Revista mensual de publicación en Internet
Número 69º - Octubre 2.005


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

CORAZONES MUSICALES

Por Cristina Isabel Gallego García y María del Mar Gallego García. Lee su curriculum.

 

“La experiencia artística –en el orden de la producción de las cosas– es, junto con la experiencia científica, uno de los dos caminos que conducen a la percepción del mundo en su eterna novedad. Tan necesario como desarrollar en el individuo la capacidad de pensar con lucidez, es desarrollar los poderes de la imaginación, esa imaginación que es uno de los grandes resortes de la invención científica, así como la fuente de la creación artística. Desde el punto de vista de la educación,  lo que cuenta no es sólo el resultado tangible de las actividades artísticas, sino también las disposiciones del espíritu y del corazón que ellas suscitan.”

 

(“Aprender a ser”. Informe publicado por la Unesco). 

Como afirma Elena Lehmann es muy sabio el dicho popular: “Cada cual tiene su alma en su almario”. Ciertamente tenemos que descubrir qué tiene el niño guardado en su “alma”, porque cada uno es un mundo de percepciones personales e intrasferibles. Una buena manera de descubrirlo es a través de la música y los juegos de simulación. Como dijo Beethoven, “Vive en la música una sustancia eterna, infinita, no del todo aprensible”.

El juego de simulación es una técnica interactiva de aprendizaje que permite llevar al aula una representación simplificada de una situación dinámica real. Los jugadores toman decisiones a partir de situaciones reales o hipotéticas, construyen su conocimiento a partir de la observación del modelo, comprenden el funcionamiento de procesos sociales complejos... Es una técnica muy útil al tratamiento de la diversidad para que ningún alumno tenga miedo a manifestarse tal y cómo es realmente.

        Según Callois, el juego es aquella actividad humana que se escoge libremente, reglada, de final incierto, que se desarrolla en una realidad ficticia y va acompañada de una cierta conciencia de irrealidad. Las dos actitudes básicas son: el deseo de diversión despreocupada e irreflexiva y la necesidad y placer de superar dificultades arbitrarias. Sus componentes básicos son: la competición, el azar, la simulación y el vértigo. 

Cecchini lo define como la simulación de los efectos, en un mundo ficticio, de decisiones tomadas a través de la asunción de roles y sometidas a un conjunto de reglas. Los juegos de simulación estarían definidos por estos tres vectores: simulación (representación de la realidad), rol (papel que se asume) y reglas (normas o leyes internas de funcionamiento). 

Taylor propone una clasificación distinta atendiendo al grado de abstracción de la realidad que supone el juego: estudios de casos, juegos de interpretación, simulación a través del juego y simulación a través del ordenador. 

          Los juegos de simulación suponen un tiempo largo, una preparación previa, materiales...  pero al convertirse en actividades motivadoras y participativas, permiten establecer una buena interacción entre los alumnos y el objeto de estudio, y es aconsejable llevarlos a la práctica en clase, ya que tienen muy buena aceptación gracias a su carácter lúdico.  Las simulaciones se pueden clasificar en menores (se realizan individualmente y se ajustan mucho a la realidad que tratan de representar) y en mayores (simulación de dramatización o role – play y juegos de simulación). 

Si centramos la simulación en la etapa infantil, podemos afirmar que estos niños son grandes pensadores, pero su pensamiento presenta unas características que limitan sus posibilidades. Uno de los objetivos principales de la Educación Infantil es socializar al niño, que acepte, comprenda y actúe con sus compañeros, y los juegos de simulación nos pueden ayudar a ello.  

A los 3 años, además de personificarse a sí mismo y a las personas que constituyen un ámbito familiar, los escolares pueden representar roles que personifiquen la conducta de una persona en una situación determinada. Se trata de una identidad transitoria. Más tarde, el niño llega a un triple grupo de roles: los familiares, los ocupacionales y los de ficción. Los primeros son de mayor riqueza  que los restantes.  

Como afirma Mª Elena González en su libro Didáctica de la Música (Kapelusz. Buenos Aires), la música surge espontáneamente cuando cantan canciones que a ellos verdaderamente les atraen, y resulta sorprendente ver cómo viven la canción que entonan: tan pronto el grupo se convierte así en bandadas de pájaros que cantan, cómo en pequeños ratoncitos... según sea el tema de la canción que entonan. 

Al principio se representan roles experimentados directa o indirectamente (como sujeto o receptor). A los 5 años ya se adoptan roles basados simplemente en la observación, por lo que aumentan los ficticios y ocupacionales. 

Los juegos de simulación con música proporcionan placer a los alumnos que participan en ellos, alientan la toma de decisiones... Los discentes se divierten  descubriendo y poniendo en juego mecanismos que les ayuden a obtener satisfacción, goce de la cooperación...  

Cualquier simulación debe diseñarse de tal manera que pueda implicar el mayor número de áreas posibles y sirva como una situación de aprendizaje dentro del esquema lúdico en el que se enmarca. Existen muchas canciones infantiles donde los niños pueden sumergirse en un mundo de fantasía a través de la simulación. Por ejemplo, de Elena Lehmann, el “Juego del disparate” (donde imaginan un perro de cartón, un gatito de papel, una paloma de latón, un árbol de serrín), “Juego de niños” (se convierten en gigantes, enanitos, payasos), “Quiero ser” (los niños quieren ser una flor)...

           Con la simulación podremos comprender qué significa la música para nuestro alumnado, el poder que tiene en ellos... ¿Alguna vez habéis alcanzado a comprender la transcendencia y el poder que tienen los sonidos en nosotros y sus efectos? Normalmente relacionamos música con diversión, placer... sin embargo descubrimos que es más, mucho más. Como afirman Dan y Felicia Scurtulescu en su libro “La vía transcendental de la música (Mandala Ediciones. Madrid. 1993), es uno de los estímulos más poderosos que pueden actuar en nuestro ser. La música es un importante recurso sociológico y también un importante recursos terapéutico.  

Siguiendo a Wilhelm Heinrich Wackenroder, “Toda obra de arte no puede ser captada y comprendida plenamente sino con el mismo sentimiento que la hizo nacer; sí, el sentimiento no puede ser captado ni comprendido sino con el sentimiento. La música sería el lenguaje original de los sentimientos... Ésta describe los sentimientos humanos de manera sobrehumana...”.   

La música ejerce un efecto mágico en el colectivo humano, en el grupo y ¿cómo no? en nuestros pequeños. Un niño enriquecido musicalmente será feliz y a la vez solidario con sus congéneres. Y siguiendo en la línea del párrafo anterior, queremos terminar nuestro artículo con un fragmento de la canción “Corazones al viento” (Floricienta), que también habla de los sentimientos, del corazón..., y fue representada por los alumnos de 2ºB en la Fiesta de Fin de Curso, implicándose en ella afectiva y emocionalmente.

 

Co - Co - Co,
Corazones contentos.
Co - Co - Co,
Corazones al viento.
Co - Co - Co,
Corazones sin miedo,
Que gritan "Te quiero!!!!!"
Que - Que - Que,
Que se junten las manos.
Que - Que - Que,
Que te sientas mi hermano.
Que - Que - Que,
No te vayas nunca,
Para vos mi corazón.
Para vos mi corazón.
Para vos mi corazón.