Revista mensual de publicación en Internet
Número 49º - Febrero 2.004


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Características de las actividades musicales en Educación Infantil

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.

         El artículo del presente mes sigue en la línea del anterior (Orientaciones didácticas para trabajar la educación musical en infantil. Filomúsica Nº 48. Enero 2004) porque considero fundamental que tanto los docentes como las familias trabajemos la expresión musical con los niños de edad temprana. Por eso en el presente número de la revista voy a centrarme en las características de las actividades musicales y los criterios que podemos seguir para seleccionarlas.

Empezaremos hablando de la educación auditiva. Ésta se propone descubrir las aptitudes musicales que tiene el niño, desarrollar su capacidad expresiva, favoreciendo sus capacidades imaginativas y creativas. La audición interior, capacidad de memoria auditiva es esencial para conseguir esos objetivos; el progresivo desarrollo de los mismos conducirá a una mejor percepción auditiva. 

Otros objetivos de la educación auditiva son: despertar la sensibilidad del niño, su sentido estético, la agudeza de oído, iniciarlo en el conocimiento de los elementos de la música, responder a estímulos sonoros, educar su voz... Para conseguirlos, es recomendable utilizar la música en su totalidad, de sonido y forma, con los elementos y aspectos que la integran, ejercitar la atención y  la memoria, los reflejos auditivos y motrices. Podemos contar con audiciones de canciones y música grabada, entre otros aspectos. La audición de canciones también nos puede acompañar en la realización de actividades plásticas y corporales.

Esta educación va a permitir desarrollar una serie de conocimientos en el niño, como son: el sonido (timbre, intensidad, altura, duración, acento, compás...), el silencio, la diferenciación entre la música cantada o sólo tocada con instrumentos, la iniciación al cálculo a través de agrupaciones (el niño puede diferenciar si tocan muchos o pocos instrumentos, si cantan muchas o pocas voces)...

El sentido de apreciación empieza a una edad muy temprana. Una vez que captemos su atención, nuestra voz y las canciones entonadas con suavidad, serán las que primero despierten su sensibilidad auditiva. Ésta se irá desarrollando con la ayuda de un material didáctico adecuado: juguetes musicales, instrumentos melódicos, grabaciones de cintas y discos...

Los ejercicios sensoriales son el punto de partida de la educación del ritmo y de la formación musical. Por lo tanto, se debe trabajar con el niño para que vaya consiguiendo el ritmo de una forma gradual a través del movimiento, la expresión del cuerpo, la canción, los juegos musicales... Podemos utilizar instrumentos corporales y musicales para desarrollar el ritmo en los niños.

A diferencia de la actitud activa que adopta el niño frente al ritmo, la actitud ante la audición de canciones es receptiva. Es fundamental que se combinen ambas, es decir, que el niño sea activo y receptivo al mismo tiempo. Podemos incorporar  al  sonido nuestros movimientos de pies y de manos, flexión de rodillas, balanceos...

Las canciones son la forma más viva, fácil y espontánea de practicar la música. Desde los más elementales tarareos infantiles hasta las más elaboradas formas, las canciones ofrecen al niño un sinfín de posibilidades de expresión musical. Las canciones que les enseño a mis alumnos de tres años son cortas, alegres, de ritmo cómodo y agradable... En clase, las van repitiendo mientras juegan, descansan...

De forma progresiva, voy intercalando audiciones de coros infantiles, adultos, obras musicales de diferentes estilos y formas... Les invito a expresar con palabras, la emoción o el estado de ánimo que les inspire la música: diversión, cansancio, alegría, tristeza... También escuchamos música clásica cuando realizamos otras actividades. 

Para las audiciones tengo muy en cuenta las características de mis alumnos, la buena calidad de los aparatos de reproducción, elijo canciones en las que interpretamos algunos fragmentos, destacan características rítmicas (danzas populares) o tímbricas (orquestación instrumental), algunos instrumentos son conocidos, a veces ilustro las obras con láminas, diapositivas, fotografías...

