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Número 60º - Enero 2.005


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ERNESTO HALFFTER: ENCUENTRO CON LA INSPIRACIÓN
   
              -EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO-

Por Paula Coronas Valle. Lee su curriculum.


Ernesto Halffter

              Comienza el nuevo año 2005 con un aniversario importante en la nómina de artistas españoles: El pasado día 16 de Enero, conmemorábamos el Primer Centenario del nacimiento de Ernesto Halffter(1905-2005). La densa tradición musical protagonizada por la saga de los Halffter (apellido de origen alemán)- representada en su base por los hermanos Rodolfo (nacido en 1900) y Ernesto(1905), a principios del siglo pasado, y actualmente continuada por el destacado compositor Cristóbal (sobrino de ambos) y a su vez sucedida por su hijo Pedro, el más joven de la dinastía- ocupa por justicia un puesto relevante en el podium de la creación artística española.

         Por su significación especial en la denominada Generación del 27, Ernesto Halffter se convierte en una figura de referencia para los estudiosos, revelándose pronto como un creador de excepcional talento, dotado de una frescura musical pocas veces hallada.

         El madrileño Ernesto Alberto Halffter Escriche, fue el tercero de los seis hijos del matrimonio compuesto por la catalana Rosario Escriche Erradón y Ernesto Halffter Hein- el primer Halffter procedente de Könisberg (Alemania), afincado en España-, joyero de profesión.   Evidentemente hallamos en el linaje halffteriano razones de sobra para comprender la posterior dedicación del joven Ernesto a la música. Su madre le inició, al parecer, en sus primeras lecciones musicales, siendo su tío materno,  Ernesto Escriche, concertista de piano.

         A los seis años, ingresa en el Colegio Alemán en Madrid, donde permanece durante diez años formándose en todas las disciplinas. Posteriormente, el pianista húngaro Fernando Ember, recién llegado a Madrid por aquel entonces, influyó seriamente en la carrera pianística del joven Ernesto, aunque al no constatar estudios oficiales en el Conservatorio, podemos apreciar la condición autodidacta del músico en cuestión.

         Entre los principales fedatarios de este creador, encontramos al crítico y musicólogo Adolfo Salazar, garante de aquella saludable “edad de Plata”-sobrenombre que recibe el período de resurgimiento cultural que experimentó nuestro país a principios del siglo XX- , y al eminente Manuel de Falla, espejo indiscutible en la trayectoria artística de Ernesto Halffter.  Tras su primera aportación al mundo musical con su obra “Crepúsculos”(1922) para piano, Ernesto se descubre por su singular título de “Sinfonietta”(1925) obra para orquesta, a la que se le concede el Premio Nacional de Música. Ingenio y maestría brillan en tal recreación que advierte triunfos  para este joven compositor, que con tan sólo 20 años consigue adscribirse a la cumbre artística nacional.

         Se multiplican los elogios y las alabanzas que el músico recoge con entusiasmo y vitalidad. Así, Salazar comenta en referencia a la interesante “Sinfonietta”: “un sentido profundamente moderno, una plenitud, un optimismo, una alegría de creador que están al lado del espíritu deportivo de nuestros días”.  Halffter comienza a destacar en todos los círculos intelectuales del país, siendo requerido con frecuencia  por la belleza y espontaneidad contenidas en su discurso musical.

          Para conocer en profundidad  su lenguaje, es necesario valorar su obra más preciada, “Sinfonietta”, verdadero hallazgo sonoro del siglo XX. Las numerosas incursiones en el universo neoclasicista que el compositor propone en su estética, nos habla de una dimensión de elevados trazos cuyos pentagramas obedecen fielmente a la poderosa influencia de su mentor, Falla, quien por aquellos años le había confiado la dirección de la Orquesta Bética de Cámara de Sevilla(1924).

         Este mismo año, Ernesto Halffter culmina una etapa decisiva en su vida a través de su conocimiento directo con el maestro Ravel en París, con el cual trabajó intensamente durante casi un año.

         La constancia y el orden sin embargo no caracterizaron su espacio creador, por lo que se observa a menudo  dificultad en la ordenación del catálogo. No obstante, la totalidad de su  repertorio se ha visto salpicado por grandes momentos inspiradores que se han materializado en piezas tan sobresalientes como el “Ballet Sonatina”(1928), del cual extraemos las famosísimas Danzas de la Pastora y de la Gitana para piano,  la “Sonata para piano Forte” (1932),  o “L’ Espagnolade”(1937).

