Revista mensual de publicación en Internet
Número 45º - Octubre 2.003


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¿ESCUCHAMOS?

Por Paula Coronas Valle. Profesora de piano del Conservatorio Manuel Carra de Málaga. Directora de Intermezzo.

En la práctica musical de un instrumento debemos considerar como prioritario un elemento de relieve: El sonido.
La música es el arte del sonido, por tanto, la tarea más acuciante para el intérprete será siempre la consecución de la sonoridad óptima y concreta requerida en cada ocasión. Es decir, la propia naturaleza de la obra musical exigirá una determinada manera o estilo de ejecución en el cual se desarrolla paralelamente el aspecto sonoro de su imagen.

Por esta razón, tradicionalmente, el enfoque pedagógico de una pieza musical se orienta hacia un primer apartado puramente técnico, en cuyo segmento debe mostrarse ya el trabajo auditivo, y una posterior comprensión e interiorización del contenido como preámbulo a la interpretación correcta.
Pues bien, para resolver la complejidad técnica e incluso a veces mecánica que encierran innumerables páginas musicales, hay que guiar desde un primer momento la ley natural del sonido, y para ello, la intervención del oído  se hace vital para el aprendizaje de un instrumento.

Evidentemente, el dominio del sonido es verdaderamente difícil y requiere un entrenamiento constante y exhaustivo acompañado de grandes dosis de paciencia.

La calidad de la imagen sonora depende también en gran medida del grado de sensibilidad del intérprete, y no es inmediato en muchos casos el resultado a tal esfuerzo.

En cuanto  al método para obtener un buen sonido, normalmente se recurre a caracteres dinámicos que sirven para facilitar la ductilidad del propio sonido. Así mismo es frecuente la práctica sobre la continuidad de las vibraciones en la acústica, originando variaciones de intensidad e incluso causando la desaparición del propio sonido.

A todo este complicado proceso llega un elemento más de estímulo: La imaginación. El oído humano debe educarse en una filosofía de anticipación que permita escuchar interiormente los sonidos en el contexto de la secuencia. A esto le llamamos perspectiva auditiva, y es lo que confiere al discurso musical  autenticidad y aspecto unitario.

La “doctrina de escucha y reescucha” en el sonido asegura la belleza y la pureza del mismo. No olvidemos que el instante concreto del ataque, físicamente hablando, es únicamente una parte necesaria para recibir sonoridad. La consecuencia inmediata de emisión de vibraciones es lo que produce placer en la audición.

Realmente sorprendente resulta la variedad sonora que puede originar un instrumento musical. En este sentido, el Piano ofrece una gama inigualable de timbres y de voces en el ámbito sonoro. Recordemos al célebre pianista Antón Rubinstein en las palabras: “¿Creéis que el piano es un solo instrumento? ¡No, es un centenar de instrumentos!”.  En efecto, comprobamos la cantidad de registros que posee el Piano en toda su extensión, abarcando un inmenso repertorio a través del cual se manifiesta su grandiosidad. Según E. Neuhaus, es el piano el más intelectual de los instrumentos, capaz de emular toda clase de sonoridades.

Debemos advertir además algunas particularidades que influyen sobre este maravilloso instrumento convirtiéndole en el centro de la creación artística:

1) Su sonoridad en sí misma ya presenta una personalidad muy definida cuya individualidad hay que conocer.  
2) La aparición del pedal como fuente de efectos tímbricos y sonoros debe estudiarse en profundidad.
3) La posibilidad de conseguir diferentes planos sonoros a través de la riqueza polifónica inherente a tal instrumento es otro factor a tener en cuenta. 
4)La flexibilidad sonora que puede llegar a reproducir está en función de la libertad de mano, brazo y hombro como intermediarios entre el oído interno y el propio sonido.

En suma, el trabajo auditivo de entonación de intervalos proporciona una gran cohesión sonora al fragmento. Se trata de un campo ilimitado de horizontes muy amplios en búsqueda de una mayor perfección técnico-sonora. La maestría de la interpretación encuentra en esta depuración gran parte de su éxito.

No debemos pues desfallecer ante la exploración de sonoridades múltiples que responden a una escucha atenta y bien orientada. Este es el camino emprendido por grandes mitos de la interpretación cuyos modelos de recreación individual han contribuido a perpetuar la existencia de un Arte Universal. Escuchémonos, pues.