Revista mensual de publicación en Internet
Número 42º - Julio 2.003


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LES VEPRES SICILIENNES---OPERA NATIONAL DE PARIS---(11-07-03)

Por Cesidio Niño.

A medida que se avanza por la puerta D´Orleans, van a apraciendo a la vista del viajero, pequeñas notas que  recuerdan anteriores viajes  a la capital del Sena. A un lado esto, al

otro aquello.  El taxi, llegaba a su destino: Boulevard de Montmatre, 3. Hotal Francisco I. En una zona inmejorable, (Los Grandes Bolulevares) y con boca de metro a pie de hotel. Hacía calor, pero la temperatura tan buena, que se ha pasado el fin de semana sin gota de sudor. A las 7,30 daba comienzo en La Bastilla, la representación de la ópera  número 19 del compositor G.Verdi.  El Italiano, compuso esta ópera como encargo para celebrar uno de los festejos que tendría lugar en París con motivo de la Expo de 1.855.

L a historía en cinco actos y de la pluma de los ilustres Eugène Scribe y Charles Duveyrier, trataba nada más y nada menos que de los hechos historicos ocurridos en Palermo en la mañana del año 1.282 y bajo laocupación francesa en tierras Sicilianas.

¡!!Casi nada!!!!.. El día del estreno, una tarde muy calurosa ,del 13 de junio de  1.855 en la Ópera de  París, fue todo un éxito. En la actualidad, no es una ópera que se represente

con frecuencía, que yo recuerde en los últimos 5 años: Roma, Viena, Bilbao y París.

Esta nueva producción firmada por Andrei Serban bajo una escenógrafia y decorados de Richard Hudson y unas luces de Matheww Richardson, ha estado bien. Sin echar cohetes al aire. Muy limpia: todo el decorado en blanco, a modo de  paredes enladrilladas, que se abrían y/o cerraban desde los hombros, depende la escena.

Un atrezzo,minimalista( pocas sillas, fúsiles y flores y algúna jarra y vaso de agua).

Un vestuarío que contrastaba del negro al blanco y que a veces confundía, pues los franceses parecían ir vestidos de postguerra y sin embargo los sicilianos parecían “sicilianos de verdad”. Luces,pocas, pq, como había huelga de gente del teatro, se anunció que los cambiso escenicos y de luces serían los minimos.

 COSAS DEL DIRECTO.

Vocal y orquestalmente , la cosa funcionó. Y muy bien. Desde las primeras notas que James Conlon, sustrajo de la orquesta de la Opera de Paris, yo adiviné, lo que esa noche me iba a dar de “gui”. El maestro, ha sabido captar las ideas de Verdi, y ha trasladado al público,las melodías ricas y bellas que la partitura contiene. Dramático, comunicativo con el foso y con la orquesta, atento, Conlon, perfiló una lectura, irreprochable, sujeta UNICAMENTE, al corte, que no entiendo, del gran ballet, sobre todo pq, la representación era la original e idioma galo. Fue delirante el concertante y la gracia de la tarantella.  Era Elena, la maravillosa y cautivadora Sondra Radvanovsky, una soprano, que posee, todas las cualidades para el papel, sus medios vocales, son extraordinarios desde los bajos, graves hasta los agudos,: limpios, potentes. Desde su entrada, de negro absoluto, en escena, sus movimientos, te dicen algo, te encandilan.

Te hace sentir el drama. Todas sus actuaciones, especialmente la página, hermosa, y sincera de la escena de la prisión, que tuvo  que cantar tumbada sobre una banqueta y cuyas escalas son endiabladas, la soprano, sale triunfante, arrancando gritos huracanados de júbilo, del público allí reunido. Su Bolero,de blanco roto,  con la gracia y porte,bajando unas escaleras, fue un lujo, bordando  incluso las agilidades de la segunda sección del fragmento. Vuelta a los gritos huracanados, que no eran, sinceramente,para menos. Advertí.......o eso creí, un cierto vibrato en su noble voz, unicamente cuando comenzaba con las notas (!).

 Marcello Giordani, es ese tipo de tenor valiente, con arrojo. Que ya no existen. De un caudal hermoso y potente, Giordani al que yo recordaba por otras veces (Lucia....I Puritani, Hugonotes, Guillermo Tell, Manon), estuvo sembrado de una buena tarde, y nos perfiló un Henry de muy altos vuelos. Sus solos y dúos de una factura mágnifica, que a los espectadores nos entraba la risa, dadas las gracias que el maestro de escena le mandó hacer. Un triunfo absoluto, teniendo en cuenta, que no se encuentran tenores que aborden tan dificíl personaje.

 El gran bajo italiano Ferruccio Furlanetto, volvió a meterse en la piel del vengativo médico, que regresa del destierro. Su aria de entrada, una cima en el Everest. El resto: una cima en el Himalaya.

 Anthony Michaels-Moore, es un baritono de gran musicalidad, con unos medios loables, de buen cantar, pero…….no se si me gusta . Cumplió su  Montforte, más no supo darle al personaje, ni escenica ni vocalmente lo que  requiere. Estuvo frio. Como diciendo ¡ aquí me han puesto, aquí me quedo!.

 El resto de los personajes, bien. Lo mismo que el coro,--que particularmente no me gustó-  cuya labor en esta ópera es agotador.