Revista mensual de publicación en Internet
Número 32º - Septiembre 2.002


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TEATRO DE LA MAESTRANZA:
SUMA Y SIGUE... EN SUS TRECE

Por Fernando López Vargas-Machuca. Lee su curriculum

No vamos a desglosar con detalle la programación que la próxima temporada ofrece el sevillano Teatro de la Maestranza: el lector no tiene más que hacer click aquí para desplazarse a su web oficial, donde se ofrece toda la información hasta ahora disponible. Lo que nos corresponde es realizar una valoración de la misma dentro del contexto de su aún corta trayectoria y de su proyección en una ciudad de rica tradición artística, pero que aún evidencia grandes carencias en materia musical.

Por lo pronto, puede hablarse de una clara consolidación de la labor realizada por José Luis Castro y su equipo (encabezado por el director de producción, Giuseppe Cuccia). El rumbo tomado desde hace cuatro o cinco temporadas ha encontrado, con sus grandes aciertos y evidentes errores, una buena respuesta por parte de la crítica y del aficionado, al menos en lo que a ópera se refiere. No hay más que ver las largas colas que se siguen formando cuando salen a la venta los abonos, o leer las reseñas locales y nacionales de los espectáculos líricos, para reparar en la gran aceptación de su trabajo.

Los títulos siguen siendo pocos: el presupuesto manda. Por contra, la calidad ha ido progresivamente en aumento. Como puede deducirse de lo que escribimos en Filomúsica en la anterior temporada, de cinco títulos operísticos sólo uno nos pareció fallido, siendo el resto excelente. La que ahora comienza se presenta incluso mejor, destacando la presencia de cantantes de categoría internacional como Robert Hale y Paul Elming (Walkyria), Daniela Dessí y Fabio Armiliato (Manon Lescaut), o nuestros Carlos Álvarez (Otello) y Carlos Chausson (Don Pasquale). Entre las batutas destaca la del gran veterano Bruno Bartoletti. Gran acierto, también, ofrecer Diálogos de Carmelitas de Poulenc como ese quinto título del año a consolidar.

Asimismo se ha corregido la antigua tendencia a dejar de lado a los cantantes españoles; incluso hay más de una voz importante entre los papeles secundarios. Y excelente la idea de continuar ofreciendo títulos "de cámara" con aforo reducido, algo que se echa mucho de menos en la mayoría de los grandes teatros españoles; concretamente, esta temporada oiremos obras de Holst, Walton, Massenet, Mussorgsky y Rimsky-Korsakov. El espacio siempre reservado a la zarzuela lo ocupa este año Marina, producción en la que despierta interés el protagonismo de Ruth Rosique, una soprano en alza que ya en otras ocasiones ha mostrado por aquí sus grandes dotes.

¿Qué falta? Pues ópera barroca y contemporánea, que aún no se han asomado a la sala grande del Maestranza (nada de Monteverdi, Haendel, Berg o Janácek, sin ir más lejos). También sería de desear ofrecer alguna producción propia. En ambos casos, como ha señalado el propio Castro, el principal problema es el presupuestario. De acuerdo. Pero no se nos negará que, en lo que al repertorio se refiere, tan feroz conservadurismo no sólo no es nada positivo para la creación de un público culto y exigente, sino que apuesta por la ópera concebida como lugar de encuentro social. Esto no lleva a ninguna parte. Lo hemos repetido muchas veces, pero siguen en sus trece.

Otra ausencia, y no menor, es la del repertorio liederístico. El escaso éxito de taquilla de primeras figuras hace pocos años ha motivado que tan importante género quede reservado para la sala pequeña. Cierto es que este año contaremos con una voz importante como es la de Eva Urbanová, pero en un coliseo que aspira a convertirse en referente, semejante restricción no dice nada bueno. Habrá que recordar, una vez más, que un teatro pagado con dinero público ha de crear afición, no limitarse a satisfacer la demanda ya creada.

El resto de la programación mantiene un buen nivel, aunque de nuevo aparecen evidentes desequilibrios. Prescindiendo por completo de la música de cámara, ahora que la Fundación el Monte viene ofreciendo excelentes propuestas en su Sala Joaquín Turina, el Maestranza trae a pianistas de fuste como Lortie, Sokolov o Thibaudet, o a figuras tan inclasificables como José Mercé, Ute Lemper o las hermanas Labeque, estas últimas con un peculiar programa que incluye percusión e instrumentos electrónicos. La danza reduce un tanto su presencia. Los Encuentros de Música de Cine (que organiza la Diputación Provincial) continúan con sus tristes problemas presupuestarios, pero se agradece el homenaje a Georges Delerue. Lo menos bueno sigue siendo el ciclo de "grandes orquestas" que patrocina el diario El Mundo, cuyas muy costosas entradas no se corresponden con el nivel de calidad ofrecido; para esta temporada sólo podemos destacar la presencia de Leonskaja y Kitayenko.

Total, una programación de gran altura, muy meritoria para el presupuesto manejado, que suma y sigue con respecto a temporadas anteriores. Eso sí, aún se tienen que corregir determinados desequilibrios y atender más a la difusión de la cultura que al -sin duda importante- éxito de taquilla. Para ello hace falta encontrar nuevos patrocinadores, pero también voluntad para cambiar. Castro promete un paso adelante en este sentido para el año que viene. A ver si es verdad.

 

Web del teatro: http://www.maestranza.com/