de Música de Cine. Obras de E. W. Korngold y John Williams. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter, director. 

A trancas y barrancas han llegado los Encuentros Internacionales de Música de Cine a su decimonovena edición, y lo han hecho con un programa heterogéneo y de desigual interés (¡qué lejos quedan los tiempos en los que gente como Delerue, Morricone, Raksin, Goldsmith o E. Bernstein visitaban la capital andaluza!): una actuación del saxofonista Perico Sambeat versionando temas famosos de la pantalla grande, un recital pianístico de Eleuterio Domínguez con páginas de Gershwin, Debussy, Korngold, E. Halffter y Ginastera, más un par de conciertos de la Sinfónica de Sevilla, ambos con un mismo programa consagrado a partituras "heroicas" de Erich Wolfgan Korngold y John Williams. Para dirigir a la formación hispalense se encontraba el nuevo director artístico de la agrupación, el compositor y director Pedro Halffter, lo que no deja de sorprender si tenemos en cuenta la mala prensa que el sinfonismo cinematográfico suele tener entre los paladines de la música contemporánea, que tanto la suelen despreciar por aquello de su presunta "falta de compromiso con la modernidad". Una admirable apuesta, pues, que el más joven de los Halffter ha defendido a capa y espada. Y nunca mejor dicho, toda vez que la primera parte del programa la integraban  Capitán Blood, El Halcón del Mar y Robín de los Bosques.

Es en la sala de conciertos, y no junto a las películas correspondientes, cuando esta música adquiere su verdadera dimensión. El compositor austríaco no terminaba de dominar -al fin y al cabo fue uno de los pioneros- la relación con la imagen, saturando el celuloide con una música que, constreñida por las deficientes técnicas de grabación de la época, terminaba resultando machacona, reiterativa y estridente. Pero cuando nos olvidamos por completo de Errol Flynn y escuchamos las partituras aisladas y en buenas condiciones sonoras e interpretativas nos encontramos ante lo que realmente son, los últimos ejemplos del gran sinfonismo centroeuropeo, percibiéndose con claridad la huella de Zemlinsky (a la sazón maestro de Korngold), no poca influencia de Richard Strauss y hasta ciertos ecos de Mahler. Tras una vistosa pero algo gruesa obertura de Capitán Blood, Pedro Halffter dirigió increíblemente bien las suites de El Halcón del Mar y Robin Hood: haciendo gala de unos tempi más lentos que los usados en las películas, lo que lejos de ser un pecado resulta un todo un acierto, el controvertido director alcanzó un admirable equilibrio entre brillantez y delectación melódica, sin resultar en moldo alguno cargante pero extrayendo toda la opulencia y sensualidad decadente -pura Viena finisecular- que las partituras albergan; en los temas de amor de las dos últimas obras citadas  hizo gala además de una cantabilidad y vuelo lírico arrebatadores, por no hablar de su desarrollado sentido del color y de las texturas orquestales.

La segunda mitad del programa, con notable coherencia, estuvo integrada por una breve selección de la música escrita para la primera película de la saga Star Wars, en la que precisamente John Williams recuperaba la sonoridad del sinfonismo "a lo Korngold" que había imperado en el Hollywood clásico. La suite se correspondía con la de la excelente grabación realizada por la National Philharmonic y Charles Gerhardt en 1977 para RCA, aunque omitiendo el fragmento "Here they come!". No es una óptima selección, toda vez que en las dos siguientes películas, El Imperio Contraataca y El Retorno del Jedi, hay mucha mejor música. Es de suponer que sería difícil conseguir las partituras, aunque el esfuerzo se hubiera agradecido no sólo por lo antedicho sino también por la escasa duración del concierto. En todo caso la Sinfónica de Sevilla sonó en general muy bien y Halffter supo ser épico en el celebérrimo tema principal, lírico y amoroso en el de la Princesa Leia, sarcástico en la página "The little people" -tan deudora de Prokofiev- y adecuadamente vistoso en "The Battle". Espléndidos casi todo los solistas, con especial mención para el corno inglés y la flauta.

Pero, ay, hete aquí que en "The Throne room", marcha final abiertamente inspirada en Elgar, el director dio rienda suelta a sus más bajos instintos musicales y decidió correr todo lo posible, pasando de largo ante la partitura y sin atender a las transiciones, dejando además a su aire a un desmadrado percusionista de la Sinfónica que, encargado de la caja, decidió en ese momento convertirse en el protagonista de la velada, dando como resultado una militarista, precipitada y chabacana interpretación de la página. Tras la encendida respuesta del público, integrado seguramente por más cinéfilos que melómanos, se escucharon como primera propina (luego repetiría el tema principal de Star Wars) los títulos finales de Indiana Jones y el Templo Maldito, filme que cuenta con la que sigue siendo una de las mejores partituras épicas de Williams. La interpretación se vio afectada por cierta tosquedad en la ejecución y -de nuevo- por la inoportuna intervención del referido percusionista. ¿Cómo es posible que un señor que ha dirigido de manera portentosa a Korngold y con gran solidez las otras páginas de La Guerra de las Galaxias sea capaz de meter así la pata al final de la velada? Tal vez es que Halffter fue seducido durante el concierto por el lado oscuro de la Fuerza...

 

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