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Número 45º - Octubre 2.003


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Experimentar las cualidades del sonido en Educación Infantil

Por Cristina Isabel Gallego García. Lee su curriculum.

 

La naturaleza nos proporciona infinidad de manifestaciones sonoras: la lluvia, el fluir de los ríos y las cascadas, los terremotos y volcanes, el viento huracanado o el airecillo que mueve las hojas de los árboles, el canto de los pájaros...   Los ruidos también pueden ser manifestaciones de la vida de la naturaleza (ruidos del  mar, hojas agitadas por el viento) o de materiales (ruido de objetos golpeados, de cristales que se rompen, chirriar de una puerta, etc...)

 

Los sonidos son  más ricos en cuanto a su significación. Sobre todo cuando forman una palabra que el oyente entiende; ésta puede revelar un comportamiento, una intención que se hace sensible por la entonación, la intensidad, los acentos rítmicos.

Según Arnold Schöenberg el material de la música es el sonido y éste actúa sobre todo ante el oído. El oído es el órgano principal del entendimiento auditivo y se compone de tres partes esenciales: el oído externo, el oído medio y el oído interno. El oído interno recibe las vibraciones sonoras que le transmiten el oído externo y el oído medio. Estas vibraciones, producidas por el movimiento alternativo de un cuerpo, se propagan en forma de onda a través del aire y son captadas por nuestro cerebro como sonoras.

Las vibraciones sonoras son de dos clases: las periódicas y regulares (que producen sonidos musicales)  y las no periódicas o irregulares (que llamamos ruidos). 

En el sonido se  reconocen unas cualidades: el timbre (particularidad de las voces y de los materiales sonoros), la intensidad (fuerza  reguladora del sonido), la altura (movimiento extensivo del sonido) y la duración (espacio de  tiempo que se percibe un sonido). Desde la Educación Infantil podemos enseñar a los niños a diferenciar los sonidos por sus propiedades. 

Se llama timbre a la calidad del sonido. Cada cuerpo sonoro vibra de una forma distinta. Las diferencias se dan no solamente por la naturaleza del cuerpo sonoro (madera, metal, piel tensada), sino también por la manera de hacerlos sonar (golpear, frotar, rascar).

 

Una misma nota suena distinta si lo toca una flauta, un violín, una trompeta... Cada instrumento tiene un timbre que lo identifica o diferencia de los demás. Con la voz sucede lo mismo. El sonido dado por un hombre,  una mujer, un/a  niño/a tienen distinto timbre. El timbre nos permitirá distinguir si la voz es áspera, dulce, ronca, aterciopelada o ronca. También influye en la variación del timbre la calidad del material que se utilice. Así pues, el sonido será claro, sordo, agradable o molesto.
 

 Paralelamente a la utilización de materia natural, susceptible de producir sonidos, podemos usar instrumentos creados para la percusión tímbrica como son: las panderetas, los cascabeles, las maracas, etc. Al principio los pequeños se familiarizan con los más conocidos, los que pueden sostener con sus manos; poco a poco irán familiarizándose con nuevos instrumentos  y aprenderán a diferenciar sus timbres y a usarlos con precisión acompañando canciones, marchas, etc...

 Hay que destacar que con la práctica de escuchar los ruidos diarios, los sonidos naturales y los que forman parte de nuestro quehacer habitual, el oído se acostumbra cada vez más a las diferencias de timbre, reconociendo objetos o instrumentos de sonido muy parecidos, identificando a las personas por el timbre de voz, sin necesidad de verlas y apreciando mejor la calidad y belleza de los sonidos.

 La intensidad puede ser fuerte o débil, permitiendo una graduación de intensidades muy amplia que van desde el sonido casi imperceptible,  hasta el que hiere al oído y nos ensordece. Determinar la intensidad con que un sonido llega a nuestro oído depende de la amplitud de las vibraciones y esta amplitud depende a su vez de la mayor o  menor fuerza con que se ha producido. 

Cuando la intensidad aumenta progresivamente, usamos el término italiano “crescendo” y cuando disminuye en la misma forma “descrecendo”. 

La intensidad  con que nos llega el sonido depende también de la distancia entre la fuerza sonora y el oído que lo percibe. Los niños pueden experimentar que un sonido se oye más fuerte cuanto más cerca estamos de él. Si el sonido se aleja, lo oiremos cada vez menos.  

Por sencilla que sea una canción, un ritmo, al igual que los cuentos y pequeñas frases habladas, hallarán mejor acogida si les damos la expresión que nos indique nuestra sensibilidad, atrayendo así el interés y la atención de los niños. 

La altura de los sonidos depende de la rapidez con que se producen las vibraciones de los cuerpos sonoros. Cuanto más rápidas, mayor número de vibraciones y, por consiguiente, más elevación del sonido. Cuanto más lentas, menor número de vibraciones y, por consiguiente, menor elevación del sonido. 

Estas vibraciones crean una gran variedad de sonidos con los cuales se componen las melodías. Por ello, la altura es la más  importante de las cualidades del sonido que interesan al desarrollo del sentido auditivo y  artístico. Los sonidos, por su entonación o altura, suelen ser graves o agudos. 

Cuando un sonido o sucesión de sonidos van del grave al agudo, su dirección es ascendente y cuando van del agudo al grave, su dirección es descendente. Podemos enseñar a los niños a representar la altura de los sonidos mediante dibujos o líneas que suben o bajan.
 

 Un sonido perdura mientras persisten las vibraciones del cuerpo sonoro. La duración se calcula desde el momento del ataque del sonido hasta que éste deja de oírse. 

En algunos  cuerpos sonoros las vibraciones se reproducen más que en otros,  dando así  un sonido más largo. Este es el caso de los objetos construidos con metal: campanas, gong, platillo, triángulo; los fabricados con cierto tipo de cristal: copas,  jarrones; las cuerdas tensadas metálicas y de tripa; piano, guitarra, arpa, violín. Cuando mejor es la calidad de estos materiales, más duradero y claro es el sonido.

 Los instrumentos con piel tensa vibran poco, pero todavía vibran  menos los construidos con madera, así como una gran variedad de objetos que se hallan a nuestro alcance, de diverso material y calidad. Por eso, el sonido que producen y que podemos obtener de ellos es corto, o muy corto y seco. 

En cambio la voz, al igual que los instrumentos que suenan por medio de aire insuflado, son los únicos que nos permiten mantener un sonido con la duración deseada. 

La  duración es una cualidad que se da en el tiempo, que nos permite diferenciar por el tiempo de producción unos sonidos de otros. Según la naturaleza de la fuente sonora, se podrá disponer de diferentes longitudes sonoras (sonidos más o menos largos o cortos). 

No obstante, para las nociones elementales de las cualidades del sonido, se utilizarán los contrastes; es decir, que a la vez que se introduce uno se hará también el contrario. 

Y a su vez para materializarlo en el espacio, se pueden representar con colores, dibujos, trazos. Así por ejemplo: el timbre se puede representar mediante colores o dibujos, la duración se puede expresar con líneas o puntos largos o cortos, la intensidad se puede representar mediante trazos o puntos gruesos y finos, la altura de los sonidos se puede representar mediante dibujo o líneas que suben o bajan. 

Debemos potenciar la exploración y el descubrimiento de las propiedades de los sonidos en un entorno lúdico porque los niños aprenden jugando. La mayoría de sus actividades y experiencias tienen su punto clave en el juego, ya que éste forma parte de su vida.  La música así les acompañará a lo largo del proceso evolutivo, adaptándose a sus capacidades e intereses y contribuyendo a su desarrollo integral.