         Su matrimonio con la pianista portuguesa Alicia Cámara Santos(1928) le vincula de forma especial con el país vecino, en el que permaneció durante largas temporadas. Ernesto Halffter se identificó plenamente con el folklore y las raíces portuguesas: “Soy un gran admirador del fado por su profunda y bella esencia popular, inimitable y que expresa tan bien la marcada personalidad del pueblo portugués”, asegura el maestro.

         La actividad compositiva es compaginada  con la labor docente, desde el año 1934, en que es  nombrado Catedrático numerario de Conjunto Vocal e Instrumental y  Director del Conservatorio de Música de Sevilla, cargo que desempeña durante tan sólo dos años, apartándole tal función directiva de su quehacer creador. Posteriormente, en 1942, es nombrado Profesor Adjunto al Instituto Español de Lisboa.

         Inspirado durante sus estancias continuadas en Portugal, da a luz algunos títulos de notable significación como son su “Rapsodia Portuguesa” para piano y orquesta(1940) y las “Canciones Portuguesas”(1943).

         Dentro de su polifacética personalidad, la creación continúa siendo una constante en su vida, empujando con fuerza en el desarrollo de nuevas páginas como “Llanto por Ricardo Viñes” (1943), para piano, “Habanera” y “Pregón” (1945), para piano, o “Fantasía Española”(1953), para violoncello y piano.

         También muestra sus extraordinarias cualidades en la gestación de música incidental. Tales son los ejemplos de  las películas Bambu, Don Quijote de la Mancha, La Señorita de Fátima,  Historias de la Radio...

         A partir de 1957, comienza a trabajar arduamente en la conclusión de la cantata “Atlántida”, obra póstuma que Falla deja inacabada a su fallecimiento en 1946.Cabe señalar que la afamada “Atlántida” supone un punto de inflexión en el contenido de sus pentagramas. La talla sinfónica de tal obra, en donde los caracteres tímbricos y orquestales quedan ampliamente superados por el autor, denotan la evolución de su pensamiento musical desde aquellas primeras  piezas breves , en las que Ernesto Halffter  había encontrado la cómoda vía de expresión.      

         En cualquier caso, su generoso sentido artístico ha rebasado expectativas, atendiendo  a la dualidad de diseñador  detallista de miniaturas sonoras  en combinación con  la de arquitecto musical de grandes vuelos. El resultado ha evidenciado una brillante producción que este artífice ha generado con  fluidez en  la atmósfera acústica  del siglo pasado.

         El reconocimiento oficial se produce  especialmente a partir de 1963, año en que se le impone la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio.

         En 1969, nace su “Concierto para Guitarra y Orquesta”, estrenado por Narciso Yepes y bajo la dirección de Igor Markevitch.

         La década de los  años setenta es fecunda y pródiga también en relación a los méritos y recompensas obtenidas por el artista. Destaquemos pues su ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid(1973).

         Lúcidamente  y con absoluta consciencia  llega nuestro compositor al final de su trayecto (1989 , año en que fallece). En 1988 ofrecerá su último fruto  musical: “Homenaje a tres compositores españoles” (a Federico Mompou,  Joaquín Turina y Rodolfo Halffter, su hermano mayor).

         “En verdad si Ernesto Halffter reclamó una y otra vez para sí mismo la ortodoxia de la línea magistral de Falla, en su música influye al menos tanto como el compositor gaditano, el lenguaje de un Ravel que en él debe ser siempre una constante a lo largo de una larga vida que, paradójicamente, quedará marcada para siempre por el madrugador éxito de la sinfonietta”.

         Al hilo de esta reflexión que realiza Tomás Marco en su libro “El pensamiento musical y siglo XX”, analizamos la realidad de un creador libre, espontáneo y apasionado, como fue Ernesto Halffter,  quién por otro lado, arrastró  ineludiblemente la herencia de dos grandes valuartes: Falla y Ravel. En su camino pues reconocemos  soportes de  elementos neoclasicistas e impresionistas fusionándose con  nuevos enfoques de experiencias  creativas.

         Ernesto Halffter imprimió carácter a una música vital y pensada, renovando la fisonomía del lenguaje sonoro. Gracias a su genial aportación la música española estrechaba sus lazos con las tendencias vanguardistas del florecimiento europeo, y así en este esfuerzo de europeizar nuestro arte hispano, su figura logra ser autónoma en el inventario de composiciones españolas de primera magnitud. A él debemos sinceramente una remodelación estética en el pensamiento musical de nuestro país.

         El compositor de la alegría y de la espontaneidad, como es calificado por su propio hijo Manuel, es y será siempre un  símbolo indiscutible en la música contemporánea. En el árbol genealógico de nuestros grandes compositores  su nombre luce con especial intensidad.