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       NUEVA EDICIÓN DEDICADA A KAREL 
      ANCERL 
        
      Por 
      Angel Riego 
      Cue. Lee su 
      
      Curriculum. 
                
        
      Muchas veces 
      escuchamos a los aficionados a la música decir que los directores de 
      orquesta actuales están, por regla general, por debajo de "los de antes"; 
      en la época actual todo está más estandarizado, más inclinado a buscar la 
      perfección técnica pero en lo artístico falta la poesía y la distinta 
      personalidad de los maestros de antaño, que tenían cada uno un estilo 
      propio distinguible. Por eso no es extraño que continúen las reediciones 
      de los discos de grandes directores del pasado, como esta que nos propone 
      el sello checo Supraphon, que reunirá todas las grabaciones realizadas por 
      Karel Ancerl (1908-1973) a las que se ha aplicado un nuevo reprocesado 
      para mejorar su sonido (utilizando la transferencia a master digital a 24 
      bits y el sistema CEDAR), publicada con ocasión de cumplirse los 30 años 
      de la muerte del maestro, y de la cual está previsto un total de 42 CD's, 
      actualmente en curso de publicación. 
       
      Karel Ancerl fue el director checo más famoso de los que desarrollaron su 
      carrera dentro de Checoslovaquia; naturalmente, hay que mencionar otro más 
      famoso aún que pasó la mayor parte de su vida en el exilio, Rafael 
      Kubelik. La carrera de los dos estaría vinculada a los acontecimientos 
      políticos de su país: en 1948, Kubelik era el director titular de la 
      Orquesta Filarmónica Checa, pero abandonó el puesto y marchó al exilio 
      cuando los comunistas tomaron el poder en Checoslovaquia, en el llamado 
      "Golpe de Praga". Aquella fue la oportunidad de Ancerl, que dos años 
      después accedía al puesto dejado vacante por Kubelik (entre medias, el 
      puesto de director lo había desempeñado interinamente el primer viola de 
      la orquesta, cuyo nombre también estaba destinado a hacerse famoso: Václav 
      Neumann). Sin embargo, sería otro acontecimiento político el que daría al 
      traste con la carrera de Ancerl en su país: en 1968, cuando los tanques 
      soviéticos aplastaron el experimento reformista del primer ministro checo 
      Dubcek, Ancerl decidió exiliarse en Canadá (aunque volvería a dar 
      conciertos en su país en dos ocasiones) y alcanzó la titularidad de la 
      Sinfónica de Toronto, ciudad en la que moriría a los 65 años. 
       
      Tratándose de un superviviente de los campos de exterminio nazis de 
      Terezin (Theresienstadt) y Auschwitz, donde fue asesinada su mujer y todo 
      el resto de su familia, podría esperarse en principio que el estilo 
      directorial de Ancerl fuera sombrío, pesimista, o que buscara la "negrura" 
      en las obras que interpretara, y nada más lejos de la realidad. Nos 
      encontramos con versiones frescas, espontáneas, originales, y que si 
      tuvieran que definirse por algo sería más por la alegría de vivir que por 
      lo contrario. Eso sí, la Filarmónica Checa (muy buena orquesta y que en 
      los años de Ancerl vivió su época dorada) no tiene la perfección técnica 
      de las grandes orquestas de Berlín, Viena, Dresde, Londres, etc. a las que 
      estamos acostumbrados a escuchar en grabaciones, ni tampoco el sonido 
      logrado por Supraphon (siendo muy digno y perfectamente aceptable) tiene 
      la suntuosidad de las grabaciones de DG, Decca o EMI de la misma época. 
      Poco importa todo ello cuando, como es el caso, escuchamos una dirección 
      con ideas interesantes y con una poesía "de las de antes". 
       
      De la "Edición Ancerl" hemos elegido para comentario dos ejemplares, y el 
      primero de ellos contiene la obra más famosa que haya escrito nunca un 
      compositor checo y que, lógicamente, es uno de los principales "caballos 
      de batalla" para todo director de esta nacionalidad: la Sinfonía del 
      Nuevo Mundo de Dvorak. Es imposible imaginarse una versión de esta 
      obra menos "americana", y más "checa": no se basa para nada en la 
      espectacularidad, en su lugar encontramos una versión lírica y sentida, y 
      con atención especial a poner de manifiesto los orígenes folklóricos de 
      esta música: muchos pasajes (por poner un ejemplo clarísimo, el Trío del 
      Scherzo, es decir, el pasaje central del 3er mov.) suenan con un ritmo 
      danzable que nos hace ver que Dvorak se basó en danzas folklóricas de su 
      tierra para escribir esta música.  
       
