Revista mensual de publicación en Internet
Número 60º - Enero 2.005


Secciones: 

Portada
Archivo
Editorial
Quiénes somos
Entrevistas
Artículos
Crítica discos
Bandas sonoras
Conciertos
El lector opina
Web del mes
Suscribir
Buscar
 

 

AÑO NUEVO EN JEREZ 

Jerez, Teatro Villamarta. 2 de enero de 2005. Concierto de Año Nuevo: obras de la Dinastía Strauss. Orquesta Danubia de Budapest. Karel Mark Chichon, director.

Por Fernando López Vargas-Machuca.

 

Está claro que el público se lo pasa en grande con los conciertos de Año Nuevo, independientemente de los resultados artísticos que se alcancen: eso de sentirse como si se estuviera en el mismísimo Musikverein y tocar las palmas al son de la Marcha Radetzky despierta un entusiasmo que ya quisieran para sí muchos eventos musicales de primera magnitud. Así lo parece haber comprendido el Teatro Villamarta a la hora de recuperar la costumbre establecida en Jerez a lo largo de los años noventa de celebrar a principios de enero un concierto con páginas de la Dinastía Strauss. Decisión a todas luces acertada, toda vez que tales eventos son una buena manera de aficionar al personal; además, el teatro jerezano está muy necesitado -dada su penuria económica- de conseguir un llenazo de vez en cuando.

Acudíamos así al Villamarta con un espíritu más comprensivo y condescendiente que otra cosa, atormentados por el recuerdo del deplorable nivel musical que acostumbraban a alcanzar tales conciertos cuando se celebraban en la iglesia de San Miguel. Por suerte las cosas funcionaron muy dignamente, como ya lo hicieran en el mismo Villamarta cuando se encargó del asunto el especialista Peter Guth (no así con István Bogár, el de las Danzas Húngaras de Naxos). Se había contratado en esta ocasión a la Orquesta Danubia de Budapest, una formación joven de calidad más que aceptable a la que sólo hay que reprochar seriamente las insuficiencias de algunos metales. Sobre el podio se hallaba el joven londinense Karel Mark Chichon: asistente en su momento de Giuseppe Sinopoli, cuenta con un interesante currículo en el que se incluyen los nombres de la English Chamber y la Hallé Orchestra. Se trata, por cierto, de una batuta muy vinculada a España y a Gibraltar, donde ha ofrecido numerosos conciertos.

No sabemos como se desenvolverá Chichon en el resto del repertorio, pero esto de los valses y las polcas -música menor si se quiere, pero decididamente maravillosa y muy difícil de interpretar en condiciones- se le da en general bien, haciendo gala de un notable entusiasmo y de un apreciable magnetismo sobre la orquesta. Por descontado, los resultados no tuvieron nada que ver con los de un Kleiber, un Karajan o un Maazel frente a la Filarmónica de Viena, pero sus lecturas de las más famosas páginas de los Strauss (no faltó casi ninguna) tuvieron garra y vitalidad, estuvieron bien rubateadas -sin excesos, antes al contrario-, y no cayeron nunca en lo empalagoso ni lo decadente. En todo caso se podía haber evitado algún que otro exceso decibélico y haber pulido un poco más las texturas, algo gruesas y desequilibradas. Tampoco hubiera venido mal algo más de "sabor vienés". Con abundantes guiños al personal y luciendo un castellano prácticamente perfecto, Chichon se metió al público en el bolsillo desde el primer momento. Como era de prever, la velada finalizó con entusiasmo desbordado por parte del respetable. Eso sí, hay que reprochar un grave defecto: en el programa de mano no aparecía el nombre del director por ningún lado. El pobre.

 

Web del Villamarta: www.villamarta.com