La educación musical está íntimamente relacionada con: la educación sensorial, motriz y corporal (esquema corporal y lateralización), espacio – temporal, atención, memoria, afectividad, expresión corporal, educación del gusto y de la estética... Por eso es tan importante la globalización en esta etapa educativa.

Una canción o una música bien ritmada puede servirnos para organizar unas formas en el espacio que los propios niños pueden inventar. Cuando danzamos coordinamos los gestos y movimientos anteriores en grupo, formando círculos, danzas de parejas, líneas que se cruzan... Antes de inventar una danza, analizo la música para conocer las frases, las repeticiones, el elemento rítmico que sobresale, el tiempo... y así no tener que cambiar ningún gesto o movimiento que no encaje, una vez que mis alumnos la han aprendido.

Las actividades musicales que selecciono llaman la atención por su tema, son sencillas en la organización y desarrollo (ya que trabajo con niños pequeños), las abordo desde una metodología lúdica, desarrollándolas en forma de juego, son flexibles, adaptadas a sus características,  potenciadoras de capacidades, gratificantes,  divertidas...  Algunos criterios que tengo en cuenta para la selección de las mismas son: la edad de mis alumnos, la relación entre los contenidos que trata la actividad y los que ellos poseen, que respondan a sus intereses...

 Las actividades musicales,  según las capacidades que desarrollan las podríamos clasificar en torno a tres grandes grupos: actividades de audiopercepción, expresión y representación.

Las primeras se ocupan de potenciar las capacidades que hacen posible el desarrollo de la autopercepción. Según el canal de recepción de la información que favorezcan, pueden ser de: 

v            Percepción auditiva (reconocer algunos objetos al dejarlos caer al suelo, ordenar determinados instrumentos según su sonido, adivinar qué persona ha pronunciado una frase, ordenar los sonidos con unas progresiones lógicas...)

v            Percepción visual (colocar los sonidos correspondientes a una acción que ven, a la que se le quitado el sonido original, rodear sobre un papel instrumentos musicales que han escuchado anteriormente...)

v            Percepción sensorial – táctil (sentir con los dedos las  vibraciones producidas por un instrumento,  reconocer por medio del tacto determinados objetos que han escuchado previamente...)

Las actividades de expresión son la base para la vivenciación e interiorización musical y los mejores contextos  donde se pueden aplicar los conocimientos y las experiencias musicales que se han adquirido. Con ellas se potencia la expresión musical en sus distintas manifestaciones: 

1.      Expresión vocal. Dentro de estas actividades podemos desarrollar juegos con las palabras, frases, trabalenguas, imitar y reproducir sonidos de nuestro entorno, interpretar de forma individual y grupal un repertorio variado de canciones...)

2.      Expresión instrumental. Jugaremos con instrumentos naturales, objetos del entorno y de pequeña percusión, acompañaremos con instrumentos las canciones aprendidas en clase.

3.      Expresión corporal y del movimiento. Son actividades de exploración del espacio, adaptación de los movimientos del cuerpo al ritmo de una melodía que escuchamos, acompañamiento con gestos de las canciones o la interpretación sencilla de danzas.

 Las actividades de representación son aquellas que se refieren al ámbito de la representación gráfico – plástica de la música y de sus elementos, de forma que los niños tienen un primer acercamiento a los códigos de comunicación musical. Suponen un marco adecuado para plasmar el  grado de comprensión de los sonidos y sus parámetros. Ejemplos de dichas actividades son: representación gráfica de diferentes sonidos, realización de dibujos para expresar lo que nos sugiere una melodía, expresión de pequeños mensajes sonoros, dictado de sonidos... 

Las actividades que propongamos para la educación musical deben servirnos para potenciar habilidades, emociones y capacidades sensoriales, perceptivas y creativas. Debemos intentar atraer al niño hacia la música, que aprenda a escucharla,  conocerla, respetarla... Así, de una manera instintiva, irá adquiriendo su buen gusto.