      Es por ello, por el hecho de "original" en los dos sentidos, el de "fuera 
      de lo corriente" (una versión de este tipo se escucha pocas veces, al 
      menos fuera de la antigua Checoslovaquia) y el de "auténtica" (conectada 
      con las raíces donde se inspiró el autor), por lo que esta "Nuevo 
      Mundo", grabada en 1961, siempre ha merecido entre la crítica un 
      puesto en el Olimpo de las más grandes, el resto de las cuales podrían ser 
      (a juicio de este comentarista) las de Fricsay-Berlín, Kertesz-Viena, 
      Klemperer-Philharmonia y Giulini-Chicago, entre las que habría que incluir 
      la de Karl Böhm cuando la DG se decida a reeditarla en compacto (solamente 
      ha aparecido en una colección de fascículos), y sin olvidar la última de 
      Karajan, en el supuesto que deseemos incluir una grabación digital dentro 
      de esta selección. 
       
      El CD se complementa con dos oberturas de Dvorak, En la Naturaleza 
      y Otello, y aquí puede ser interesante la comparación con las que 
      grabara Kubelik para la DG: si Kubelik es aquí más refinado, con una 
      orquesta superior y mejor grabado, Ancerl suena más abigarrado, más 
      vitalista, y logra efectos tímbricos interesantes: por ejemplo, en 
      Otello, está muy conseguida la evocación de los instrumentos del 
      Renacimiento, ya que es la época en la que se desarrolla el "argumento" de 
      la obra. Al final sería difícil quedarse sólo con una de las dos 
      versiones. 
       
       
        
      El segundo disco comentado nos trae una interpretación 
      de la Primera Sinfonía de Mahler, otro autor muy cultivado por 
      los directores checos, ya que a pesar de no ser de esa nacionalidad sí 
      nació en territorio de lo que hoy es la República Checa, en Kalischt (hoy 
      Kaliste). Mucho se ha escrito sobre la influencia que tuvo en la música de 
      Mahler el escuchar de niño a las bandas de música que recorrían los 
      pueblos de la comarca, y ese aspecto es el que más suelen destacar los 
      directores checos. Es decir, el Mahler "a la checa" suele incidir en el 
      origen "popular" de su música, la conexión de esta con lo que pudo 
      escuchar Mahler de niño y de ahí que (como en el caso de Dvorak visto 
      antes) se nos presente un Mahler muy directo, poco sofisticado, y con una 
      tímbrica que quiera sugerir la "estridencia" de los instrumentos de una 
      banda de música de aldea, eso que en las críticas se suele denominar como 
      "una tímbrica expresionista". 
       
      Esa es la línea seguida en esta grabación de Ancerl de la Sinfonía nº 
      1 y así, nunca se habrá notado más claramente que el segundo 
      movimiento es en realidad una danza popular bohemia, o viene de haber 
      escuchado una. Con todo, aquí Ancerl tiene una competencia difícil de 
      superar en la grabación hecha, precisamente, por Kubelik, cuya versión 
      está considerada como la referencia para esta Primera de Mahler 
      (al lado de la tan distinta, sutilísima y sofisticadísima, de Horenstein 
      con la London Symphony). A pesar de ello, esta grabación de Ancerl tiene 
      un interés por encima de toda discusión, y personalmente la prefiero antes 
      que cualquier grabación digital de las que se ven habitualmente hechas por 
      los Solti, Abbado o Bernstein de turno. El disco se completa con un 
      Till de Strauss, cuyo carácter "grotesco" es ideal para el estilo de 
      Ancerl, quien tampoco se olvida de la belleza de los momentos más 
      "elegíacos"; una dirección para nada inferior a la de reputados 
      especialistas en Strauss como Böhm, Kempe o Karajan, aunque todos ellos 
      con mejor orquesta y mejor toma de sonido que Ancerl. 
       
       
       
      REFERENCIAS: 
       
      DVORAK: Sinfonía nº 9 "del Nuevo Mundo". Oberturas En la 
      Naturaleza y Otello. 
      SUPRAPHON SU 36662-2 011 
       
      MAHLER: Sinfonía nº 1. R. STRAUSS: Las Travesuras de Till 
      Eulenspiegel. 
      SUPRAPHON SU 3666-2 011 
       
      En ambos: 
      Orquesta Filarmónica Checa. 
      Director: Karel Ancerl.  
       
       
      Distribuidor en España: DIVERDI 
      Página web: 
      www.diverdi.com 
      e-mail: 
      diverdi@diverdi.com 
       
  
        
        
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