Revista mensual de publicación en Internet
Número 67º - Agosto 2.005


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Tablón anuncios
Suscribir
Buscar
 

 

Memorable Orfeo en Torroella de Montgrí

Por Ovidi Cobacho Closa, Historiador del arte (Catalunya). 

  • Autor: Música de Claudio Monteverdi, sobre libreto de Allesandro Striggio
  • Obra: L’Orfeo
  • Intérpretes: Hans Jörg Mammel (Orfeo); Núria Rial (La Musica y Euridice); La Fenice; Coro de Cámara de Namur.
  • Dirección musical: Jean Tubéry
  • Producción: Festival Internacional de Músiques de Torroella de Montgrí.
  • Lugar y fecha: Torroella de Montgrí. Església parroquial, 4-VIII-2005

Desde hace ya varias ediciones, el Festival de Músiques de Torroella de Montgrí viene siendo un punto de referencia estival para los amantes de la música, con una programación coherente, innovadora y variada, y una sabia apuesta por la calidad que lo sitúan a la cabeza de los eventos musicales catalanes y estatales. Por ello cabe felicitar a sus organizadores al haber incluido, en el 25 aniversario de un marco tan singular, la programación de un espectáculo operístico. Nada más ni nada menos que L’Orfeo de Monteverdi, primera obra de referencia del género operístico y ejemplo culminante e iniciático de la poesía dramática y musical tardo-renacentista.

La favola d’Orfeo, estrenada en Mantua el 24 de febrero de 1607, significó la primera incursión de Monteverdi en el nuevo de género teatro experimental inaugurado por la Camerata fiorentina, la “opera in musica”, que tuvo precisamente en esta obra su consagración definitiva y el hallazgo de las fórmulas que iban a marcar la evolución del espectáculo musical europeo por excelencia. Encontraremos aquí, por vez primera aplicado a un texto teatral, un uso expresivo y dramático de la música, poético. La utilización de la orquesta y los instrumentos como una paleta cromática para ilustrar cada una de las escenas, atmósferas y estados sicológicos de los personajes; los primeros ejemplos de ritornelli; la creación de la primera obertura a partir de un fragmento de música militar de la corte de Mantua; los primeros ejemplos de arias y de canto ornamentado, justificados por la acción dramática. Una suma de recursos dispuestos y combinados magistralmente por Monteverdi que otorgan a este primer ejemplo de teatro musical un áurea poética, una alquimia que se eleva más allá de lo puramente material y mundano, hacia un lirismo espiritual, simbólico, que, como apunta el ensayista y musicólogo Oriol Pérez en el escrito del programa, nos invita “a la búsqueda de aquella verdad que se encuentra escondida y oculta en nuestro interior.”

Para la presente producción, en versión concertada, se recurrió al conjunto instrumental La Fenice, una sólida formación italiana especializada en la música antigua y encabezada por la prestigiosa corneta de Jean Túbery. En el registro vocal, el coro de cámara de Namur fue el encargado de secundar a los solistas invitados: el tenor Hans Jörg Mammel y la soprano catalana Núria Rial. El resultado: un entrañable viaje, salpicado de destellos poéticos, a los umbrales del nacimiento del género operístico.

A pesar de no ser una versión escenificada, el acierto y la agilidad en las entradas y salidas de los solistas logró imprimir chispa escénica al concierto, con ingeniosos detalles como la disposición de instrumentistas en las capillas laterales para acentuar los efectos musicales, dramáticos y de “eco”. El conjunto instrumental, bajo la batuta de Túbery, hizo noble justicia a la partitura del maestro italiano, con una ejecución fluida, dinámica y atenta a los matices, salvo algún breve desajuste del metal en la obertura. En el registro de voces, el Orfeo de H. Jörg Mammel demostró ser un buen conocedor de la declamación clásica y las ribattiture di gola, exhibiendo en todo momento una dicción depurada, buen gusto estilístico y la verdad del acento. Impecable en la difícil aria de ornamentaciones “Possente spirto”, servida con pureza de estilo y fervor expresivo. Núria Rial, en el doble papel de La Musica y Euridice, deleitó el auditorio con un dominio absoluto de las modulaciones extáticas, el fraseo y un canto íntimo delicadamente cincelado. Deliciosa también, la Messaggiera de Aurora Bucher, con momentos de auténtica magia canora en su narración “In un fiorito prato”. La Speranza de Elena Pozhidaeva supo dar todo el efecto a sus páginas del tercer acto, así como también la notable Proserpina de Caroline Tarrit. Profundo y vigoroso estuvo Philippe Favette como Caronte, y muy correctos Ettienne Debaisieux y Benoït Giaux como Plutone y Apollo, respectivamente. La Nimfa (Helen Cassano) y el coro de Pastores contribuyeron con acierto a redondear una función memorable y de altísima calidad, que esperamos estimule a sus organizadores a seguir apostando por este género en futuras ediciones con tan buen criterio.